/ viernes 18 de junio de 2021

El Chepe, un tren con magia natural e ingeniería

El tren Chihuahua-Pacífico es considerado uno de los diez recorridos en tren más espectaculares del mundo

El Chepe es la columna vertebral del turismo en el estado de Chihuahua. Resulta curioso que gran parte de los 653 kilómetros que atraviesa por 37 puentes y 86 túneles entre Chihuahua y Los Mochis, Sinaloa, está en lo más enclavado de las montañas de la majestuosa Sierra Madre Occidental, pero tiene una razón de ser.

➡️ Chihuahua en llamas: suman 24 incendios forestales

A mediados del siglo XVIII surgió la necesidad de trasladar el grano desde Kansas, Estados Unidos, hasta el océano Pacífico, en Sinaloa, para que de ahí se embarcara a distintas partes del mundo. Se haría a como diera lugar utilizando el ferrocarril como medio de transporte, así que no importó el reto de ingeniería.

Su construcción inició en tiempos de Porfirio Díaz, cuando se planeó como un ramal del ferrocarril Kansas City-México y Oriente pero la Revolución interrumpió los trabajos y se reiniciaron hasta que hubo cierta estabilidad política, en 1950.

Foto: Cortesía

La vía se inauguró el 24 de noviembre de 1961 en la estación de Témoris. Junto a la placa develada, por el entonces presidente Adolfo López Mateos, los gobernadores de los estados de Chihuahua y Sinaloa colocaron en noviembre de 2011 una nueva placa conmemorativa de los 50 años de servicio de la magna obra.

En la actualidad, miles de turistas nacionales e internacionales viajan cada año en el tren Chihuahua-Pacífico, al que coloquialmente se conoce como El Chepe, en un recorrido que se adentra en la profundidad de las montañas de la sierra, permite disfrutar de los paisajes naturales entre barrancas y cascadas, así como apreciar los asentamientos de pueblos indígenas en la zona. La experiencia la han catalogado los operadores del turismo como uno de los diez recorridos en tren más espectaculares del mundo.

Algún lugar del pacífico

En 1897, el estadounidense Foster Higgins obtuvo la concesión y formó la Compañía del Ferrocarril del Río Grande, Sierra Madre y Pacífico, la cual construyó en el estado de Chihuahua, el tramo Ciudad Juárez–Corralitos y al año siguiente construyó otro tramo hasta Casas Grandes. En total, 259 kilómetros.

Enrique Creel y Alfredo Spendlove obtuvieron la concesión ese mismo año para erigir una línea de Chihuahua a algún lugar del Pacífico. Su compañía llamada “Chihuahua al Pacífico” construyó 194 kilómetros de vía en el estado de Chihuahua, entre la capital y el poblado de Miñaca.

Con un nuevo decreto se constituyó la compañía norteamericana Kansas City, México y Oriente que, entre 1902 y 1908, construyó el tramo de 88 kilómetros La Junta y Temósachic en Chihuahua, y el tramo Topolobampo a San Pedro en el estado de Sinaloa.

Foto: Cortesía

El primer intento formal para construir un ferrocarril entre Estados Unidos y la costa del Pacífico, correspondió a Arthur E. Stillwell, un hombre de negocios que tuvo la visión de que este proyecto atraería el tráfico de carga del extremo oriente hacia el medio oeste americano por medio una línea ferroviaria más corta: Kansas City–Topolobampo.

Pero fue durante el período revolucionario que las empresas pudieron concluir algunas líneas. De 1910 a 1914, el Ferrocarril del Noroeste concluyó el tramo Temósachic-Casas Grandes y el ferrocarril Kansas, con diferente administración el tramo Chihuahua-Ojinaga y por último, el ferrocarril Chihuahua al Pacífico de Enrique Creel, el tramo Chihuahua-Creel.

En 1940, el gobierno mexicano adquirió los derechos del Ferrocarril Kansas City, México and Oriente Railroad Co., y en mayo de 1952 tomó posesión de la línea explotada por The Mexican Northwestern Railway Co., integrándose de este modo en 1955 con la fusión de estas dos empresas, el Ferrocarril Chihuahua al Pacifico, S.A de C.V.

El reto era el tramo faltante y más complejo de 258 kilómetros, entre la estación Creel en Chihuahua y Heriberto Valdez (San Pedro) en Sinaloa, que cruza el macizo de la Sierra Madre Occidental y lo concluyó el gobierno federal, el cual se inauguró el 24 de noviembre de 1961 como Ferrocarril Chihuahua al Pacifico con una inversión de mil 133 millones de pesos.

