/ lunes 15 de agosto de 2022

Surrealismo Político | Bruno, historia de seguridad

Bruno Plácido está, invariablemente, ligado ya a la historia de seguridad del estado de Guerrero y su nombre, su fuerza, su influencia, con todo permanece. Bruno, quien había sido coordinador de la CRAC, Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias, fundada en octubre de 2010 la UPOEG, Unión de Pueblos y Organizaciones del estado de Guerrero.

Su área de influencia fue La Montaña y la Costa Chica, dos de las regiones que tienen cultura de pueblos originarios, pero también dos regiones que han sido consideradas entre las que presentan alta vulnerabilidad social, económica, educativa. Y en estas regiones donde se reconoce formalmente a la CRAC-PC, la UPOEG inicia con un trabajo de organizaciones sociales a favor de esas dos zonas.

A partir del año 2013 retoma la esencia de la CRAC y se constituye como autodefensa a fin de hacer frente a grupos que se dedicaban al secuestro, la extorsión, el robo. Y amplia su presencia hacia las regiones de Acapulco y Centro. Pero también se dan escisiones que polariza la estructura y en aras de un dominio más centralizado, enfrentamientos y muertes, incluso con señalamientos de vinculación a grupos criminales, el más reciente es el ser relacionado con el grupo de Los Rusos, uno de los que buscan el control en el puerto de Acapulco.

Bruno Plácido fue detenido en el marco del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, no opuso resistencia, señala el comunicado oficial. El hecho, que más se interpreta como un “estáte quieto”, busca un aquietamiento del líder para mostrar quien “manda” basado en las leyes que observa el estado, la que proviene de las averiguaciones previas hoy llamadas pomposamente carpetas de investigación, mismas que le otorgaron la libertad.

Pero se acercaron mucho al tigre, quien además observó su entorno de manera más objetiva, y se vio a sí mismo en tiempo real: edad, enfermedad, presencia, etcétera. Y el hombre del que se dice tiene armados a más de 5 mil ciudadanos, fue “tocado”, políticamente hablando.

Pero en una entidad como el estado de Guerrero en el que se escribe la ley a partir también de Usos y Costumbres, no parece en lo inmediato el término del poder de Bruno Plácido. Sino, quizá, un quiebre, una peligrosa división, y una ruta no tan clara para la estabilidad del estado que está vulnerada con grupos armados en todas sus regiones.

Recordar que Bruno encabezó una Policía Comunitaria que tiene reconocimiento, que ahora dirige otro que busca ese mismo reconocimiento. Recordar que los dos delitos que le condujeron a su detención, uno de ellos, el de robo específico, pueden estar más relacionado con la lucha que enarboló contra la Comisión Federal de Electricidad en busca de que los altos cobros que le impone la CFE a un pueblo oprimido, no le permite ni desarrollo ni estabilidad.

Bruno no ha terminado de escribir la historia. Quizá convendría más entrar al diálogo que a la confrontación, aunque parezca la aplicación de la ley. ¿Surrealismo?

Bruno Plácido está, invariablemente, ligado ya a la historia de seguridad del estado de Guerrero y su nombre, su fuerza, su influencia, con todo permanece. Bruno, quien había sido coordinador de la CRAC, Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias, fundada en octubre de 2010 la UPOEG, Unión de Pueblos y Organizaciones del estado de Guerrero.

Su área de influencia fue La Montaña y la Costa Chica, dos de las regiones que tienen cultura de pueblos originarios, pero también dos regiones que han sido consideradas entre las que presentan alta vulnerabilidad social, económica, educativa. Y en estas regiones donde se reconoce formalmente a la CRAC-PC, la UPOEG inicia con un trabajo de organizaciones sociales a favor de esas dos zonas.

A partir del año 2013 retoma la esencia de la CRAC y se constituye como autodefensa a fin de hacer frente a grupos que se dedicaban al secuestro, la extorsión, el robo. Y amplia su presencia hacia las regiones de Acapulco y Centro. Pero también se dan escisiones que polariza la estructura y en aras de un dominio más centralizado, enfrentamientos y muertes, incluso con señalamientos de vinculación a grupos criminales, el más reciente es el ser relacionado con el grupo de Los Rusos, uno de los que buscan el control en el puerto de Acapulco.

Bruno Plácido fue detenido en el marco del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, no opuso resistencia, señala el comunicado oficial. El hecho, que más se interpreta como un “estáte quieto”, busca un aquietamiento del líder para mostrar quien “manda” basado en las leyes que observa el estado, la que proviene de las averiguaciones previas hoy llamadas pomposamente carpetas de investigación, mismas que le otorgaron la libertad.

Pero se acercaron mucho al tigre, quien además observó su entorno de manera más objetiva, y se vio a sí mismo en tiempo real: edad, enfermedad, presencia, etcétera. Y el hombre del que se dice tiene armados a más de 5 mil ciudadanos, fue “tocado”, políticamente hablando.

Pero en una entidad como el estado de Guerrero en el que se escribe la ley a partir también de Usos y Costumbres, no parece en lo inmediato el término del poder de Bruno Plácido. Sino, quizá, un quiebre, una peligrosa división, y una ruta no tan clara para la estabilidad del estado que está vulnerada con grupos armados en todas sus regiones.

Recordar que Bruno encabezó una Policía Comunitaria que tiene reconocimiento, que ahora dirige otro que busca ese mismo reconocimiento. Recordar que los dos delitos que le condujeron a su detención, uno de ellos, el de robo específico, pueden estar más relacionado con la lucha que enarboló contra la Comisión Federal de Electricidad en busca de que los altos cobros que le impone la CFE a un pueblo oprimido, no le permite ni desarrollo ni estabilidad.

Bruno no ha terminado de escribir la historia. Quizá convendría más entrar al diálogo que a la confrontación, aunque parezca la aplicación de la ley. ¿Surrealismo?