LIMA.- Pedro Castillo, el sorprendente e inesperado ganador de las elecciones presidenciales de Perú, asume este miércoles la Presidencia con el país dividido entre la esperanza y la incertidumbre que suscitan su figura y sus promesas de cambio, que incluyen un referéndum para formular una nueva Constitución.
A comienzos de año, este profesor de escuela rural y líder sindical del magisterio era un desconocido para los peruanos y no entraba en las quinielas para ser el nuevo presidente, pero su cara casi anónima y su programa reformista caló en un país hastiado de su clase política tradicional y desesperado por el Covid-19.
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Su asunción presidencial tendrá una fuerte carga simbólica, pues en el mismo día que Perú conmemora los 200 años de su independencia, por primera vez en la historia del país llega a la jefatura del Estado alguien surgido directamente del campo andino, ajeno por completo a sus élites políticas históricas, muy inquietas ante su irrupción.
En su camino al sillón presidencial ha sido muy enfático en la necesidad de que el Estado tenga mayor intervención en la economía, al considerar que el paradigma del libre mercado ha aumentado las desigualdades entre los más ricos y los más pobres pese al gran crecimiento que ha tenido el país en las últimas décadas.
Un gobernante con sombrero
Castillo se pondrá la banda de presidente sin despojarse de su sombrero chotano, de paja y ala ancha, emblema de identidad de los campesinos de Cajamarca, región del norte de los Andes peruanos de la que es oriundo el electo mandatario.
En la ceremonia que se celebrará en el Congreso de Perú, estarán como invitados el rey de España, Felipe VI, así como varios presidentes y altos representantes de países de la región, entre ellos el argentino Alberto Fernández y el boliviano Luis Arce.
Ante ellos, Castillo pronunciará un muy esperado primer discurso como presidente tras haber hecho gala después de las elecciones de un férreo hermetismo sobre la composición de su Gobierno, cuyos integrantes aún no han sido desvelados.