Hoy en día, el tren presta el servicio turístico, así como el de carga, que, a decir de especialistas en administración ferroviaria, en realidad el negocio es la transportación de mercancías a bajo costo que representa el 97% de los ingresos para la actual concesionaria Ferromex, si bien la fama internacional es por el servicio de pasajeros y contra eso, nada le compite.

Una joya resguardada

Aun cuando el estado de Chihuahua enfrenta una seria problemática de inseguridad a lo largo del territorio y la Sierra Tarahumara no es la excepción, el Chepe ha sido resguardado no sólo por los gobiernos sino los propios habitantes que lo cuidan y utilizan por ser el único medio de transporte alrededor de esa zona.

Entre las diferentes estaciones que abarcan Cuauhtémoc, Creel, Divisadero, Bahuichivo, El Fuerte y Los Mochis, se detonó el desarrollo de las comunidades, empezando por Cuauhtémoc, donde en particular dos factores impulsaron el crecimiento del municipio: el tren y los menonitas.

Foto: Cortesía

Y es que el Chepe parte de la ciudad de Chihuahua y hace una de sus primeras paradas en Cuauhtémoc, cruzando el parque lineal San Antonio. Se detiene en un total de 13 puntos, por lapsos de 15 a 20 minutos para que la gente baje, disfrute la vista y si lo desea, realice algunas compras, donde destacan las artesanías y comida elaborada por uno de los grupos étnicos más numeroso, los rarámuris.

El Chepe Express, o de lujo, parte únicamente de Creel, municipio de Bocoyna, haciendo escala en el Divisadero, del municipio de Urique y permite contemplar parte de las Barrancas del Cobre, para luego parar en Bahuichivo, Urique; El Fuerte, Sinaloa y finalmente, Los Mochis.

Los viajeros suelen estacionarse en Creel, Urique o Basaseachi para descansar en las cabañas u hoteles en medio del paraíso serrano, donde pueden practicar deportes extremos, ciclismo, realizar caminatas en zonas arqueológicas o comunidades, rappel, disfrutar del Parque Aventura donde se colocaron tirolesas, un teleférico, un puente colgante, el Lago de Arareco o las cascadas de Cusárare y Basaseachi, además del restaurante con piso de cristal en Barrancas del Cobre.

La mejor medicina

La especialista en turismo, Sonia Estrada, explicó que el Chepe no puede ir a gran velocidad como los ferrocarriles de otras partes del mundo. Sin embargo, es parte de su atractivo porque resulta relajante el viaje, “es la mejor medicina”.

Hizo un reconocimiento a Grupo México, pues afirma que invirtió en los mejores trenes para el Concepto Chepe Express y aseguró que los hoteleros de Creel con actitud de amor y valor, también han hecho su esfuerzo para ofrecer a los huéspedes las mejores instalaciones.

Estrada compartió que el auge del turismo se dio hace menos de 50 años. “No había carreteras y las vías se convirtieron en el medio de transporte más seguro. Una familia con visión comenzó a ofrecer hospedaje en Divisadero, que hoy cuenta con un prestigioso hotel. Los trenes iban y venían, hasta que surgió la autovía, especializado en trasladar a turistas”.

Foto: Cortesía

Medio siglo bastó para ir conformando una amplia red de bienes y servicios, y el detonante para comunidades que antes eran pueblos aislados.

De ese modo, se fue involucrando a la población rarámuri en algunos de los proyectos turísticos alrededor del Chepe en particular con el perfil del autoempleo para ofrecer sus artesanías y alimentos preparados.

Una historia diferente para la comunidad menonita en Cuauhtémoc, que cuentan con un sistema productivo agrícola e industrial el cual desarrollan entre sí, y precisamente eso los posicionó como otro atractivo para los visitantes, a quienes permiten conocer sus campos, sin embargo, se sienten tan identificados con el Chepe como cualquier otro operador turístico, pues a todos conviene el flujo de turistas y ya se han convertido en inversionistas del ramo hotelero.

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Cada población alrededor de la ruta férrea la adopta y resguarda para que siga funcionando, de hecho, ni siquiera la pandemia detuvo su marcha, sólo redujo la cantidad de corridas por semana tanto para uso comercial como de traslado de pasajeros, ya que los habitantes de la región se movilizan y están comunicados entre sí a través del tren, ya sea para ir a ver a familiares, acudir a la consulta médica en las cabeceras municipales, comprar suministros o vender sus productos.



