/ jueves 10 de diciembre de 2020

¿Quién va primero en vacunación contra Covid? El debate en Alemania

El pasado nazi se levanta como un fantasma al momento de presentar los planes para la vacunación progresiva

BERLÍN. Alemania se prepara para iniciar la vacunación contra el coronavirus y paralelamente ha surgido un debate ético sobre quién debería ser prioritario, en un país todavía atormentado por los fantasmas del pasado nazi y de la dictadura comunista donde el Estado decidía quién debía vivir o morir.

La empresas, entre ellas el laboratorio alemán BioNTech, apuestan por el uso generalizado de las vacunas contra el Covid-19, pero las autoridades han advertido reiteradamente que no habrá suficientes dosis este invierno para los 80 millones de habitantes.

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Y la pregunta es quién decide cuáles serán los colectivos prioritarios a la hora de vacunarse. ¿Los políticos o los científicos? La respuesta es delicada.

El gobierno de la canciller Angela Merkel ha recurrido al Consejo de Ética alemán, un organismo independiente que ofrece asesoría sobre cuestiones científicas y morales, para decidir cómo se realizará la inmunización, probablemente a principios de año.

“Existe una fuerte aversión en Alemania, vinculada claramente con experiencias de los regímenes totalitarios hasta 1989, sobre la regulación o la distribución de bienes por las autoridades del Estado”, explica Wolfram Henn, genetista de la Universidad de Saarland y miembro del Consejo de Ética.

“Es por ello que el gobierno, y en particular la canciller Merkel y el ministro de Salud, Jens Spahn, tienen interés en presentar argumentos científicos neutros a favor de la administración” de la vacuna, dice Henn a la AFP.

“DICTADURA DEL CORONA”

Algunos opositores a las restricciones por el coronavirus ya se han comparado con las víctimas de los nazis, mientras que el líder del partido de extrema derecha AfD, Alexander Gauland, ha tildado al gobierno de Merkel de “Dictadura del corona”.

Unas alegaciones que les han valido una condena generalizada.

Los 26 miembros del Consejo de Ética, que son expertos en los campos de la ciencia, el derecho, la teología y la economía, han trabajado junto a los científicos para pergeñar una estrategia.

Presentaron sus recomendaciones en un documento conjunto con científicos del Instituto Leopoldina y el Instituto Robert Koch (RKI), responsable del control y la prevención de enfermedades infecciosas, en noviembre.

Las compras navideñas se mantienen en Alemania con algunas restricciones, mientras el gobierno alista la guía de vacunación / AFP

El informe recomienda dar prioridad a las personas mayores y a los enfermos crónicos -especialmente a las personas que están en centros asistenciales-, seguidos del personal sanitario y otros trabajadores que están en primera línea, como la policía y los profesores.

Para ello, los expertos tuvieron en cuenta “criterios éticos y epidemiológicos”. Los residentes de centros asistenciales fueron elegidos porque “son las personas que más han sufrido”.

“JUGANDO A SER DIOS”

“Es un deber moral cuidarlas especialmente (a estas personas) y al mismo tiempo el sistema sanitario (...) está mejor protegido blindando a estas personas, que son más susceptibles de necesitar cuidados intensivos”, dice Henn.

Alemania fue especialmente elogiada por la manera en que gestionó la primera ola de la pandemia, pero la segunda la ha golpeado con dureza, como lo demuestra el hecho de que el número de infectados y de muertos no haya parado de crecer en las últimas semanas.

A finales de noviembre, superó el millón de infectados mientras el número de personas con Covid-19 en cuidados intensivos ha pasado de 360 a principios de octubre a más de cuatro mil.

Además, el aumento de infecciones en las residencias de ancianos ha hecho que salten todas las alarmas.

Después de que Merkel asegurara que las vacunas son la “luz al final del túnel”, todas las esperanzas están puestas en ellas. “Ningún científico quiere jugar a ser Dios. Debemos resolver el problema y para ello trabajamos con ciertos criterios lo mejor que podemos”, dice Henn.

