Dos años han pasado de que María Antonia López Cabada, una mujer minusválida de la tercera edad, recibió el peor de los regalos que una madre puede tener un 10 de mayo.
Un día como hoy, pero del 2017, la mujer de tez morena y mirada cansada, fue llevada a este sitio, donde al paso de los años no guarda rencores y admite que le gustaría festejar esta fecha con su hijo, aunque este nunca ha vuelto para saber si ella continúa con vida.
Ella, junto a otras 16 mujeres que se encuentran en la casa hogar Nueva Esperanza ubicada en el poblado de Bajos del Ejido, municipio de Coyuca de Benítez, no tendrán festejo por el día de las madres, debido a que sus hijos las dejaron en el olvido a merced de las enfermedades propias de la vejez.
A pesar de sufrir un trastorno mental, María relató que días antes de ser abandonada tuvo un accidente que le hizo perder la pierna y desde entonces no pudo valerse por sí misma, por lo que su nuera obligó a su hijo para que la llevara a un asilo, porque ella no estaba dispuesta a cuidarla.
Así fue, en pleno 10 de mayo, el hombre la llevó a la casa ubicada en el poblado Bajos del Ejido, sin importar las noches de dolor, desvelo y cansancio que la mujer pasó antes y después de traerlo al mundo.
“Vivíamos pobremente, pero éramos felices”, recordó con lágrimas en los ojos la señora María, quien a pesar del dolor que le causó el acontecimiento no pierde el buen humor de toda guerrerense y la esperanza de que su consanguíneo la vaya a visitar, aunque sea una vez por año.
A pesar de haber sufrido, López Cabada no pierde el ánimo, su cara se sonroja y todo su ser se entusiasma al escuchar que se acerca la conmemoración a las madres, incluso hasta califica la fecha como una bendición, indicando que “el Día de las Madres significa mucha alegría en el corazón, Dios nuestro señor está dentro de nuestro corazón porque él nos va a echar la bendición desde arriba”.
De acuerdo a María del Rosario Santos Santos, directora de la casa hogar, en la misma situación se encuentran Marquina de la Rosa Ávila, Aristea Hernández Leyva y un decena de mujeres que están bajo su cuidado, quienes no reciben ni siquiera una visita de sus familiares tan solo para saber si continúan con vida.
“Nosotros vemos con tristeza que los hijos se olvidan de las mujeres que les dieron la vida, existen muchas más divagando por las calles sucias, enfermas y hambrientas, esperando encontrar entre la basura alguna sobra”, señaló.
La encargada, mencionó que en lo que va del 2019 han visto morir a dos mujeres adultas, las cuales llegaron a la casa hogar con signos muy marcados de enfermedades que no fueron atendidas a tiempo y no pudieron ser solucionados por el personal médico que “de vez en cuando” acuden para atender a los pacientes.
Divagaba un poco, pero “Maritoña”, como es conocida, deseó que todas las madres pasen un excelente día y que a pesar de la pena por la que puedan estar pasando, levanten la mirada y den una sonrisa a la vida para demostrar que el corazón de una madre es infinito y en el siempre habrá cabida para todos los hijos, a pesar de lo malo que estos hayan sido.