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El Chepe es la columna vertebral del turismo en el estado de Chihuahua. Resulta curioso que gran parte de los 653 kilómetros que atraviesa por 37 puentes y 86 túneles entre Chihuahua y Los Mochis, Sinaloa, está en lo más enclavado de las montañas de la majestuosa Sierra Madre Occidental, pero tiene una razón de ser.

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A mediados del siglo XVIII surgió la necesidad de trasladar el grano desde Kansas, Estados Unidos, hasta el océano Pacífico, en Sinaloa, para que de ahí se embarcara a distintas partes del mundo. Se haría a como diera lugar utilizando el ferrocarril como medio de transporte, así que no importó el reto de ingeniería.

Su construcción inició en tiempos de Porfirio Díaz, cuando se planeó como un ramal del ferrocarril Kansas City-México y Oriente pero la Revolución interrumpió los trabajos y se reiniciaron hasta que hubo cierta estabilidad política, en 1950.

Foto: Cortesía

La vía se inauguró el 24 de noviembre de 1961 en la estación de Témoris. Junto a la placa develada, por el entonces presidente Adolfo López Mateos, los gobernadores de los estados de Chihuahua y Sinaloa colocaron en noviembre de 2011 una nueva placa conmemorativa de los 50 años de servicio de la magna obra.

En la actualidad, miles de turistas nacionales e internacionales viajan cada año en el tren Chihuahua-Pacífico, al que coloquialmente se conoce como El Chepe, en un recorrido que se adentra en la profundidad de las montañas de la sierra, permite disfrutar de los paisajes naturales entre barrancas y cascadas, así como apreciar los asentamientos de pueblos indígenas en la zona. La experiencia la han catalogado los operadores del turismo como uno de los diez recorridos en tren más espectaculares del mundo.

Algún lugar del pacífico

En 1897, el estadounidense Foster Higgins obtuvo la concesión y formó la Compañía del Ferrocarril del Río Grande, Sierra Madre y Pacífico, la cual construyó en el estado de Chihuahua, el tramo Ciudad Juárez–Corralitos y al año siguiente construyó otro tramo hasta Casas Grandes. En total, 259 kilómetros.

Enrique Creel y Alfredo Spendlove obtuvieron la concesión ese mismo año para erigir una línea de Chihuahua a algún lugar del Pacífico. Su compañía llamada “Chihuahua al Pacífico” construyó 194 kilómetros de vía en el estado de Chihuahua, entre la capital y el poblado de Miñaca.

Con un nuevo decreto se constituyó la compañía norteamericana Kansas City, México y Oriente que, entre 1902 y 1908, construyó el tramo de 88 kilómetros La Junta y Temósachic en Chihuahua, y el tramo Topolobampo a San Pedro en el estado de Sinaloa.

Foto: Cortesía

El primer intento formal para construir un ferrocarril entre Estados Unidos y la costa del Pacífico, correspondió a Arthur E. Stillwell, un hombre de negocios que tuvo la visión de que este proyecto atraería el tráfico de carga del extremo oriente hacia el medio oeste americano por medio una línea ferroviaria más corta: Kansas City–Topolobampo.

Pero fue durante el período revolucionario que las empresas pudieron concluir algunas líneas. De 1910 a 1914, el Ferrocarril del Noroeste concluyó el tramo Temósachic-Casas Grandes y el ferrocarril Kansas, con diferente administración el tramo Chihuahua-Ojinaga y por último, el ferrocarril Chihuahua al Pacífico de Enrique Creel, el tramo Chihuahua-Creel.

En 1940, el gobierno mexicano adquirió los derechos del Ferrocarril Kansas City, México and Oriente Railroad Co., y en mayo de 1952 tomó posesión de la línea explotada por The Mexican Northwestern Railway Co., integrándose de este modo en 1955 con la fusión de estas dos empresas, el Ferrocarril Chihuahua al Pacifico, S.A de C.V.

El reto era el tramo faltante y más complejo de 258 kilómetros, entre la estación Creel en Chihuahua y Heriberto Valdez (San Pedro) en Sinaloa, que cruza el macizo de la Sierra Madre Occidental y lo concluyó el gobierno federal, el cual se inauguró el 24 de noviembre de 1961 como Ferrocarril Chihuahua al Pacifico con una inversión de mil 133 millones de pesos.