“Se puede sentir el peso de la responsabilidad. Es una responsabilidad científica gigantesca no solo para expertos en ética sino para la comunidad científica en general”, concluye.

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BERLÍN. Alemania se prepara para iniciar la vacunación contra el coronavirus y paralelamente ha surgido un debate ético sobre quién debería ser prioritario, en un país todavía atormentado por los fantasmas del pasado nazi y de la dictadura comunista donde el Estado decidía quién debía vivir o morir.

La empresas, entre ellas el laboratorio alemán BioNTech, apuestan por el uso generalizado de las vacunas contra el Covid-19, pero las autoridades han advertido reiteradamente que no habrá suficientes dosis este invierno para los 80 millones de habitantes.

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Y la pregunta es quién decide cuáles serán los colectivos prioritarios a la hora de vacunarse. ¿Los políticos o los científicos? La respuesta es delicada.

El gobierno de la canciller Angela Merkel ha recurrido al Consejo de Ética alemán, un organismo independiente que ofrece asesoría sobre cuestiones científicas y morales, para decidir cómo se realizará la inmunización, probablemente a principios de año.

“Existe una fuerte aversión en Alemania, vinculada claramente con experiencias de los regímenes totalitarios hasta 1989, sobre la regulación o la distribución de bienes por las autoridades del Estado”, explica Wolfram Henn, genetista de la Universidad de Saarland y miembro del Consejo de Ética.

“Es por ello que el gobierno, y en particular la canciller Merkel y el ministro de Salud, Jens Spahn, tienen interés en presentar argumentos científicos neutros a favor de la administración” de la vacuna, dice Henn a la AFP.

“DICTADURA DEL CORONA”

Algunos opositores a las restricciones por el coronavirus ya se han comparado con las víctimas de los nazis, mientras que el líder del partido de extrema derecha AfD, Alexander Gauland, ha tildado al gobierno de Merkel de “Dictadura del corona”.

Unas alegaciones que les han valido una condena generalizada.

Los 26 miembros del Consejo de Ética, que son expertos en los campos de la ciencia, el derecho, la teología y la economía, han trabajado junto a los científicos para pergeñar una estrategia.

Presentaron sus recomendaciones en un documento conjunto con científicos del Instituto Leopoldina y el Instituto Robert Koch (RKI), responsable del control y la prevención de enfermedades infecciosas, en noviembre.

Las compras navideñas se mantienen en Alemania con algunas restricciones, mientras el gobierno alista la guía de vacunación / AFP

El informe recomienda dar prioridad a las personas mayores y a los enfermos crónicos -especialmente a las personas que están en centros asistenciales-, seguidos del personal sanitario y otros trabajadores que están en primera línea, como la policía y los profesores.

Para ello, los expertos tuvieron en cuenta “criterios éticos y epidemiológicos”. Los residentes de centros asistenciales fueron elegidos porque “son las personas que más han sufrido”.

“JUGANDO A SER DIOS”

“Es un deber moral cuidarlas especialmente (a estas personas) y al mismo tiempo el sistema sanitario (...) está mejor protegido blindando a estas personas, que son más susceptibles de necesitar cuidados intensivos”, dice Henn.

Alemania fue especialmente elogiada por la manera en que gestionó la primera ola de la pandemia, pero la segunda la ha golpeado con dureza, como lo demuestra el hecho de que el número de infectados y de muertos no haya parado de crecer en las últimas semanas.

A finales de noviembre, superó el millón de infectados mientras el número de personas con Covid-19 en cuidados intensivos ha pasado de 360 a principios de octubre a más de cuatro mil.

Además, el aumento de infecciones en las residencias de ancianos ha hecho que salten todas las alarmas.

Después de que Merkel asegurara que las vacunas son la “luz al final del túnel”, todas las esperanzas están puestas en ellas. “Ningún científico quiere jugar a ser Dios. Debemos resolver el problema y para ello trabajamos con ciertos criterios lo mejor que podemos”, dice Henn.

“Se puede sentir el peso de la responsabilidad. Es una responsabilidad científica gigantesca no solo para expertos en ética sino para la comunidad científica en general”, concluye.

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