/ sábado 6 de noviembre de 2021

De oficio payaso, locutor y profesor de profesión 

Pepé Pepin se ha dedicado por 25 años a ser payaso, noble oficio que no conoce fronteras, razas ni idiomas

Detrás del maquillaje y esas narices rojas, se esconden los artistas que tratan de hacer crecer la magia y las ilusiones de aquellos que les dedican al menos un minuto de su tiempo.

Atrás de José Luis Mejía Ávila de 39 años, está el payaso Pepé Pepin quien se ha dedicado por 25 años a ser payaso, noble oficio que no conoce fronteras, razas ni idiomas.

Su padre el payaso Cachetín lo impulsó cuando él tenía 15 años de edad, lo ayudaba como “maletero”, después como botarga de Mickey Mouse y un día de mucho trabajo su padre le asignó la responsabilidad de atender una fiesta.

Pepé Pepin se tituló en Ciencias de la Comunicación en una universidad de Acapulco, actualmente es locutor de una estación grupera en el puerto. Es padre de familia de dos niños, Iker de 11 años y Valeria de 10 años y 16 años de compartir su vida con su esposa.

El trabajo de un payaso no es nada fácil, ya que si llevan cursos de preparación para poder ser un experto en la materia, ya que tocan fibras que podrían ser sensibles a los invitados y deben tomarlo con mucha delicadeza.

Cuando ayudaba a su padre él con varios payasos se reunían en su domicilio en la calle Oaxaca, de la colonia Progreso, para ensayar los sketch de las fiestas y es ahí donde aprendió a desenvolverse como tal.

Sin duda, los payasos absorben mucho de nuestro estrés y ayudan a pasar grandes momentos, de diversión y tranquilidad. Su vestuario tiene un costo aproximado de 10 mil pesos, los zapatos van desde los 600 a los 2 mil pesos, el traje de 800 a 5 mil pesos dependiendo el gusto, las pelucas 700 pesos y las narices de látex en 400 pesos.

El costo del servicio del show es variado según el paquete que elijan y va desde los 3 mil a 5 mil pesos.

Pepé Pepin tiene un sketch que no cae en lo grosero, es sano y con respeto, además que se actualiza, para estar a la vanguardia, tanto en su show como en su vestimenta, él trata de usar colores más llamativos, como fluorescentes. Su espectáculo es para niños y adultos y se renta para fiestas infantiles, baby showers y despedidas de soltera.

Su tiempo invertido por fiesta es alrededor de 4 horas; 2 horas utiliza para maquillarse con técnicas especiales y las dos restantes para divertir a las familias.

A Pepé Pepin le interesa más gustarle a los papás ya que son ellos los que deciden si lo contratan para las fiestas de sus hijos.

Sin duda la pandemia ha provocado que los payasos hayan tenido que guardar el maquillaje, pelucas y trajes por meses al no tener trabajo por la contingencia y a él, le cancelaron eventos programados de todo un año.

Él no solo vive de su oficio de los fines de semana, ya que lleva más de 10 años impartiendo clases por la mañana en la escuela primaria Nezahualcóyotl en la colonia Icacos, en el aula de medios, por las tardes es locutor en una estación de radio.

En algunas ocasiones a la cabina de radio entra a conducir José Luis y sale de ahí Pepé Pepin por empatar horarios de trabajo y tener que salir a prisa para dar su función.

Muchos pensamos que son personas locas y que nunca ven la maldad, pero ellos mas que nada viven ocultando muchas verdades para hacerte reír, ya que a pesar de poder tener problemas familiares, económicos o personales. Acuden a los eventos para hacerte reír y siempre sonriendo aunque tengan problemas.

Él nos narra que en cuanto empieza a maquillarse olvida sus preocupaciones y se enfoca a robar sonrisas y carcajadas a toda la familia.

El oficio de payaso lo trae de herencia de su padre y al igual que a él, a su hija Valeria empieza a tomarle el gusto por maquillarse y hacer reír a las personas.

Existen payasos que se especializan en dar funciones en hospitales y están capacitadas en técnicas de arte terapia, risoterapia, tanatología y todo eso les ayuda a enfocar su trabajo de entretenimiento a mejorar la calidad de vida de niños y adultos con enfermedades terminales.

