/ martes 5 de febrero de 2019

Ex empleada de Trump indocumentada asiste a su discurso en Washington

Victorina Morales no tiene papeles, pero eso no le impidió trabajar cinco años limpiando los apartamentos privados del presidente estadounidense

Victorina Morales no tiene papeles, pero eso no le impidió trabajar cinco años limpiando los apartamentos privados del presidente estadounidense, Donald Trump. Una congresista demócrata la invitó a asistir este martes al discurso anual del mandatario, que hizo de la lucha contra la inmigración ilegal una de sus prioridades.

"Si yo tuviera esa oportunidad de hablar con él (Trump), yo le diría que queremos una reforma migratoria para todos los inmigrantes que estamos aquí. Somos 12 millones, y entre esos 12 millones venimos a trabajar, venimos a luchar, no venimos a invadir este país", dice a la AFP.

"No hablo solo por mí, hablo por todos y tengo fe en que sí nos van a escuchar. Yo confío en que si nos van a oír", añade, con la voz entrecortada por la emoción. "Yo tenía ese miedo (...) de que podía llegar [el departamento de] inmigración, porque me iban a deportar, pero ahora ya no, yo me siento con esta confianza porque me están oyendo".

Morales, que llegó clandestinamente a Estados Unidos en 1999, decidió contar su historia al diario The New York Times en diciembre. Llevaba entonces cinco años trabajando en el club de golf de Trump en Bedminster, en Nueva Jersey. Desde entonces ha dejado su empleo y varios trabajadores indocumentados fueron despedidos.

¿Por qué decidió hablar, a sus 46 años, a pesar de los riesgos?

"Porque me cansé de tantos insultos, de tantas agresiones, de muchas humillaciones, porque es doloroso que a uno le digan que es un inmigrante que no sabe nada, que si se queja (...) llamarán a los servicios de inmigración", cuenta a propósito de sus encargados.

No sabe si Trump, cuya cama hacía y que le dejaba a veces propinas generosas, estaba al corriente de esos hechos.

"Pero yo dije un día: 'ya basta, ya no más, ya no aguanto'", recuerda mientras la parlamentaria demócrata Bonnie Watson Coleman la agarra de la mano, en sus oficinas del Congreso estadounidense.

"Hipocresía"

El club de golf de Donald Trump se encuentra en la circunscripción de Watson Coleman en Nueva Jersey, y ha querido invitar a Morales a asistir con ella al discurso del multimillonario sobre el estado de la Unión, el acontecimiento anual en el que el presidente presenta su programa y su visión del país.

"Para mí, la señora Morales es el rostro de la inmigración y de los individuos sin papeles en este país, que trabajan duro, que quieren una vida mejor para su familia, que huyeron de la violencia", dice la congresista.

"La inmigración se parece a eso, no a lo que el presidente de Estados Unidos intenta describir, satanizándolos, deshumanizándolos", afirma.

"Quería aprovechar esta ocasión para demostrar la hipocresía de este presidente", que quiere construir un muro en la frontera con México para frenar la inmigración clandestina, aunque "el empresario Donald Trump no tenía ningún problema con el hecho de contratar a gente que no tenía todos sus papeles", critica.

El club de golf dependía de la Trump Organization, que aseguró ante varios medios estadounidenses que desconocía la situación legal de los empleados.

La congresista Watson Coleman cree que Morales no corre el riesgo de ser expulsada porque presentó una solicitud de asilo, y considera que todos los empleados indocumentados en este caso son "testigos materiales" contra la Trump Organizacion, después de que los demócratas exigieran una investigación sobre lo ocurrido.

Para ella, si los servicios de inmigración intentaran expulsar a la guatemalteca, sería un acto de "represalia".

Victorina Morales no tiene papeles, pero eso no le impidió trabajar cinco años limpiando los apartamentos privados del presidente estadounidense, Donald Trump. Una congresista demócrata la invitó a asistir este martes al discurso anual del mandatario, que hizo de la lucha contra la inmigración ilegal una de sus prioridades.

"Si yo tuviera esa oportunidad de hablar con él (Trump), yo le diría que queremos una reforma migratoria para todos los inmigrantes que estamos aquí. Somos 12 millones, y entre esos 12 millones venimos a trabajar, venimos a luchar, no venimos a invadir este país", dice a la AFP.

"No hablo solo por mí, hablo por todos y tengo fe en que sí nos van a escuchar. Yo confío en que si nos van a oír", añade, con la voz entrecortada por la emoción. "Yo tenía ese miedo (...) de que podía llegar [el departamento de] inmigración, porque me iban a deportar, pero ahora ya no, yo me siento con esta confianza porque me están oyendo".

Morales, que llegó clandestinamente a Estados Unidos en 1999, decidió contar su historia al diario The New York Times en diciembre. Llevaba entonces cinco años trabajando en el club de golf de Trump en Bedminster, en Nueva Jersey. Desde entonces ha dejado su empleo y varios trabajadores indocumentados fueron despedidos.

¿Por qué decidió hablar, a sus 46 años, a pesar de los riesgos?

"Porque me cansé de tantos insultos, de tantas agresiones, de muchas humillaciones, porque es doloroso que a uno le digan que es un inmigrante que no sabe nada, que si se queja (...) llamarán a los servicios de inmigración", cuenta a propósito de sus encargados.

No sabe si Trump, cuya cama hacía y que le dejaba a veces propinas generosas, estaba al corriente de esos hechos.

"Pero yo dije un día: 'ya basta, ya no más, ya no aguanto'", recuerda mientras la parlamentaria demócrata Bonnie Watson Coleman la agarra de la mano, en sus oficinas del Congreso estadounidense.

"Hipocresía"

El club de golf de Donald Trump se encuentra en la circunscripción de Watson Coleman en Nueva Jersey, y ha querido invitar a Morales a asistir con ella al discurso del multimillonario sobre el estado de la Unión, el acontecimiento anual en el que el presidente presenta su programa y su visión del país.

"Para mí, la señora Morales es el rostro de la inmigración y de los individuos sin papeles en este país, que trabajan duro, que quieren una vida mejor para su familia, que huyeron de la violencia", dice la congresista.

"La inmigración se parece a eso, no a lo que el presidente de Estados Unidos intenta describir, satanizándolos, deshumanizándolos", afirma.

"Quería aprovechar esta ocasión para demostrar la hipocresía de este presidente", que quiere construir un muro en la frontera con México para frenar la inmigración clandestina, aunque "el empresario Donald Trump no tenía ningún problema con el hecho de contratar a gente que no tenía todos sus papeles", critica.

El club de golf dependía de la Trump Organization, que aseguró ante varios medios estadounidenses que desconocía la situación legal de los empleados.

La congresista Watson Coleman cree que Morales no corre el riesgo de ser expulsada porque presentó una solicitud de asilo, y considera que todos los empleados indocumentados en este caso son "testigos materiales" contra la Trump Organizacion, después de que los demócratas exigieran una investigación sobre lo ocurrido.

Para ella, si los servicios de inmigración intentaran expulsar a la guatemalteca, sería un acto de "represalia".

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