/ viernes 19 de noviembre de 2021

Se gana la vida con machete en mano

Instalado en la glorieta de la iglesia de Costa Azul, don Arturo salió hace 10 años de su natal Ometepec para dedicarse a vender cocos

Ser humilde no es delito, dice el indígena amuzgo, Arturo Santiago Candelaria, quien con asombrosa habilidad con el machete prepara los cocos que vende a sus clientes para sostener a su familia.

Instalado en la glorieta de la iglesia de Costa Azul, que refiere tiene ya 10 años que salió de su pueblo en Ometepec para dedicarse a vender cocos que cosecha de los huertos de sus familiares y los trae al puerto de Acapulco.

Lee también: Joven estudiante es becado en Ingeniería en Bioquímica

Recuerda que llegó sin dinero, pero con muchas ganas de trabajar vendiendo este producto natural, en un pequeño espacio de la calle Horacio Nelson , pero luego pudo comprarse su camioneta y la usó como puesto.

"La gente comenzó a conocerme y me hice de mi propia clientela, les vendo coco de cuchara, media cuchara y sazón, que les recomiendo tomarlo en ayunas porque es bueno para combatir las lombrices", dijo.

-Antes a qué te dedicabas ...

En mi tierra cultivaba el campo, sembraba maíz y frijol, pero también cosechaba el coco de mi huerta y de ahí me surgió la idea de venderlo en Acapulco y me ha ido bien.

Con mucha habilidad maneja el machete para pelar un coco. / Foto: Abraham Martínez | El Sol de Acapulco

-¿De aquí mantienes a tu familia?

Si, vendiendo coco les he pagado sus estudios a mis hijos y saco para sostener mi hogar, pero también para ir por el producto a mi Ometepec.

Sin descuidar su negocio, con habilidad maneja el machete para pelar un coco y descubrir la parte por donde introduce un popote para que lo disfrute el cliente en turno.

Aclara que no saca mucho, pero si tiene ganancias para cubrir sus más elementales necesidades y también para fabricar los derivados como el dulce de coco y hasta aceite.

Yo aprovecho todo y no desperdicio nada, porque todo es ganancia, sólo hay que ser inteligente para sacarle beneficios a lo que comercializas, dice este hombre emprendedor que vive de la venta del coco con ayuda de su esposa y uno de sus hijos.

Precisa que se dedicará a este noble oficio hasta que tenga condiciones para hacerlo, "ya veremos si alguno de mis hijos sigue mis pasos, sólo el tiempo lo dirá", para sí dar por terminada esta entrevista, al tiempo que ofrece a la gente que pasa por ese lugar su producto natural.

Ser humilde no es delito, dice el indígena amuzgo, Arturo Santiago Candelaria, quien con asombrosa habilidad con el machete prepara los cocos que vende a sus clientes para sostener a su familia.

Instalado en la glorieta de la iglesia de Costa Azul, que refiere tiene ya 10 años que salió de su pueblo en Ometepec para dedicarse a vender cocos que cosecha de los huertos de sus familiares y los trae al puerto de Acapulco.

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Recuerda que llegó sin dinero, pero con muchas ganas de trabajar vendiendo este producto natural, en un pequeño espacio de la calle Horacio Nelson , pero luego pudo comprarse su camioneta y la usó como puesto.

"La gente comenzó a conocerme y me hice de mi propia clientela, les vendo coco de cuchara, media cuchara y sazón, que les recomiendo tomarlo en ayunas porque es bueno para combatir las lombrices", dijo.

-Antes a qué te dedicabas ...

En mi tierra cultivaba el campo, sembraba maíz y frijol, pero también cosechaba el coco de mi huerta y de ahí me surgió la idea de venderlo en Acapulco y me ha ido bien.

Con mucha habilidad maneja el machete para pelar un coco. / Foto: Abraham Martínez | El Sol de Acapulco

-¿De aquí mantienes a tu familia?

Si, vendiendo coco les he pagado sus estudios a mis hijos y saco para sostener mi hogar, pero también para ir por el producto a mi Ometepec.

Sin descuidar su negocio, con habilidad maneja el machete para pelar un coco y descubrir la parte por donde introduce un popote para que lo disfrute el cliente en turno.

Aclara que no saca mucho, pero si tiene ganancias para cubrir sus más elementales necesidades y también para fabricar los derivados como el dulce de coco y hasta aceite.

Yo aprovecho todo y no desperdicio nada, porque todo es ganancia, sólo hay que ser inteligente para sacarle beneficios a lo que comercializas, dice este hombre emprendedor que vive de la venta del coco con ayuda de su esposa y uno de sus hijos.

Precisa que se dedicará a este noble oficio hasta que tenga condiciones para hacerlo, "ya veremos si alguno de mis hijos sigue mis pasos, sólo el tiempo lo dirá", para sí dar por terminada esta entrevista, al tiempo que ofrece a la gente que pasa por ese lugar su producto natural.

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