Detrás del maquillaje y esas narices rojas, se esconden los artistas que tratan de hacer crecer la magia y las ilusiones de aquellos que les dedican al menos un minuto de su tiempo.

Atrás de José Luis Mejía Ávila de 39 años, está el payaso Pepé Pepin quien se ha dedicado por 25 años a ser payaso, noble oficio que no conoce fronteras, razas ni idiomas.

Su padre el payaso Cachetín lo impulsó cuando él tenía 15 años de edad, lo ayudaba como “maletero”, después como botarga de Mickey Mouse y un día de mucho trabajo su padre le asignó la responsabilidad de atender una fiesta.

Pepé Pepin se tituló en Ciencias de la Comunicación en una universidad de Acapulco, actualmente es locutor de una estación grupera en el puerto. Es padre de familia de dos niños, Iker de 11 años y Valeria de 10 años y 16 años de compartir su vida con su esposa.

El trabajo de un payaso no es nada fácil, ya que si llevan cursos de preparación para poder ser un experto en la materia, ya que tocan fibras que podrían ser sensibles a los invitados y deben tomarlo con mucha delicadeza.

Cuando ayudaba a su padre él con varios payasos se reunían en su domicilio en la calle Oaxaca, de la colonia Progreso, para ensayar los sketch de las fiestas y es ahí donde aprendió a desenvolverse como tal.

Sin duda, los payasos absorben mucho de nuestro estrés y ayudan a pasar grandes momentos, de diversión y tranquilidad. Su vestuario tiene un costo aproximado de 10 mil pesos, los zapatos van desde los 600 a los 2 mil pesos, el traje de 800 a 5 mil pesos dependiendo el gusto, las pelucas 700 pesos y las narices de látex en 400 pesos.

El costo del servicio del show es variado según el paquete que elijan y va desde los 3 mil a 5 mil pesos.

Pepé Pepin tiene un sketch que no cae en lo grosero, es sano y con respeto, además que se actualiza, para estar a la vanguardia, tanto en su show como en su vestimenta, él trata de usar colores más llamativos, como fluorescentes. Su espectáculo es para niños y adultos y se renta para fiestas infantiles, baby showers y despedidas de soltera.

Su tiempo invertido por fiesta es alrededor de 4 horas; 2 horas utiliza para maquillarse con técnicas especiales y las dos restantes para divertir a las familias.

A Pepé Pepin le interesa más gustarle a los papás ya que son ellos los que deciden si lo contratan para las fiestas de sus hijos.

Sin duda la pandemia ha provocado que los payasos hayan tenido que guardar el maquillaje, pelucas y trajes por meses al no tener trabajo por la contingencia y a él, le cancelaron eventos programados de todo un año.

Él no solo vive de su oficio de los fines de semana, ya que lleva más de 10 años impartiendo clases por la mañana en la escuela primaria Nezahualcóyotl en la colonia Icacos, en el aula de medios, por las tardes es locutor en una estación de radio.

En algunas ocasiones a la cabina de radio entra a conducir José Luis y sale de ahí Pepé Pepin por empatar horarios de trabajo y tener que salir a prisa para dar su función.

Muchos pensamos que son personas locas y que nunca ven la maldad, pero ellos mas que nada viven ocultando muchas verdades para hacerte reír, ya que a pesar de poder tener problemas familiares, económicos o personales. Acuden a los eventos para hacerte reír y siempre sonriendo aunque tengan problemas.

Él nos narra que en cuanto empieza a maquillarse olvida sus preocupaciones y se enfoca a robar sonrisas y carcajadas a toda la familia.

El oficio de payaso lo trae de herencia de su padre y al igual que a él, a su hija Valeria empieza a tomarle el gusto por maquillarse y hacer reír a las personas.

Existen payasos que se especializan en dar funciones en hospitales y están capacitadas en técnicas de arte terapia, risoterapia, tanatología y todo eso les ayuda a enfocar su trabajo de entretenimiento a mejorar la calidad de vida de niños y adultos con enfermedades terminales.

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