Jugosos mangos son colocados a la vista de propios y extraños, por una mujer que desde hace 50 años ha vivido de su venta en la playa Papagayo.
Se trata de doña Reina, quien en su modesta mesa de plástico y un sillón, se instala en la franja de arena para vender sus mangos.
Aunque le incomoda que le tomen fotos o video, acepta hablar de la forma en que se gana la vida, aprovechando este rico fruto de temporada en la playa.
Aquí vendo desde hace 50 años, me ha dado de comer y para cubrir los gastos de mis hijos, que ya están grandes y se ganan la vida en otros oficios, dijo.
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Doña Reina, actualmente, tiene dos personas que le ayudan a vender el mango, "aquí lo preparan y le ponen salsa búfalo para ofrecerlo a los clientes".
Aunque se niega a decir de cuanto gana al día, se refiere a que saca para comer y que su producto es seleccionado, "vendo lo mejor".
Sin dejar de vigilar a sus ayudantes, se da tiempo para pelar un mango y colocarlo para su venta, "son dulces y carnosos, con limón y salsa búfalo les da un sabor que se antoja repetir".
Protegiéndose del sol con una sombrilla, doña Reina pone fin a la entrevista, pero sigue con el comercio del mango, tal y como lo ha hecho desde 50 años, pero también vigilando a sus ayudantes para que vendan el producto y no tenga pérdidas.