/ lunes 27 de agosto de 2018

Surrealismo Político

La liberación de Elba Esther Gordillo Morales, y la exoneración de los delitos que la llevaron a prisión el 26 de febrero de 2013, no deja en el pueblo una buena percepción de las autoridades en función y las electas. Se suma a ello el tema del ex Gobernador de Veracruz, “Javi”, que podría salir de la cárcel ante el desmoronamiento oficial de los delitos graves, para cursar en libertad el juicio por los “ligeros” como enriquecimiento inexplicable. Y antes de que llegue el cambio, parece que se suaviza la justicia para los políticos y se suaviza el trato entre la clase gobernante y la electa.

Parece que los peces gordos, considerados así por el ejercicio del poder que han usado y siguen ostentándolo, así como el amparo de cifras bancarias que respaldan su vida, hace ver que la balanza de la justicia se desplome frente a acciones donde no hay esa celeridad para su aplicación y en otras se persiga a quienes cometen errores que atentan también contra los valores.

En nuestro país existe un grave rezago en la impartición de la justicia. No es un secreto que las carpetas de investigación cumplen con aplicar un número, pero no hay avance en lo que rubrican “investigación”, por lo tanto, la brecha entre un hecho delictivo y la aplicación de la justicia con la detención, juicio y sentencia de quienes cometen una acción fuera de la ley, es amplia. Tan amplia que ha hecho ver a los sistemas penitenciarios mexicanos con escasas posibilidades de éxito en su trabajo sustantivo de procurar un balance que permita una sociedad en convivencia armónica.

No ha funcionado la profesionalización de los servidores públicos?, no ha funcionado el nuevo sistema de justicia penal acusatorio?, no ha funcionado la instancia federal creada para vigilar que la función pública tenga estándares de atención, funcionalidad en su ejercicio y con menor índice de corrupción y mayor en los resultados a favor del pueblo?

Mientras Elba Esther Gordillo mostraba que su reclusión hospitalaria, porque gozó de ese privilegio, no cambió su estilo y que toma venganza de los medios por conducto de la acusación que hará contra el periodista Carlos Loret por dar a conocer una foto de su estado de reclusión cuando, alega Elba Esther, ya ha sido exonerada, un hecho acaparó la atención en las redes y sancionó a un repartidor de la empresa BIMBO por hacer una acción fuera de la ley y de las normas de la empresa que representa, sustraer mercancía de una tienda, con el agravante de ser atendida por un adulto mayor. Éste hecho llevó hasta la inspiración de una cumbia a través de la cual, el recurso mexicano de usar la risa para no morir de tanto agravio, sentencia socialmente lo que percibe.

Si bien no justifica su actuar, ha sido notorio que la balanza de la justicia es sensible ante el poder económico y político, y se hace a un lado cuando carece de estos recursos.

Lo malo de ambos es que muestran no solo que la justicia está rodeada de mentiras, que no está calificada para ejercerla sin dirección, que se aplica según sea la o el individuo, donde puede pedir hasta perdón si es poderoso, o dar una patada si carece de ese recurso.

Pero ambos también envían mensajes. A quienes ejerce el poder que pueden hacer uso indiscriminado de los recursos económicos, porque al final, si algún señalamiento los acercara a la justicia, saldrán exonerados. Y como el poder enseña, ahora será difícil decir a nuestro hijos e hijas que los valores los hará mejores ciudadanos, si lo que perciben es distinto.

Desde la comedia, un célebre artista que ha sido considerado como voz crítica, Héctor Suárez, rubricaba su análisis con un “¿qué nos pasa?”. Y podemos reír un rato, pero no cambiará el estado de cosas y parece que tendremos que hacerlo desde lo privado porque el surrealismo de la política hace de la justicia una hilaridad que afrenta y convierte a la impunidad en un riesgo social.

La liberación de Elba Esther Gordillo Morales, y la exoneración de los delitos que la llevaron a prisión el 26 de febrero de 2013, no deja en el pueblo una buena percepción de las autoridades en función y las electas. Se suma a ello el tema del ex Gobernador de Veracruz, “Javi”, que podría salir de la cárcel ante el desmoronamiento oficial de los delitos graves, para cursar en libertad el juicio por los “ligeros” como enriquecimiento inexplicable. Y antes de que llegue el cambio, parece que se suaviza la justicia para los políticos y se suaviza el trato entre la clase gobernante y la electa.

Parece que los peces gordos, considerados así por el ejercicio del poder que han usado y siguen ostentándolo, así como el amparo de cifras bancarias que respaldan su vida, hace ver que la balanza de la justicia se desplome frente a acciones donde no hay esa celeridad para su aplicación y en otras se persiga a quienes cometen errores que atentan también contra los valores.

En nuestro país existe un grave rezago en la impartición de la justicia. No es un secreto que las carpetas de investigación cumplen con aplicar un número, pero no hay avance en lo que rubrican “investigación”, por lo tanto, la brecha entre un hecho delictivo y la aplicación de la justicia con la detención, juicio y sentencia de quienes cometen una acción fuera de la ley, es amplia. Tan amplia que ha hecho ver a los sistemas penitenciarios mexicanos con escasas posibilidades de éxito en su trabajo sustantivo de procurar un balance que permita una sociedad en convivencia armónica.

No ha funcionado la profesionalización de los servidores públicos?, no ha funcionado el nuevo sistema de justicia penal acusatorio?, no ha funcionado la instancia federal creada para vigilar que la función pública tenga estándares de atención, funcionalidad en su ejercicio y con menor índice de corrupción y mayor en los resultados a favor del pueblo?

Mientras Elba Esther Gordillo mostraba que su reclusión hospitalaria, porque gozó de ese privilegio, no cambió su estilo y que toma venganza de los medios por conducto de la acusación que hará contra el periodista Carlos Loret por dar a conocer una foto de su estado de reclusión cuando, alega Elba Esther, ya ha sido exonerada, un hecho acaparó la atención en las redes y sancionó a un repartidor de la empresa BIMBO por hacer una acción fuera de la ley y de las normas de la empresa que representa, sustraer mercancía de una tienda, con el agravante de ser atendida por un adulto mayor. Éste hecho llevó hasta la inspiración de una cumbia a través de la cual, el recurso mexicano de usar la risa para no morir de tanto agravio, sentencia socialmente lo que percibe.

Si bien no justifica su actuar, ha sido notorio que la balanza de la justicia es sensible ante el poder económico y político, y se hace a un lado cuando carece de estos recursos.

Lo malo de ambos es que muestran no solo que la justicia está rodeada de mentiras, que no está calificada para ejercerla sin dirección, que se aplica según sea la o el individuo, donde puede pedir hasta perdón si es poderoso, o dar una patada si carece de ese recurso.

Pero ambos también envían mensajes. A quienes ejerce el poder que pueden hacer uso indiscriminado de los recursos económicos, porque al final, si algún señalamiento los acercara a la justicia, saldrán exonerados. Y como el poder enseña, ahora será difícil decir a nuestro hijos e hijas que los valores los hará mejores ciudadanos, si lo que perciben es distinto.

Desde la comedia, un célebre artista que ha sido considerado como voz crítica, Héctor Suárez, rubricaba su análisis con un “¿qué nos pasa?”. Y podemos reír un rato, pero no cambiará el estado de cosas y parece que tendremos que hacerlo desde lo privado porque el surrealismo de la política hace de la justicia una hilaridad que afrenta y convierte a la impunidad en un riesgo social.