Los enfermos mentales en situación de calle en Acapulco se han convertido en un problema mayúsculo que no ha logrado ser resuelto por las autoridades en el municipio, derivado del poco presupuesto con el que cuenta los organismos para solventar los altos costos que genera el tratamiento médico y los cuidados diarios que las personas con algún tipo de trastorno requieren.
Durante un recorrido realizado por las principales avenidas de la ciudad, se pudo constatar de la presencia de un gran número de personas que se encuentran deambulando en condiciones poco favorables, son hombres y mujeres que presentan algún tipo de trastorno mental ocasionado, en muchas ocasiones, por el abuso de las drogas.
La mayoría de estos enfermos se ubican en lugares muy concurridos, donde normalmente acuden para poder subsistir pidiendo dinero o alimentos a locales y turistas que visitan plazas, como la plaza Álvarez en el zócalo de la ciudad o sobre la avenida costera Miguel Alemán.
Hay una gran variedad de trastornos mentales, cada uno de ellos con manifestaciones distintas y en general, todas se caracterizan por una combinación de alteraciones del pensamiento, la percepción, las emociones, la conducta y las relaciones con los demás; entre ellos se incluyen la depresión, el trastorno afectivo bipolar, la esquizofrenia, la demencia, las discapacidades intelectuales y los trastornos del desarrollo, como el ausentismo.
Gracias a la medicina moderna se ha logrado, a través de tratamientos farmacológicos que se deben suministrar durante toda la subsistencia, mejorar las condiciones de convivencia y que éstos puedan desarrollar su vida con parcial normalidad.
En Acapulco no hay una dependencia de gobierno municipal, estatal o federal que dé atención integral de tiempo completo a personas con estos padecimientos, todos los enfermos mentales son canalizados a instituciones como el Centro de Atención para Enfermos Mentales Cristo de la Misericordia, ubicado en el poblado de Tres Palos y el albergue Jesús de Nazaret, los cuales sobreviven con donaciones.
En el caso del Centro Cristo de la Misericordia, en la actualidad registra una población de 138 pacientes internados con distintos diagnósticos, de los cuales, el 65 por ciento se encuentran en abandono total de sus familiares, generando un gasto cuantioso para la institución que sobrevive con aportaciones de la sociedad civil, la iglesia católica y en una pequeña parte del gobierno municipal y estatal.
La directora del centro, Glenda Texta, informó en entrevista que en lo que va del 2018 se han recibido 20 personas, los cuales se suman a los pacientes que buscan concluir con su tratamiento especializado para ser reincorporados a su vida ordinaria y aseveró que mensualmente un aproximado de 10 pacientes lo logra.
Pero también agregó que el centro tiene muchas limitaciones, pues el universo de internos en indigencia los obliga a buscar dinero para suministrarles tratamientos que alcanzan los 2 mil 500 pesos al mes, más sus alimentos, vestido y calzado.
“Son muchas las necesidades que tenemos, la forma más buena para las personas que deseen apoyar es tratando de darnos lo que nosotros necesitamos, necesitamos alimentos, hay forma de ayudarnos con alimentos como el arroz, el frijol y los enlatados, todo eso nos ayuda mucho para enriquecer la alimentación de los pacientes. Nada más en pensar en la alimentación son 450 platillos todos los días”, señaló.
También existen necesidad en demasía de ropa en buen estado, ya que se desechan diariamente de 30 a 40 prendas.
En la actualidad, el sistema integral para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) Acapulco cuenta con programas específicos para atender a personas que presentan esta problemática, pero, ¿de verdad se aplican? y ¿Por qué a pesar de su existencia hay tantos enfermos mentales en las calles?
De acuerdo con información otorgada por Genoveva Marín Gálvez, trabajadora social del organismo descentralizado, en el año 2010, derivado de la detección de un aumento desmedido de casos, se realizó un operativo masivo donde se rescataron 15 indigentes con afectaciones mentales en puntos turísticos y colonias de la zona conurbada de la ciudad, los cuales fueron ingresados a instituciones de rehabilitación como el Cristo de la Misericordia y el Albergue Jesús de Nazaret.
Sin embargo, explicó que desde esa fecha el organismo descentralizado del gobierno municipal se ha enfrentado con obstáculos muy grandes que se derivan de los recursos económicos que el municipio tiene que aportar cada vez que ingresan a una persona y en caso de no hacerlo, los pacientes no son aceptados por falta de solvencia en los albergues.
Marín Gálvez informó que la mayoría de los enfermos mentales que deambulan en Acapulco no son originarios de este puerto, pues se han detectado personas de Ciudad de México, Zihuatanejo, Veracruz, entre otros y hasta el momento no tienen un censo exacto de la población indigente actual por la inestabilidad que presentan.
Aseveró también que por cada enfermo canalizado tienen que cubrir la cantidad de 2 mil 200 pesos al mes y en la actualidad cuentan con 9 de ellos siendo atendidos en los centros mencionados, la última canalización de este tipo se realizó en el mes de febrero del año en curso.
Sin embargo, recalcó que a pesar de que la dependencia “ponga su mejor esfuerzo” para erradicar este mal de las calles, nada será suficiente si los familiares de los indigentes no asumen su responsabilidad de brindarles la atención y cuidados necesarios, pues es derivado de la falta de conciencia de ellos mismos que los enfermos mentales salen a las calles a deambular.
