/ lunes 5 de febrero de 2024

Violeta del Anáhuac | El discurso del odio

Transcurre 2024, en el orden del tiempo, para nuestro país estaríamos en la recta final de un periodo de gobierno constitucional federal evaluando las acciones, las obras, y midiendo la seguridad no por cuántos elementos de seguridad están en las calles, sino por el progreso y la paz social.

2024 es el año que cierra constitucionalmente el periodo de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, solo que, a diferencia de otros mandatarios que cuidaron las formas, quien actualmente despacha desde Palacio Nacional, de manera abierta y con un discurso directo, marca la agenda, indica la ruta del voto y mantiene división no de poderes, sino de la sociedad, pertrechando a sus seguidores para actuar contra quien direccione su encono, y manipulando las palabras para confundir.

La destrucción de las instituciones ha pasado por el Poder Legislativo desde donde una cómoda alianza de legisladores no queriendo importunar a su Jefe ha dicho si a todo, no importándole si en ese camino deja tirado al país. Intentando pulverizar al otro poder, al Judicial, que ha sido incómodo a sus órdenes, le ha filtrado una Ministra, también bajo la cómoda posición del Senado que rechazó las ternas para dejar el ejercicio de esa facultad al Ejecutivo federal que es AMLO, y que ahora, la misma que había destacado por la majadería, está aprendiendo que en ese poder…se trabaja, que dura lección ha recibido.

El discurso del Presidente ha tenido una característica particular y sistemática: el odio. El odio hacia todo lo que parezca ir en contra de sus deseos y ordenes; el odio hacia la sociedad enferma, como los casos de cáncer; el odio hacia las mujeres a las que no le ha importado dejar sin cobertura social; el odio hacia el sistema de salud al desaparecer el Seguro Popular e intentar romper la estructura y dejarla bajo un dominio que no estaba preparado para asumirse como patrón de todo el país; el odio hacia las farmacias para crear una sola sin importarle no tenga medicamentos; el odio hacia la naturaleza al pasar por sobre la selva, destruyendo su belleza, ritmo y sistema para hacer correr por el unas vías de un tren, caro y obsoleto y que, como todas las otras obras, se echan a andar sin estar concluidas.

El discurso del odio ha sacado a los grupos que operan fuera de la ley para combatir a los que fueron establecidos para mantener el orden, y hacerlo con total impunidad generando lo que le gusta exista al ocupante del Palacio Nacional, el terror, la psicosis sobre la existencia de la crueldad sometiendo los valores.

La muerte campea, la Constitución es vista por ese ocupante de un espacio de Poder, como hojas que no le son útiles porque no las entiende. México está en riesgo, la sociedad está en riesgo de sufrir una fuerte ruptura de sus estructuras de valores, de su ideología, de su búsqueda de progreso y paz, para ser un espacio ocupado por el interés superior de ser el poder absoluto trabajado a partir del discurso del odio.

Transcurre 2024, en el orden del tiempo, para nuestro país estaríamos en la recta final de un periodo de gobierno constitucional federal evaluando las acciones, las obras, y midiendo la seguridad no por cuántos elementos de seguridad están en las calles, sino por el progreso y la paz social.

2024 es el año que cierra constitucionalmente el periodo de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, solo que, a diferencia de otros mandatarios que cuidaron las formas, quien actualmente despacha desde Palacio Nacional, de manera abierta y con un discurso directo, marca la agenda, indica la ruta del voto y mantiene división no de poderes, sino de la sociedad, pertrechando a sus seguidores para actuar contra quien direccione su encono, y manipulando las palabras para confundir.

La destrucción de las instituciones ha pasado por el Poder Legislativo desde donde una cómoda alianza de legisladores no queriendo importunar a su Jefe ha dicho si a todo, no importándole si en ese camino deja tirado al país. Intentando pulverizar al otro poder, al Judicial, que ha sido incómodo a sus órdenes, le ha filtrado una Ministra, también bajo la cómoda posición del Senado que rechazó las ternas para dejar el ejercicio de esa facultad al Ejecutivo federal que es AMLO, y que ahora, la misma que había destacado por la majadería, está aprendiendo que en ese poder…se trabaja, que dura lección ha recibido.

El discurso del Presidente ha tenido una característica particular y sistemática: el odio. El odio hacia todo lo que parezca ir en contra de sus deseos y ordenes; el odio hacia la sociedad enferma, como los casos de cáncer; el odio hacia las mujeres a las que no le ha importado dejar sin cobertura social; el odio hacia el sistema de salud al desaparecer el Seguro Popular e intentar romper la estructura y dejarla bajo un dominio que no estaba preparado para asumirse como patrón de todo el país; el odio hacia las farmacias para crear una sola sin importarle no tenga medicamentos; el odio hacia la naturaleza al pasar por sobre la selva, destruyendo su belleza, ritmo y sistema para hacer correr por el unas vías de un tren, caro y obsoleto y que, como todas las otras obras, se echan a andar sin estar concluidas.

El discurso del odio ha sacado a los grupos que operan fuera de la ley para combatir a los que fueron establecidos para mantener el orden, y hacerlo con total impunidad generando lo que le gusta exista al ocupante del Palacio Nacional, el terror, la psicosis sobre la existencia de la crueldad sometiendo los valores.

La muerte campea, la Constitución es vista por ese ocupante de un espacio de Poder, como hojas que no le son útiles porque no las entiende. México está en riesgo, la sociedad está en riesgo de sufrir una fuerte ruptura de sus estructuras de valores, de su ideología, de su búsqueda de progreso y paz, para ser un espacio ocupado por el interés superior de ser el poder absoluto trabajado a partir del discurso del odio.