Con el sol a su espalda, ante la indiferencia de académicos y estudiantes de licenciatura y posgrado, doña Virgilia, con su única mano hace un esfuerzo titánico para barrer el amplio patio del Instituto de Estudios Políticos Avanzados "Ignacio Manuel Altamirano" de la UAGro en donde trabaja desde hace 20 años.
Se trata de una mujer que hace 25 años sufrió una embolia, que le paralizó la mano derecha y se quedó sin poder hablar, por lo que se comunica a señas, sin que nadie se percate del enorme esfuerzo que tiene que realizar para asear el enorme inmueble universitario.
Su frágil figura pasa inadvertida para todos, solo se limitan a regresar a verla al iniciar su dura jornada de trabajo, al manipular la escoba con su única mano que tiene movilidad, soportando el inclemente sol y sin poder limpiarse el sudor que le cubre el rostro.
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Trata de hablar, pero no se le entiende, por lo que de una pequeña bolsa saca su credencial de elector, en la que establece que tiene su domicilio en Los Manantiales ampliación Simón Bolívar, desde donde se traslada al edificio del IEPPA, para hacer el aseo llueva o truene, aunque esto le significa un gran sacrificio físico.
A señas da entender que le cuesta un gran trabajo barrer, tarea que hace con lentitud y por partes, a pesar de esto, la invisibilizan y a nadie de los que estudian la inclusión y la paridad de género le importe que trabaje en estas condiciones, es decir, con su enfermedad, que le paralizó parte de su cuerpo y le impide articular palabra alguna.
Sin embargo, da entender que tiene que hacer este enorme esfuerzo para poder ganarse el sustento y llevar algo a su hogar, resignada que si no lo hace no come.
Esta guerrera sigue con su jornada de trabajo, agacha la cabeza y manipula la escoba, la avienta y la recoge, para así limpiar el patio de concreto, cuyas dimensiones son enormes para ella, pero no hay de otra cuando hay hambre.