Guerrero es una entidad de grandes contrastes. Están su desarrollo frente a su marginación; su riqueza frente a la pobreza; sus propuestas frente a sus desafíos. Y están también su belleza natural frente a fallas geológicas que la hacen vulnerable.
Esta entidad federativa aún tiene preguntas sin respuesta. Por ejemplo ¿qué ha sucedido con las zonas que han sido lastimadas por afectaciones naturales y qué ha pasado con las anunciadas investigaciones que se dieron a conocer al calor de desastres para enjuiciar a quienes no se tocaron el corazón para vender espacios en riesgo? Nada, creo. Y eso es solo un surrealismo que puede ser por tintes políticos.
En el calendario, el día 19 de septiembre no es la mejor de las fechas para ser recordados. Evaluar el día nos lleva a encontrarlo con luto, con ausencia física de seres queridos, de pérdida de patrimonio, de ausencia de respuestas y por supuesto, de no conocer ni las acciones para recuperar espacios culturales afectados y menos de detenciones por omisión y hasta por responsabilidad.
El 19 de septiembre tiene en el de 1985 y en el de 2017 dos heridas que dejan bordes lastimosos, que son visibles solo que aquí, esos bordes solo nos hablan de que no hemos pasado el examen de esas crisis.
Solo por irnos lo más cercano a la historia de los desastres, 2017, hay dos hechos marcados por sismos, uno, cuando Guerrero se vio afectada por un sismo de magnitud 7.4 con epicentro en los estados de Puebla y Morelos, entidades donde aún son visibles las afectaciones físicas y donde lamentablemente, el patrimonio cultural da cuenta de la gravedad del impacto. Un temblor que se desarrolló prácticamente una hora después de que se llevara a cabo un simulacro por el sismo de 1985, lo que llevó a un registro mental que no se logra quitar.
El otro fue un temblor del 20 de marzo de 2012, siendo Presidente Felipe Calderón, un temblor con epicentro entre las costas de Guerrero y Oaxaca, dejó más de 24 mil casas afectadas. Mantiene, solo estos dos hechos junto con otras afectaciones por desastres naturales, la idea clara de que la impunidad también forma parte de los sismos.
México está vulnerable. El 19-S es una prueba clara de que la cultura de la prevención no logra avanzar, de que no se ha logrado que la sociedad se mueva en su estructura de apatía para proteger a sus seres queridos, autoprotegerse y aún más, denunciar las afectaciones a quienes son responsables de la autorización de espacios que no son los adecuados para construir viviendas.
¿Qué hacer? Si los dos minutos de duración del sismo del 19-S del 2017 no son suficientes para movernos. Si el minuto 30 segundos aproximadamente que duró el sismo de 1985 y el efecto que ambos dejaron en la sociedad tanto en patrimonio, en la familia como psicológicamente no son suficientes para movernos a realizar cambios, y dejamos que el gobierno aprenda a hacer su trabajo y pasar al plano de la sanción para la lección, estaremos en manos de una reacción en cadena guiada por el instinto y no por la cultura de la prevención, la subsistencia, no está garantizada, o ¿de eso se trata?. ¿Surrealismo?