/ viernes 2 de octubre de 2020

Guerrero, ¿otra vez a pintarse de rojo?

A todos nos consta que el gobierno del estado ha hecho uso de todas las herramientas a su alcance, como son las redes sociales y los centros de sanitización, para contener los contagios de Covid-19, pero no han logrado penetrar el muro de la indiferencia y el desprecio al confinamiento, que son los factores que están llevando al colapso pandémico a este estado suriano.

Así es querido lector, la pandemia que brotó en la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei, China, no sólo socavo las capacidades institucionales de Guerrero, sino que por el elevado deterioro en la convivencia social, aceleró los contagios de la plaga y cada día recrea escenarios indescriptibles, llenos de tragedia, desesperanza y muerte.

¿Quién no ha perdido un familiar, un amigo o un conocido, por la pandemia? Creo que todos hemos vivido esa amarga experiencia. Me cuento, porque en mi caso he visto partir a varios de mis amigos y qué decir de conocidos, ¿pero quién tiene la culpa de que no hayamos podido salir de las estadísticas?

¿Qué buena pregunta diría yo? Sin buscar culpables, creo que algunos hemos tenido parte de esa responsabilidad, toda vez que es innegable que por la necesidad de salir a trabajar y llevar el sustento a nuestros hogares, quedamos expuestos al contagio y sin saberlo, en un descuido nos convertimos en portadores del virus.

Pero también las autoridades tienen su parte de responsabilidad. Le explicó. Independientemente de que el semáforo epidemiológico diariamente confirma y oficializa el aumento de casos positivos de Covid-19, la realidad en el tratamiento a los pacientes sospechosos es discriminatorio y los diagnósticos son erróneos, muchas veces interpretan su malestar de dolor de garganta y gripe, como infecciones respiratorias, cuando ya están infectados del virus.

Esto ha generado miedo entre la población, tan es así, que cuando tienen un síntoma de Coronavirus, prefieren confinarse en sus domicilios y se atienden con medicinas caseras o practican los métodos de combate al patógeno como lo instruyen en algunos blogs de internet, como es la aspiración del vapor de agua caliente o tomar el agua casi hirviendo. Al mero estilo mexicano, pues.

En el puerto de Acapulco, clasificado como el epicentro de contagios de Coronavirus, es donde es una constante el deterioro en la convivencia social, conductas que son contrarias a las que recomiendan las instituciones de salud, pero prefieren fomentar el síndrome de oídos sordos con el valemadrismo de usar el cubrebocas o si regresamos al color rojo.

A todos nos consta que el gobierno del estado ha hecho uso de todas las herramientas a su alcance, como son las redes sociales y los centros de sanitización, para contener los contagios de Covid-19, pero no han logrado penetrar el muro de la indiferencia y el desprecio al confinamiento, que son los factores que están llevando al colapso pandémico a este estado suriano.

Así es querido lector, la pandemia que brotó en la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei, China, no sólo socavo las capacidades institucionales de Guerrero, sino que por el elevado deterioro en la convivencia social, aceleró los contagios de la plaga y cada día recrea escenarios indescriptibles, llenos de tragedia, desesperanza y muerte.

¿Quién no ha perdido un familiar, un amigo o un conocido, por la pandemia? Creo que todos hemos vivido esa amarga experiencia. Me cuento, porque en mi caso he visto partir a varios de mis amigos y qué decir de conocidos, ¿pero quién tiene la culpa de que no hayamos podido salir de las estadísticas?

¿Qué buena pregunta diría yo? Sin buscar culpables, creo que algunos hemos tenido parte de esa responsabilidad, toda vez que es innegable que por la necesidad de salir a trabajar y llevar el sustento a nuestros hogares, quedamos expuestos al contagio y sin saberlo, en un descuido nos convertimos en portadores del virus.

Pero también las autoridades tienen su parte de responsabilidad. Le explicó. Independientemente de que el semáforo epidemiológico diariamente confirma y oficializa el aumento de casos positivos de Covid-19, la realidad en el tratamiento a los pacientes sospechosos es discriminatorio y los diagnósticos son erróneos, muchas veces interpretan su malestar de dolor de garganta y gripe, como infecciones respiratorias, cuando ya están infectados del virus.

Esto ha generado miedo entre la población, tan es así, que cuando tienen un síntoma de Coronavirus, prefieren confinarse en sus domicilios y se atienden con medicinas caseras o practican los métodos de combate al patógeno como lo instruyen en algunos blogs de internet, como es la aspiración del vapor de agua caliente o tomar el agua casi hirviendo. Al mero estilo mexicano, pues.

En el puerto de Acapulco, clasificado como el epicentro de contagios de Coronavirus, es donde es una constante el deterioro en la convivencia social, conductas que son contrarias a las que recomiendan las instituciones de salud, pero prefieren fomentar el síndrome de oídos sordos con el valemadrismo de usar el cubrebocas o si regresamos al color rojo.