/ jueves 11 de febrero de 2021

La pandemia la obligó a salir con sus machetes a las calles de Acapulco

Desde las 08:00 de la mañana, Ana Laura se instala en uno de los semáforos de la costera Miguel Alemán frente al Palacio Federal, en espera del color rojo para empezar con su espectáculo de malabares

En la actualidad, en su colonia la conocen como la mujer de los machetes, pero antes era una empleada de una hospedería que cuatro meses después del comienzo de la pandemia de la covid-19 fue despedida y hoy se juega la vida haciendo malabares con estas herramientas en la zona turística.

Como todos los días desde hace casi un mes, Ana Laura acompañada por su pequeña hija de tan sólo ocho años de edad, sale de su casa en busca del sustento familiar para conseguir unas cuantas monedas que le sirvan para medio cubrir sus necesidades básicas diarias.

Desde las 08:00 de la mañana, Ana Laura se instala en uno de los semáforos de la costera Miguel Alemán frente al Palacio Federal, en espera del color rojo para empezar con su espectáculo de malabares con sus cuatro machetes que son su herramienta de trabajo.

Mientras tanto, su pequeña hija la espera sentada en el camellón central de la Costera, bajo la fresca sombra de un árbol en espera que su madre le entregue las pocas monedas que algunos conductores le dan por el espectáculo que ofrece en una de las avenidas más transitadas de Acapulco.

"Nunca pensé que perdería mi trabajo en la industria turística, pero la pandemia ha dejado a muchos sin un sustento y ante esto, se debe de buscar la forma de poder llevar el sustento a nuestras casas, más cuando se tienen hijos que mantener y cuando eres madre soltera", dijo con un rostro cansado y sudado por los candentes rayos del sol que caen sobre ella durante el tiempo que dura su espectáculo cuando está en rojo el semáforo que marca el alto a los conductores.

La joven mujer asegura que todas las mañanas cuando sale de su casa ubicada en la parte alta de la colonia Sinaí, ella y su pequeña hija se encomiendan a Dios para que tengan un buen día.

La situación económica es muy difícil en estos momentos por la pandemia, pero pese a la complicación, ella no se ha quedado de brazos cruzados y hace todo lo necesario para obtener un recurso económico con el que le pueda dar de comer a su hija.

Y al mismo tiempo pagar los servicios de luz y agua, aunque no la tenga constantemente en su casa.

Los malabares con los machetes es un oficio de alto riesgo que aprendió por gusto hace algunos años, y ahora es la forma de cómo se gana la vida diariamente.

Es poco lo que se gana, algunos conductores le dan desde uno hasta cinco pesos, pero otros ni la regresan a ver cuándo pasa a pedir la cooperación luego de que el semáforo cambia de color.

Antes de la pandemia, Ana trabajaba de camarista en un pequeño hotel de la zona Tradicional de Acapulco, pero cuatro meses después de haber iniciado la pandemia fue liquidada y lo que le dieron de retiro por más de seis años, no alcanzó ni para estar dos meses sin trabajo, por lo que decidió salir a la calle en busca de la vida.

Aseguró que no le da vergüenza que la gente la vea con sus machetes, pero sí le preocupa su hija porque al acompañarla pierde sus clases de manera virtual, lo cual también representa un gasto económico más, porque debe de pagar recargas de 50 y hasta 100 pesos para su teléfono celular.

La mujer de los machetes, como le dicen sus vecinos en la colonia, tiene confianza en que la situación en Acapulco cambie y que regrese a trabajar en beneficio de su hija que en estos momentos sufre también por la falta de dinero en la casa.

En la actualidad, en su colonia la conocen como la mujer de los machetes, pero antes era una empleada de una hospedería que cuatro meses después del comienzo de la pandemia de la covid-19 fue despedida y hoy se juega la vida haciendo malabares con estas herramientas en la zona turística.

Como todos los días desde hace casi un mes, Ana Laura acompañada por su pequeña hija de tan sólo ocho años de edad, sale de su casa en busca del sustento familiar para conseguir unas cuantas monedas que le sirvan para medio cubrir sus necesidades básicas diarias.

Desde las 08:00 de la mañana, Ana Laura se instala en uno de los semáforos de la costera Miguel Alemán frente al Palacio Federal, en espera del color rojo para empezar con su espectáculo de malabares con sus cuatro machetes que son su herramienta de trabajo.

Mientras tanto, su pequeña hija la espera sentada en el camellón central de la Costera, bajo la fresca sombra de un árbol en espera que su madre le entregue las pocas monedas que algunos conductores le dan por el espectáculo que ofrece en una de las avenidas más transitadas de Acapulco.

"Nunca pensé que perdería mi trabajo en la industria turística, pero la pandemia ha dejado a muchos sin un sustento y ante esto, se debe de buscar la forma de poder llevar el sustento a nuestras casas, más cuando se tienen hijos que mantener y cuando eres madre soltera", dijo con un rostro cansado y sudado por los candentes rayos del sol que caen sobre ella durante el tiempo que dura su espectáculo cuando está en rojo el semáforo que marca el alto a los conductores.

La joven mujer asegura que todas las mañanas cuando sale de su casa ubicada en la parte alta de la colonia Sinaí, ella y su pequeña hija se encomiendan a Dios para que tengan un buen día.

La situación económica es muy difícil en estos momentos por la pandemia, pero pese a la complicación, ella no se ha quedado de brazos cruzados y hace todo lo necesario para obtener un recurso económico con el que le pueda dar de comer a su hija.

Y al mismo tiempo pagar los servicios de luz y agua, aunque no la tenga constantemente en su casa.

Los malabares con los machetes es un oficio de alto riesgo que aprendió por gusto hace algunos años, y ahora es la forma de cómo se gana la vida diariamente.

Es poco lo que se gana, algunos conductores le dan desde uno hasta cinco pesos, pero otros ni la regresan a ver cuándo pasa a pedir la cooperación luego de que el semáforo cambia de color.

Antes de la pandemia, Ana trabajaba de camarista en un pequeño hotel de la zona Tradicional de Acapulco, pero cuatro meses después de haber iniciado la pandemia fue liquidada y lo que le dieron de retiro por más de seis años, no alcanzó ni para estar dos meses sin trabajo, por lo que decidió salir a la calle en busca de la vida.

Aseguró que no le da vergüenza que la gente la vea con sus machetes, pero sí le preocupa su hija porque al acompañarla pierde sus clases de manera virtual, lo cual también representa un gasto económico más, porque debe de pagar recargas de 50 y hasta 100 pesos para su teléfono celular.

La mujer de los machetes, como le dicen sus vecinos en la colonia, tiene confianza en que la situación en Acapulco cambie y que regrese a trabajar en beneficio de su hija que en estos momentos sufre también por la falta de dinero en la casa.

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