A unos días de que el Congreso de Guerrero proponga, analice, discuta y, en su caso, apruebe la iniciativa para la legalización de la amapola con fines medicinales, propuesta por los diputados de Movimiento Ciudadano, la violencia en la Sierra y Tierra Caliente del estado sigue en aumento, por la pugna entre grupos delincuenciales para controlar el cultivo de esta flor.
Guerrero es el principal productor de amapola en el país, y esta planta se cultiva en más de mil 200 comunidades desde hace más de 60 años, y a pesar que es ilegal, los campesinos no se consideran delincuentes, porque de las ganancias se mantienen más de 50 mil familias.
En la entidad, varios grupos delincuenciales se disputan los territorios para la siembra, cosecha y distribución de la amapola, sobre todo en la región Norte, Sierra y Centro, donde los homicidios se han incrementado en un 200 por ciento, según las cifras del Secretariado Ejecutivo del Consejo de Seguridad Pública, sobre todo en municipios como Chilapa, Chilpancingo, Chichihualco y San Miguel Totolapan. Esta situación llevó a que, en su primer año de gobierno, el actual mandatario estatal, Héctor Astudillo Flores, hiciera pública su propuesta de legalizar el cultivo de la amapola con fines medicinales, situación que fue discutida, incluso, a nivel nacional, y ahora parece una realidad en Guerrero.
Existen zonas en el Centro del estado y la Sierra donde se han formado supuestas policías comunitarias armadas, que han sido detectadas como personas que se dedican realmente a resguardar los plantíos de amapola y protegerlos de los operativos que realiza el Ejército Mexicano para evitar su destrucción.