Ni el inclemente calor del sol o la alta temperatura de la arena, son obstáculos para una joven mujer dedicada a dar masajes, caminar largos tramos en la playa en busca de clientes para ganarse unos pesos y poder llevar el sustento a sus tres hijos.
De baja estatura, Osiris Stephanie Ríos Peláez, cubriéndose la cabeza con una franela para aminorar el calor del mediodía ya la vez para limpiarse el sudor, hace un breve alto en su andar por la playa Condesa, para tomar un sorbo de agua y un poco de aire para continuar ofreciendo sus servicios a los "chilangos".
Antes, observa a su alrededor y de inmediato se dirige a un grupo de turistas provenientes de la Ciudad de México, a quienes les ofrecen un masaje para aliviar el estrés, toma a uno del brazo y le pasa la palma de su mano y segura le dice: "Usted está tenso, necesita un masaje".
Al término de atender a su cliente ocasional, acepta dar una entrevista con la condición "que sea rápido, porque apenas es mi primer cliente", dice esta joven madre soltera que llegó al puerto de Acapulco de una comunidad rural de la región de La Montaña baja de Guerrero.
-¿Desde cuando te dedicas a dar masajes en la playa?
Yo estaba casada, pero mi marido tomaba mucho y me daba mala vida, hasta que un día me abandonó y no me quedó de otra que buscar trabajo, así que con mis dos hermanas nos venimos a vivir al puerto y aquí nos dimos a la tarea de ofrecer nuestros servicios de "chachas" o sirvientas, pues, pero nadie nos quiso contratar, refirió.
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Nosotras juntamos un poco de dinero, vendimos lo poco de valor que teníamos para rentar un cuartito en Ciudad Renacimiento, pero se nos estaba acabando el efectivo y cuando ya nos íbamos a dar por vencidas, llegamos a la playa y vimos a una señora como daba masajes a los turistas, por lo que le pregunté si era difícil y me dijo que no.
-¿Ella les enseñó el oficio?
No, sólo nos dijo que era fácil y pues nos pusimos de acuerdo con mis hermanas, compramos aceite de coco y nos metimos a la playa a buscar clientes, nos despojamos de la vergüenza y empezamos a ofrecer masajes, que básicamente era frotar la espalda y brazos, hasta llegar a la nuca y los turistas quedaban satisfechos.
-¿Cuánto te pagaron por tu primer masaje?
¡Doscientos pesos! Saque lo de dos días de trabajo en 10 minutos y entonces seguí en este oficio, claro, ahora me he preparado mejor y ya sé más cómo relajar a los clientes, por eso en ocasiones ganó hasta mil 500 pesos en un dia y cuando es malo el día gano 300 pesos.
La entrevistada explicó que gracias a la playa saca para poder llevar el sustento diario, pero está más contenta porque es su propia patrona, nadie la regaña y trabaja cuando quiere, aunque la necesidad la obliga a ir todos los días a la franja de arena, porque es prácticamente su segundo hogar y su fuente de ingresos.
Además, tiene que mantener a sus tres hijos, porque al quedarse sola se convirtió en padre y madre, así que tiene que caminar largos tramos para sacar el sustento diario.
Bueno, lo dejo, voy a seguir buscando clientes, porque apenas llevo uno, dijo sonriente esta madre soltera que es parte de un grupo de personas que deambulan en las playas para ganarse la vida atendiendo a los turistas.