/ martes 20 de noviembre de 2018

Violeta del Anáhuac

México ha dado albergue, alimentos, transporte limítrofe, colchonetas, en el paso por el país de la Caravana Hondureña a miles de mujeres, niñas, niños, jóvenes, adultos y ahora están en Tijuana.

El Estado que recibe en su centro deportivo acondicionado como Albergue a la Caravana enfrenta la dificultad para dar atención a las y los centroamericanos, porque no es el único grupo migrante que ha llegado a la entidad buscando pasar hacia los Estados Unidos, también están los Haitianos, que tras el sismo salieron de su país a finales de 2016 por la falta de condiciones para reponerse de la catástrofe y queriendo alcanzar el objetivo de condiciones de vida digna, válido para todo ser humano.

Solo que Mexicali vio crecer la demanda laboral en restaurantes y la industria de la construcción para emplearse, así como el crecimiento del ambulantaje, la falta de espacios para rentar, la falta de dinero para pagar rentas, la saturación de albergues, poco presupuesto del Gobierno de Tijuana para la asistencia alimentaria y de servicios, provocó una emergencia humanitaria que no se ha solucionado del todo y que ha hecho que los haitianos frente al gobierno estadounidense que limitó su entrada desde Barack Obama y recrudecida las condiciones para un acceso con Donald Trump, se ubiquen en azoteas y creen colonias en las afueras de la población urbana para la espera en su paso por el país para ir en pos de su objetivo, aún llamado sueño americano..

México no ha cerrado las puertas a la migración. Ha tenido una vocación humanitaria para este sector, la propia ciudadana ha salido a prestar ayuda y la sigue brindando en las zonas donde se han desperdigado grupos que han salido de sus lugares por violencia, desastres naturales o por la escasa política de progreso que ofrecen sus naciones.

Solo que el arribo de la Caravana Hondureña ha generado una nueva reacción en el país.

La actitud de algunos migrantes descalificando la ayuda, y en especial, la alimentaria que dicen aceptan para no morir de hambre, y que quisieran grupos marginados del país ubicadas en las zonas indígenas o de los sectores rurales del país donde se ha asentado migración interna, ha desatado ola de indignación y de rechazo a su paso.

La posición de los gobiernos estatales del paso de la Caravana facilitando transporte para sacarlos del territorio bajo Su responsabilidad habla de una difícil política para responder de fondo a un problema que genera el país de honduras y cuya voz no se ha escuchado, ni se ha demandado solucione para evitar que sus connacionales salgan y se expongan.

Ahora Tijuana está dividida. Los albergues no cuentan con una zona donde ubicarlos y otorgarles condiciones para las necesidades básicas, como sanitarios, baños, o cocinas para que preparen la comida de Su predilección. Como tampoco tiene condiciones para emplearlos y generarles ingresos que les permita resistir en tanto logran su objetivo de cruzar la frontera que se ha fortalecido desde los Estados Unidos para evitarlo, ni un presupuesto especial para esa resistencia que es la ayuda.

Las otras entidades por donde pasó la Caravana se han librado de una responsabilidad mayor. Porque la oferta del Gobierno Federal que se constituirá oficialmente el 1 de Diciembre ha sido aceptada por un número aún no determinado de hondureños que permanecerán en el país. Incluso Guerrero. Los habitantes de Mexicali temen, con razón, el incremento de la violencia y la inseguridad. Temen por sus empleos. Temen por una crisis humanitaria.

Y ahora, se ha dividido el país y Tijuana en dos grupos. Los de la permanencia de la ayuda y los que quieren que salgan del territorio. El riesgo de enfrentamientos es tan posible como el riesgo de enfermedades. ¿Qué viene para este cierre de año?

México ha dado albergue, alimentos, transporte limítrofe, colchonetas, en el paso por el país de la Caravana Hondureña a miles de mujeres, niñas, niños, jóvenes, adultos y ahora están en Tijuana.

El Estado que recibe en su centro deportivo acondicionado como Albergue a la Caravana enfrenta la dificultad para dar atención a las y los centroamericanos, porque no es el único grupo migrante que ha llegado a la entidad buscando pasar hacia los Estados Unidos, también están los Haitianos, que tras el sismo salieron de su país a finales de 2016 por la falta de condiciones para reponerse de la catástrofe y queriendo alcanzar el objetivo de condiciones de vida digna, válido para todo ser humano.

Solo que Mexicali vio crecer la demanda laboral en restaurantes y la industria de la construcción para emplearse, así como el crecimiento del ambulantaje, la falta de espacios para rentar, la falta de dinero para pagar rentas, la saturación de albergues, poco presupuesto del Gobierno de Tijuana para la asistencia alimentaria y de servicios, provocó una emergencia humanitaria que no se ha solucionado del todo y que ha hecho que los haitianos frente al gobierno estadounidense que limitó su entrada desde Barack Obama y recrudecida las condiciones para un acceso con Donald Trump, se ubiquen en azoteas y creen colonias en las afueras de la población urbana para la espera en su paso por el país para ir en pos de su objetivo, aún llamado sueño americano..

México no ha cerrado las puertas a la migración. Ha tenido una vocación humanitaria para este sector, la propia ciudadana ha salido a prestar ayuda y la sigue brindando en las zonas donde se han desperdigado grupos que han salido de sus lugares por violencia, desastres naturales o por la escasa política de progreso que ofrecen sus naciones.

Solo que el arribo de la Caravana Hondureña ha generado una nueva reacción en el país.

La actitud de algunos migrantes descalificando la ayuda, y en especial, la alimentaria que dicen aceptan para no morir de hambre, y que quisieran grupos marginados del país ubicadas en las zonas indígenas o de los sectores rurales del país donde se ha asentado migración interna, ha desatado ola de indignación y de rechazo a su paso.

La posición de los gobiernos estatales del paso de la Caravana facilitando transporte para sacarlos del territorio bajo Su responsabilidad habla de una difícil política para responder de fondo a un problema que genera el país de honduras y cuya voz no se ha escuchado, ni se ha demandado solucione para evitar que sus connacionales salgan y se expongan.

Ahora Tijuana está dividida. Los albergues no cuentan con una zona donde ubicarlos y otorgarles condiciones para las necesidades básicas, como sanitarios, baños, o cocinas para que preparen la comida de Su predilección. Como tampoco tiene condiciones para emplearlos y generarles ingresos que les permita resistir en tanto logran su objetivo de cruzar la frontera que se ha fortalecido desde los Estados Unidos para evitarlo, ni un presupuesto especial para esa resistencia que es la ayuda.

Las otras entidades por donde pasó la Caravana se han librado de una responsabilidad mayor. Porque la oferta del Gobierno Federal que se constituirá oficialmente el 1 de Diciembre ha sido aceptada por un número aún no determinado de hondureños que permanecerán en el país. Incluso Guerrero. Los habitantes de Mexicali temen, con razón, el incremento de la violencia y la inseguridad. Temen por sus empleos. Temen por una crisis humanitaria.

Y ahora, se ha dividido el país y Tijuana en dos grupos. Los de la permanencia de la ayuda y los que quieren que salgan del territorio. El riesgo de enfrentamientos es tan posible como el riesgo de enfermedades. ¿Qué viene para este cierre de año?