/ lunes 27 de agosto de 2018

Violeta del Anáhuac

El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador a casi dos meses de ganar la elección con amplia ventaja sobre los demás candidatos, tiene en su vida pública como personaje de poder real, es decir, con la legalidad de un documento que avala su triunfo, un desgaste político.

Y el desgaste está sustentado no en ataques que grupos contrarios a su posición pudieran hacerle llegar. No, esos quedaron en la campaña. Los grupos se acercaron desde el primer momento tendiendo los puentes con el reconocimiento a su triunfo para una transición tersa, con diálogo, sin cuestionamientos. Por lo tanto, no viene el tema sino de él mismo.

Luego del nombramiento el 27 de julio del político Manuel Bartlett como Director General de la Comisión Federal de Electricidad, que le ocasionó preguntas como “y dónde está el cambio?”, la más reciente declaración que contradice lo señalado en campaña en materia de seguridad, cuando dijo que regresaría a los cuarteles al Ejército y a la Marina, para hacer que los civiles, en forma de policía, atendieran ese rubro, tras su reciente reunión con los altos mandos de estas instancias señala que continuarán haciendo esa labor de seguridad porque la policía no está preparada para hacer frente a la situación de violencia que prevalece en el país.

Pero en medio de esas desafortunadas declaraciones y presentación del político poblano está otro tema coyuntural en la idea ciudadana de que algo no anda bien. Y es que dijo, así como lo señaló en campaña, que haría CONSULTAS ciudadanas. Y no está mal. El asunto es que, entendidas como tal, las consultas están reguladas por la Ley Federal de Consulta Popular, que establece desde quién las convoca hasta quien las realiza, así como los tiempos desde la convocatoria, la jornada, hasta los resultados y medios de impugnación, atribución que recae en el INE. Por lo tanto, la convocatoria para que “opinemos” sobre el Nuevo Aeropuerto, no solo está fuera de la legalidad, sino también del conocimiento que en términos generales podamos tener nosotras y nosotros ciudadanos de las condiciones necesarias para el funcionamiento de un buen aeropuerto. De ese tema que corresponde a expertos y hasta de la experiencia podemos no saber, pero si aspiramos a que esté entre los mejores del mundo en seguridad y hasta en belleza.

Cuál es el riesgo de un desgaste antes del ejercicio constitucional de un cargo? Que la idea de un gobierno de cambio se enfrente al desconocimiento de un gobierno real y genere desconfianza, aleje a la ciudadanía de las decisiones, la haga apática del ejercicio y sucumba el poder ante una forma cíclica de actuar que no genere avances sociales y económicos necesarios para hacer una transformación comprometida.

Si eso sucede. Si la sociedad carece de un sustento real de la idea del cambio golpea la visión que se formula en las campañas, el desconocimiento de la forma de gobernar, la falta de visión para conducir un pueblo, una nación, un espacio de poder hacia el éxito, y solo otorga melosa voz a los oídos cansados de los votantes que dan validez a aquel dicho expresado por un ex gobernador de Guerrero, Zeferino Torreblanca Galindo, “no es lo mismo atrás que en ancas”. Es decir, no saben dónde están pero que no les impide hacer uso de lo que tienen en las manos.

El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador a casi dos meses de ganar la elección con amplia ventaja sobre los demás candidatos, tiene en su vida pública como personaje de poder real, es decir, con la legalidad de un documento que avala su triunfo, un desgaste político.

Y el desgaste está sustentado no en ataques que grupos contrarios a su posición pudieran hacerle llegar. No, esos quedaron en la campaña. Los grupos se acercaron desde el primer momento tendiendo los puentes con el reconocimiento a su triunfo para una transición tersa, con diálogo, sin cuestionamientos. Por lo tanto, no viene el tema sino de él mismo.

Luego del nombramiento el 27 de julio del político Manuel Bartlett como Director General de la Comisión Federal de Electricidad, que le ocasionó preguntas como “y dónde está el cambio?”, la más reciente declaración que contradice lo señalado en campaña en materia de seguridad, cuando dijo que regresaría a los cuarteles al Ejército y a la Marina, para hacer que los civiles, en forma de policía, atendieran ese rubro, tras su reciente reunión con los altos mandos de estas instancias señala que continuarán haciendo esa labor de seguridad porque la policía no está preparada para hacer frente a la situación de violencia que prevalece en el país.

Pero en medio de esas desafortunadas declaraciones y presentación del político poblano está otro tema coyuntural en la idea ciudadana de que algo no anda bien. Y es que dijo, así como lo señaló en campaña, que haría CONSULTAS ciudadanas. Y no está mal. El asunto es que, entendidas como tal, las consultas están reguladas por la Ley Federal de Consulta Popular, que establece desde quién las convoca hasta quien las realiza, así como los tiempos desde la convocatoria, la jornada, hasta los resultados y medios de impugnación, atribución que recae en el INE. Por lo tanto, la convocatoria para que “opinemos” sobre el Nuevo Aeropuerto, no solo está fuera de la legalidad, sino también del conocimiento que en términos generales podamos tener nosotras y nosotros ciudadanos de las condiciones necesarias para el funcionamiento de un buen aeropuerto. De ese tema que corresponde a expertos y hasta de la experiencia podemos no saber, pero si aspiramos a que esté entre los mejores del mundo en seguridad y hasta en belleza.

Cuál es el riesgo de un desgaste antes del ejercicio constitucional de un cargo? Que la idea de un gobierno de cambio se enfrente al desconocimiento de un gobierno real y genere desconfianza, aleje a la ciudadanía de las decisiones, la haga apática del ejercicio y sucumba el poder ante una forma cíclica de actuar que no genere avances sociales y económicos necesarios para hacer una transformación comprometida.

Si eso sucede. Si la sociedad carece de un sustento real de la idea del cambio golpea la visión que se formula en las campañas, el desconocimiento de la forma de gobernar, la falta de visión para conducir un pueblo, una nación, un espacio de poder hacia el éxito, y solo otorga melosa voz a los oídos cansados de los votantes que dan validez a aquel dicho expresado por un ex gobernador de Guerrero, Zeferino Torreblanca Galindo, “no es lo mismo atrás que en ancas”. Es decir, no saben dónde están pero que no les impide hacer uso de lo que tienen en las manos.