Mientras conversaban con la vendedora del chicharrón, un matrimonio que acudió al mercado de la colonia 20 de Noviembre a surtirse de alimentos para continuar el confinamiento por la pandemia del coronavirus le consultó:
¿Oiga y sí han habido casos de comerciantes muertos por coronavirus?
-Sí -contestó rápidamente dirigiendo su mirada hacia la entrada del centro de abasto ubicada sobre la carretera Acapulco-México donde se encontraba una carroza fúnebre estacionada con dirección a las cruces o quizá más allá, al panteón El Palmar, la que podría ser la última morada de una mujer que vendía pollos.
Y es que, este mausoleo municipal, ubicado en la periferia de la ciudad, cuenta con un proyecto de 300 tumbas, de las cuales se tienen construidos 90 sepulcros en los últimos días para quienes perecieron por este patógeno, pero de la segunda cifra, ya han sido utilizados 33 de acuerdo con el director de panteones y velatorios del municipio, Gerardo Sánchez Meza.
Su caso, el deceso en esa familia, no es el único, ya que el esposo de la comerciante también falleció la semana anterior, presuntamente del mismo mal, ese del que actualmente están muriendo decenas de personas en Acapulco, el otrora centro turístico del que hoy en día es un atractivo, pero solo para la muerte.
Los casos ya no se pueden contar con los dedos de las manos, ya que hay otros que también han perdido la vida supuestamente contagiados por el virus surgido en Wuhan, China y del que México se ha convertido en el epicentro a nivel Latinoamérica, pero los mercaderes tratan de esconderlos.
Sorprendidos por la respuesta, la pareja vuelve sus ojos hacia el punto donde se encontraba la carroza, y al mismo tiempo en que la del chicharrón les respondía y despachaba 20 pesos de la corteza de cerdo, -con canita- como lo pidió el esposo, salían los deudos, cargando una caja de madera, color café, brillosa.
-¡La vinieron a despedir!- platicaba en tanto que cuatro personas, todos hombres, caminaban con el féretro al hombro seguidos por familiares de la infortunada mujer que lamentable y desafortunadamente se suma a la lista de muertes, confirmadas solo 98, por la pandemia de la cual aún no se tiene una cura.
La respuesta de la pareja al notar la despedida, fue de asombro. Ambos se miraron a los ojos, balbucearon algunas palabras que no entendí porque tenían su cubrebocas, luego le pidieron 10 pesos más de chicharrón a la vendedora y se retiraron a prisa por los accesos laterales del centro de abasto. -“Vámonos”- le dijo la mujer a su esposo.
En este mercado, uno de los 58 que hay en el puerto, las autoridades anunciaron que realizarían labores de sanitización para evitar la propagación de la pandemia por considerarlos un punto de contagio, sin embargo, solo se observan negocios cerrados, mismos que son considerados no esenciales y, no se ha confirmado que en ninguno de ellos se tenga un brote de Covid-19 y que debido a ello estén muriendo los comerciantes.
Sus locales, un 40 por ciento están cerrados. Algunos de venta de plásticos, verduras, frutas, dulces y algunos de carnicería, ya sea de pollo, res o cerdo. También las fondas lucen cerradas.
Testigos de la corta charla, observamos el cortejo fúnebre cuando circuló rumbo a la salida del puerto, donde se ubican tres panteones tanto públicos como privados, y ante el asombro optamos por comprar 50 pesos de chicharrón, una vez que se fue la pareja a quienes escuchamos a la sana distancia, con cubrebocas, y el gel antibacterial a la mano.
