Palabras mágicas, hay que aplicarlas

La amabilidad no cuesta nada y siempre Dios te protegerá a donde quiera que vayas

Ma. Eugenia Walls | Nadadora máster Acapulco

  · jueves 10 de febrero de 2022

En este mes hay que dar amor, cariño, amabilidad y dulzura. /Foto: Heidi Nieves | El Sol de Acapulco.

Hola, así es y son estas palabras, que para muchos y muchas personas, se les hace difícil de usar. Cómo recuerdo los tiempos de antes, nuestras idas al río a lavar ropa, nos encontrábamos a los campesinos que llevaban sus burritos cargados con sus cosas, pero aún así, ellos, si veían a una mujer con un gran bulto de ropa para lavar, se la pedían y la ponían en un burro, al entregarla, al campesino le daban unos mangos y al burro unas manzanas y muchas gracias, claro.

Ahora, así vayan por el mismo camino, traes carro y ves a las personas con sus bultos de compra y no son capaces de dar una ayuda. Cómo han cambiado los tiempos. ¿Y sabes que? La amabilidad no cuesta nada y siempre Dios te protegerá a donde quiera que vayas. ¿Y sabes cuales son esas palabras? La primera es amor, cariño, amabilidad, dulzura y la palabra más fuerte en el mundo, se llama FÉ.

Eso es para el humano y para la tierra y el agua son: Orden, disciplina, respeto, obediencia y amor a la tierra y al agua. Si las aplicamos bien tendríamos mejores humanos y si aplicamos bien las otras, no estaríamos destruyendo la tierra en la forma tan rápida que lo estamos haciendo.


Doña Margarita prepara suculentos jugos. / Foto: Abraham Martínez | El Sol de Acapulco

Cómo me llamó la atención lo que me contaron algunas alumnas, de las colas tan grandes para comprar los ricos tamales, que casi formaban colas como para las vacunas y es que las tradiciones, son las tradiciones y estos mugrosos virus, que parece que quieren desaparecer al humano, continúan creciendo y los niños encerrados, enloqueciendo.

Por favor, hagan en casa recuerdos de los juegos que se hacían, cuando difícilmente teníamos un teléfono, o una televisión en casa y no como ahora, una en cada recámara y la sala. Ya no hay comunicación con nadie, ya ni las palomitas invitan, se las comen solos. Gracias por continuar con nuestras tradiciones, con mucho cariño y con mucho cuidado, obedeciendo las órdenes.