La corrida de toros que se llevó acabo el sábado pasado en la Plaza Monumental de Aguascalientes, a beneficio por los damnificados que dejo el sismo del 19S, fue un gran éxito derivado de la entrada que se registró en el recinto taurino más importante del estado.
En breve la empresa Espectáculos Taurinos de México dará a conocer el monto recaudado y cómo se destinará a las diferentes necesidades que tiene un sector importante del pueblo mexicano.
El festejo tuvo diferentes matices que engranaron una tarde por demás emblemática, donde se conjunto el altruismo taurino por parte de empresa, torero, ganaderos y subalternos, así como la hermandad y apoyo que registró la afición taurina y el celo profesional que se desarrolló en el ruedo. Pero además, mucha gente que no está a la vista de igual forma puso su granito de arena haciendo sus labores de forma gratuita, todo por un fin que engrandece a los mexicanos y que pone como ejemplo que ante las desgracias los lazos entre todos se vuelven más gruesos; por este lado, del de la Tauromaquia, se demostró una vez más que el taurinísimo siempre se vuelca cuando de ayudar se trata. No es la primera vez, la fiesta de los toros a través de su historia tiene como principal principio el altruismo, el ayudar a los más desfavorecidos en diferentes circunstancias, bien sea a través de fundaciones o para diferentes hospitales de beneficencia.
Esta vez triunfo el altruismo y el toreo, pues dentro de toda esta festividad, los toreros que son los que exponen la piel han tenido actuaciones que rayaron en el valor y al artística. No importa que la vida misma pueda irse en un suspiro, pues el ayudar íntegra y cabalmente, como mejor lo sabe hacer un torero, es toreando honradamente. Prueba fehaciente lo que protagonizó el matador Arturo Macías, quien con el cuello atravesado por el asta del toro permaneció estoico en el ruedo hasta finalizar su actuación. O como Luis David Adame, que salió de la plaza con una cornada en el escroto. Se ayudo a juntar una suma importante de dinero y también se dejó asentado una vez más, de qué están hechos los toreros. Y que su vida esta al servicio de la muerte, sí, pero también para ayudar a lo más necesitados.
¡Que viva el toreo!
