Roberta, es una mujer de 43 años que se aferra a no perder la fe de ser madre pero con ayuda de la fecundación in-vitro. Ella es fuerte y sabe que el combinar el proceso de fertilización y el trabajo es un desgaste físico y emocional pero luchará por lograrlo.
Junto con su pareja, Roberta tiene un año en este procedimiento de fecundación y ha gastado más de 600 mil pesos, también vive un peregrinar al viajar constantemente a la Ciudad de México a una clínica especializada para llevar a cabo éste proceso.
Ella no se dejará vencer e insistirá hasta lograr este deseo de tener en sus brazos a un bebé y que su madre, quien recientemente falleció, le dijo que buscará la forma de ser mamá al no poderlo hacer de manera natural.
Roberta, al ver que no quedaba embarazada recurrió desde Octubre del año pasado al procedimiento de fertilización in vitro, donde ha insistido en dos ocasiones.
Primero recurrió a una clínica en Acapulco, pero no se logró y lamentó que aquí los médicos se han dedicado hacer de la fecundación un “negocio desmedido”, en lugar de ayudar a las mujeres en ser madre.
“Aquí en Acapulco ven en las mujeres que quieren de ser madres, solo un signo de peso y no toman en cuenta muchas cosas y pase una mala experiencia en la clínica donde los procedimientos no son bueno y es caro”.
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Pero Roberta no se da por vencida, le recomendaron una clínica en la Ciudad de México, y ahora sigue su proceso médico, está en espera de la implantación de un óvulo fecundado.
“Tengo que viajar varias veces a la Ciudad de México, hay que dejar el trabajo, para poder lograr cumplir mi sueño de ser mamá, te piden estar relajada y a veces los problemas en el trabajo no te lo impiden”.
Todo un proceso se extracción de óvulo, tomar medicinas como hormonas, inyecciones, comprar medicamentos con un costo de hasta de 7 mil pesos, es a lo que se tiene que enfrentar Roberta.
Dijo que ahora las clínicas especializadas en fecundación han perdido el espíritu de engendrar vida y falta una apertura de orientación a las mujeres que buscan ser madres por primera vez o una atención psicológica cuando no se logra.
“Me tengo que mentalizar que tener un bebé por fertilización in vitro no es un procedimiento rápido porque tengo que pasar varios procesos, porque muchas veces cuando sale mal hay que volver a empezar de nuevo pero no me doy por vencida”.
Roberta se lamenta que el no haber pensado en tener hijos a temprana edad, ahora tiene sus consecuencia sobre todo cuando no preservó sus óvulos.
Ella prefirió cumplir sus metas profesionales, estudiar su licenciatura y una maestría en educación, viajar y consideró que ahora que quiere ser madre y formar una familia, le ha salido caro.
En sus momentos de estrés por el desgaste físico y emocional, Roberta se apoya en su pareja y sus dos perras una Pitbull y un labrador, dice que son su paz cada vez que las abraza.
Ella dice que mientras llegue el bebé, seguirá siendo una madre perruna.