Hoy en día, el tren presta el servicio turístico, así como el de carga, que, a decir de especialistas en administración ferroviaria, en realidad el negocio es la transportación de mercancías a bajo costo que representa el 97% de los ingresos para la actual concesionaria Ferromex, si bien la fama internacional es por el servicio de pasajeros y contra eso, nada le compite.

Una joya resguardada

Aun cuando el estado de Chihuahua enfrenta una seria problemática de inseguridad a lo largo del territorio y la Sierra Tarahumara no es la excepción, el Chepe ha sido resguardado no sólo por los gobiernos sino los propios habitantes que lo cuidan y utilizan por ser el único medio de transporte alrededor de esa zona.

Entre las diferentes estaciones que abarcan Cuauhtémoc, Creel, Divisadero, Bahuichivo, El Fuerte y Los Mochis, se detonó el desarrollo de las comunidades, empezando por Cuauhtémoc, donde en particular dos factores impulsaron el crecimiento del municipio: el tren y los menonitas.

Foto: Cortesía

Y es que el Chepe parte de la ciudad de Chihuahua y hace una de sus primeras paradas en Cuauhtémoc, cruzando el parque lineal San Antonio. Se detiene en un total de 13 puntos, por lapsos de 15 a 20 minutos para que la gente baje, disfrute la vista y si lo desea, realice algunas compras, donde destacan las artesanías y comida elaborada por uno de los grupos étnicos más numeroso, los rarámuris.

El Chepe Express, o de lujo, parte únicamente de Creel, municipio de Bocoyna, haciendo escala en el Divisadero, del municipio de Urique y permite contemplar parte de las Barrancas del Cobre, para luego parar en Bahuichivo, Urique; El Fuerte, Sinaloa y finalmente, Los Mochis.

Los viajeros suelen estacionarse en Creel, Urique o Basaseachi para descansar en las cabañas u hoteles en medio del paraíso serrano, donde pueden practicar deportes extremos, ciclismo, realizar caminatas en zonas arqueológicas o comunidades, rappel, disfrutar del Parque Aventura donde se colocaron tirolesas, un teleférico, un puente colgante, el Lago de Arareco o las cascadas de Cusárare y Basaseachi, además del restaurante con piso de cristal en Barrancas del Cobre.

La mejor medicina

La especialista en turismo, Sonia Estrada, explicó que el Chepe no puede ir a gran velocidad como los ferrocarriles de otras partes del mundo. Sin embargo, es parte de su atractivo porque resulta relajante el viaje, “es la mejor medicina”.

Hizo un reconocimiento a Grupo México, pues afirma que invirtió en los mejores trenes para el Concepto Chepe Express y aseguró que los hoteleros de Creel con actitud de amor y valor, también han hecho su esfuerzo para ofrecer a los huéspedes las mejores instalaciones.

Estrada compartió que el auge del turismo se dio hace menos de 50 años. “No había carreteras y las vías se convirtieron en el medio de transporte más seguro. Una familia con visión comenzó a ofrecer hospedaje en Divisadero, que hoy cuenta con un prestigioso hotel. Los trenes iban y venían, hasta que surgió la autovía, especializado en trasladar a turistas”.

Foto: Cortesía

Medio siglo bastó para ir conformando una amplia red de bienes y servicios, y el detonante para comunidades que antes eran pueblos aislados.

De ese modo, se fue involucrando a la población rarámuri en algunos de los proyectos turísticos alrededor del Chepe en particular con el perfil del autoempleo para ofrecer sus artesanías y alimentos preparados.

Una historia diferente para la comunidad menonita en Cuauhtémoc, que cuentan con un sistema productivo agrícola e industrial el cual desarrollan entre sí, y precisamente eso los posicionó como otro atractivo para los visitantes, a quienes permiten conocer sus campos, sin embargo, se sienten tan identificados con el Chepe como cualquier otro operador turístico, pues a todos conviene el flujo de turistas y ya se han convertido en inversionistas del ramo hotelero.

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Cada población alrededor de la ruta férrea la adopta y resguarda para que siga funcionando, de hecho, ni siquiera la pandemia detuvo su marcha, sólo redujo la cantidad de corridas por semana tanto para uso comercial como de traslado de pasajeros, ya que los habitantes de la región se movilizan y están comunicados entre sí a través del tren, ya sea para ir a ver a familiares, acudir a la consulta médica en las cabeceras municipales, comprar suministros o vender sus productos.



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