/ domingo 10 de julio de 2022

Surrealismo Político | LEA, parte oscura de la historia

La muerte del ex Presidente de México, Luis Echeverría Álvarez, abrió las heridas de un país que no ha logrado cicatrizar la historia más oscura que vulneró a la sociedad.

En sus horas de velorio y cremación fue acompañado de las voces del México herido que surgieron de distintas formas, desde los hogares enlutados por los hechos de 1968 y 1971, hasta las voces dentro de los hogares que removieron el periodo de su gobierno con el contexto de sus propias historias.

Sin embargo, algunas de esas voces señalan que “se fue sin ser juzgado”, y eso me remite al año 2009, en el que el resolutivo de un juicio que lo mantuvo en arraigo domiciliario por tres años, le dio el beneficio de ser exonerado.

Así lo cita la revista Quien:

Un tribunal federal exoneró al ex presidente Luis Echeverría Álvarez del delito de genocidio cometido contra estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968. El abogado del ex mandatario, Juan Velázquez, confirmó que el Quinto Tribunal Colegiado amparó a Echeverría Álvarez contra el ejercicio de la acción penal dictada en su contra por su probable responsabilidad en ese delito, pues en las 100 mil fojas del expediente no existió ninguna prueba de su culpabilidad. El defensor dijo que su cliente "hoy queda libre" después de casi tres años de prisión domiciliaria y calificó el juicio contra el ex presidente como histórico y el más importante de la historia moderna de México”. (27-Marzo-2009)

Luis Echeverría no logró sacudirse la historia de ser la mente oscura que fue artífice de los hechos de los cuales aún no se conoce el destino de algunos de sus participantes y de los que cubrieron los velos de poder sin oportunidad de defensa y de los que guardaron en su corazón los crespones negros de su dolor y luto.

Luis Echeverría vivió cien años, la mayoría de ellos en la otra oscuridad que el poder teme, la reclusión. Mientras muchos buscan los reflectores, él buscaba el olvido de la sociedad.

Y quizá la más justiciera de las manos, provocó en la cabeza de Echeverría, siendo aún Presidente de México, unas gotas de sangre por el impacto de una piedra que le fue arrojada al salir del Auditorio Salvador Allende de la Facultad de Medicina de la UNAM, el 14 de marzo de 1975, luego de llamar “fascistas” a quienes lo abuchearon cuando acudió a inaugurar unos cursos.

Para los mandatarios que están con vida, sin duda las últimas horas del ex presidente deben mover su reflexión. Su funeral estaba lejos de las horas de luces del ejercicio del poder, y se parecía más a su salida por la puerta trasera del Auditorio de la UNAM. Hay distintas formas de juzgar, esa, fue una de las maneras como el pueblo califica. ¿Surrealismo?

La muerte del ex Presidente de México, Luis Echeverría Álvarez, abrió las heridas de un país que no ha logrado cicatrizar la historia más oscura que vulneró a la sociedad.

En sus horas de velorio y cremación fue acompañado de las voces del México herido que surgieron de distintas formas, desde los hogares enlutados por los hechos de 1968 y 1971, hasta las voces dentro de los hogares que removieron el periodo de su gobierno con el contexto de sus propias historias.

Sin embargo, algunas de esas voces señalan que “se fue sin ser juzgado”, y eso me remite al año 2009, en el que el resolutivo de un juicio que lo mantuvo en arraigo domiciliario por tres años, le dio el beneficio de ser exonerado.

Así lo cita la revista Quien:

Un tribunal federal exoneró al ex presidente Luis Echeverría Álvarez del delito de genocidio cometido contra estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968. El abogado del ex mandatario, Juan Velázquez, confirmó que el Quinto Tribunal Colegiado amparó a Echeverría Álvarez contra el ejercicio de la acción penal dictada en su contra por su probable responsabilidad en ese delito, pues en las 100 mil fojas del expediente no existió ninguna prueba de su culpabilidad. El defensor dijo que su cliente "hoy queda libre" después de casi tres años de prisión domiciliaria y calificó el juicio contra el ex presidente como histórico y el más importante de la historia moderna de México”. (27-Marzo-2009)

Luis Echeverría no logró sacudirse la historia de ser la mente oscura que fue artífice de los hechos de los cuales aún no se conoce el destino de algunos de sus participantes y de los que cubrieron los velos de poder sin oportunidad de defensa y de los que guardaron en su corazón los crespones negros de su dolor y luto.

Luis Echeverría vivió cien años, la mayoría de ellos en la otra oscuridad que el poder teme, la reclusión. Mientras muchos buscan los reflectores, él buscaba el olvido de la sociedad.

Y quizá la más justiciera de las manos, provocó en la cabeza de Echeverría, siendo aún Presidente de México, unas gotas de sangre por el impacto de una piedra que le fue arrojada al salir del Auditorio Salvador Allende de la Facultad de Medicina de la UNAM, el 14 de marzo de 1975, luego de llamar “fascistas” a quienes lo abuchearon cuando acudió a inaugurar unos cursos.

Para los mandatarios que están con vida, sin duda las últimas horas del ex presidente deben mover su reflexión. Su funeral estaba lejos de las horas de luces del ejercicio del poder, y se parecía más a su salida por la puerta trasera del Auditorio de la UNAM. Hay distintas formas de juzgar, esa, fue una de las maneras como el pueblo califica. ¿Surrealismo?