/ lunes 16 de julio de 2018

Violeta del Anáhuac

Creadas para brindar una atención directa a la ciudadanía del país, facilitar el desarrollo de sus trabajos a través de una inversión directa, adicional a la que destina cada entidad para generar el desarrollo de su idea de gobierno, las delegaciones federales pronto constituyeron para los estados una oportunidad de tener recursos extra ordinarios a los que las partidas presupuestales federales les asignan como parte del pacto federado en que están constituidas como República.

La evaluación rápida del ejercicio de estas representaciones tendría que partir de la situación que presenta cada entidad federativa medida, primero, en su desarrollo humano, es decir, en la búsqueda de contener el crecimiento de la pobreza y por lo tanto, también en el combate a las cifras ya existentes. Después habría que ver qué tanto contribuyeron al trabajo de gestión social y en esa medida a la idea ciudadana de un ejercicio de gobierno y en su calificación.

Las Delegaciones Federales en cada entidad federativa ha generado una nómina con personal oriunda de los lugares donde se ubican y con ello, han generado también un cuerpo de conocedores de la forma en que se puede ayudar a cada entidad federativa a salir adelante con el uso responsable de los programas, es decir, sin uso discrecional y político.

Las cifras de retos del milenio que no se han cumplido tienen también en los estados responsabilidad, como la tiene la cabeza de los gobiernos, el Ejecutivo Federal.

¿Si los recursos económicos han fluido a las entidades, porqué ha crecido la pobreza? ¿Qué de esos datos tendría que retomar cada representante elegido por el Presidente Electo, Andrés Manuel López Obrador, para crear no un gran proyecto asistencial, sino un proyecto humano que atienda la realidad que no ha dejado crecer el desarrollo, que ha contribuido a la violencia y ha limitado el desarrollo humano regional?

Si la base trabajadora no es tomada en cuenta se dificultará el aprendizaje y el seguimiento a los proyectos que se fijaron como prioridad para generar la idea del cambio a partir del cambio mismo. Y no se puede atender el desempleo generándolo.

La tarea no es sencilla, pero habría que esperar a generar confianza en que se sabe lo que se hace a partir de que esa idea se desarrolle mejor, con información que genere confianza y con una ruta que primero respete los derechos humanos y emprenda a partir de ahí un crecimiento económico para atender los otros crecimientos de la sociedad, desde el social, hasta el cultural, pasando por todos los demás, el educativo, el desarrollo territorial, el energético, el de transporte, el de salud, etcétera.

Si el desarrollo alienta el desempleo, se abre una veta de desaliento, si en cambio se da dirección a la ruta del crecimiento, incluso ahora que estarán más lejos las Secretarías de Estado, la experiencia bien encauzada, los programas con dirección, sin manos políticas dentro de ellas, ayudarán a generar un nuevo progreso.

Por lo tanto, el uso de las Delegaciones, con el nuevo formato, sin una cabeza visible en cada una de ellas, como primer paso al proceso que dicen es inevitable, desaparecerlas, puede contribuir a la gestión, a tender la mano a otro sector vulnerable, la que no está en nómina, la que no está pensionada, el grueso de la población, para que con esos recursos se ayude y ayude a los demás. ¿Será posible? ¿Incluso si los gobiernos estatales hacen eficiente sus programas de gobierno? El tiempo que avanza nos lo dirá.

Creadas para brindar una atención directa a la ciudadanía del país, facilitar el desarrollo de sus trabajos a través de una inversión directa, adicional a la que destina cada entidad para generar el desarrollo de su idea de gobierno, las delegaciones federales pronto constituyeron para los estados una oportunidad de tener recursos extra ordinarios a los que las partidas presupuestales federales les asignan como parte del pacto federado en que están constituidas como República.

La evaluación rápida del ejercicio de estas representaciones tendría que partir de la situación que presenta cada entidad federativa medida, primero, en su desarrollo humano, es decir, en la búsqueda de contener el crecimiento de la pobreza y por lo tanto, también en el combate a las cifras ya existentes. Después habría que ver qué tanto contribuyeron al trabajo de gestión social y en esa medida a la idea ciudadana de un ejercicio de gobierno y en su calificación.

Las Delegaciones Federales en cada entidad federativa ha generado una nómina con personal oriunda de los lugares donde se ubican y con ello, han generado también un cuerpo de conocedores de la forma en que se puede ayudar a cada entidad federativa a salir adelante con el uso responsable de los programas, es decir, sin uso discrecional y político.

Las cifras de retos del milenio que no se han cumplido tienen también en los estados responsabilidad, como la tiene la cabeza de los gobiernos, el Ejecutivo Federal.

¿Si los recursos económicos han fluido a las entidades, porqué ha crecido la pobreza? ¿Qué de esos datos tendría que retomar cada representante elegido por el Presidente Electo, Andrés Manuel López Obrador, para crear no un gran proyecto asistencial, sino un proyecto humano que atienda la realidad que no ha dejado crecer el desarrollo, que ha contribuido a la violencia y ha limitado el desarrollo humano regional?

Si la base trabajadora no es tomada en cuenta se dificultará el aprendizaje y el seguimiento a los proyectos que se fijaron como prioridad para generar la idea del cambio a partir del cambio mismo. Y no se puede atender el desempleo generándolo.

La tarea no es sencilla, pero habría que esperar a generar confianza en que se sabe lo que se hace a partir de que esa idea se desarrolle mejor, con información que genere confianza y con una ruta que primero respete los derechos humanos y emprenda a partir de ahí un crecimiento económico para atender los otros crecimientos de la sociedad, desde el social, hasta el cultural, pasando por todos los demás, el educativo, el desarrollo territorial, el energético, el de transporte, el de salud, etcétera.

Si el desarrollo alienta el desempleo, se abre una veta de desaliento, si en cambio se da dirección a la ruta del crecimiento, incluso ahora que estarán más lejos las Secretarías de Estado, la experiencia bien encauzada, los programas con dirección, sin manos políticas dentro de ellas, ayudarán a generar un nuevo progreso.

Por lo tanto, el uso de las Delegaciones, con el nuevo formato, sin una cabeza visible en cada una de ellas, como primer paso al proceso que dicen es inevitable, desaparecerlas, puede contribuir a la gestión, a tender la mano a otro sector vulnerable, la que no está en nómina, la que no está pensionada, el grueso de la población, para que con esos recursos se ayude y ayude a los demás. ¿Será posible? ¿Incluso si los gobiernos estatales hacen eficiente sus programas de gobierno? El tiempo que avanza nos lo dirá.