/ lunes 4 de junio de 2018

Surrealismo Político


La decepción está considerada como una de las emociones que detonan más reacciones. La misma puede llevar al hundimiento de quienes la sienten al tomar decisiones más emocionales que racionales.

Si una decepción en alguien en el poder puede conducir a generar una orden que provoque una acción hacia quienes representa, como puede ser un alza de precios, cuando es el pueblo, o un porcentaje de la población que la sienta, genera una reacción violenta, por provenir de una amargura por algo que no se dio como creyó se daría.

A unos días de que el silencio de las y los candidatos por fin permita una revisión serena de la elección que se tomará el domingo 1 de julio, sin quitar la alerta a la que nos han acostumbrado de dar un “golpe” mediático para hacer “caer” una preferencia o dar un indicativo equívoco de quienes parecen estar en segunda o tercera línea de aceptación, el día 2 me preocupa.

En primer lugar, porque el día 2, el 2 de julio, el día posterior a la elección, uno de los candidatos presidenciales que va por su tercera búsqueda del voto para ser presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha insistido en que uno de los temas que más ha sentido la población como agravio, la corrupción, se acabará “cuando él sea, presidente”, y subraya “el día 2”, insistiendo en el mes de julio.

En algo tiene razón. El día lunes 2 de Julio tendremos un resultado que obviamente indicará hacia dónde se fue la preferencia de todo lo que conlleva una jornada, desde el llamado voto duro, hasta el voto indeciso que puede el domingo 1 manifestarse.

Pero tener un resultado, no indica que se sea ya presidente en la extensión formal de lo que significa. Por ejemplo, generar un decreto, tomar protesta, tomar una decisión a rajatabla que inicie efecto ese mismo día. En nuestro país, aún los Congresos tienen una posición que las lleva a generar una acción con efecto de cumplimiento en la sociedad.

Por lo tanto, el día 2...no existe en la modalidad que se considera.

Qué generará no la búsqueda, sino la exigencia de que la palabra empeñada en cada punto de la campaña en el país, se cumpla. De acuerdo a su dicho, la corrupción se acaba con un presidente honesto, un Gabinete honesto, un Gobernador Honesto. Presidentas y presidentes Municipales, honestos.

La corrupción, como la honestidad, son respectivamente un anti valor y un valor. Las mismas no se establecen solo por un deseo, o un decreto, son un camino que no cambia con las horas, cambia con el ejemplo, con sanciones, con nuevas rutas para andar, cortando el camino a aquello que hace permisible un acto corrupto, como alentando la oportunidad de vida digna, por el simple hecho de que un Mandatario DEBE hacerlo, y porque un ciudadano, o ciudadana ES UN SER HUMANO con ese derecho inalienable de poseerlo.

No, el día 2 no es un día del cambio radical de la esperanza generada. Aun cuando fuera el 2 de diciembre, ya ungido presidente, el que sea electo, no generará, quien gane, un cambio inmediato, notorio. Por lo tanto, el día 2 puede generar decepción. Porque un cambio lleva tiempo, y algunos se estancan en ello para justificar su permanencia, y ese, ese si es un gran riesgo que combinado con la decepción generaría caos y el caos, ¿a quién beneficia? ¿Surrealismo?


La decepción está considerada como una de las emociones que detonan más reacciones. La misma puede llevar al hundimiento de quienes la sienten al tomar decisiones más emocionales que racionales.

Si una decepción en alguien en el poder puede conducir a generar una orden que provoque una acción hacia quienes representa, como puede ser un alza de precios, cuando es el pueblo, o un porcentaje de la población que la sienta, genera una reacción violenta, por provenir de una amargura por algo que no se dio como creyó se daría.

A unos días de que el silencio de las y los candidatos por fin permita una revisión serena de la elección que se tomará el domingo 1 de julio, sin quitar la alerta a la que nos han acostumbrado de dar un “golpe” mediático para hacer “caer” una preferencia o dar un indicativo equívoco de quienes parecen estar en segunda o tercera línea de aceptación, el día 2 me preocupa.

En primer lugar, porque el día 2, el 2 de julio, el día posterior a la elección, uno de los candidatos presidenciales que va por su tercera búsqueda del voto para ser presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha insistido en que uno de los temas que más ha sentido la población como agravio, la corrupción, se acabará “cuando él sea, presidente”, y subraya “el día 2”, insistiendo en el mes de julio.

En algo tiene razón. El día lunes 2 de Julio tendremos un resultado que obviamente indicará hacia dónde se fue la preferencia de todo lo que conlleva una jornada, desde el llamado voto duro, hasta el voto indeciso que puede el domingo 1 manifestarse.

Pero tener un resultado, no indica que se sea ya presidente en la extensión formal de lo que significa. Por ejemplo, generar un decreto, tomar protesta, tomar una decisión a rajatabla que inicie efecto ese mismo día. En nuestro país, aún los Congresos tienen una posición que las lleva a generar una acción con efecto de cumplimiento en la sociedad.

Por lo tanto, el día 2...no existe en la modalidad que se considera.

Qué generará no la búsqueda, sino la exigencia de que la palabra empeñada en cada punto de la campaña en el país, se cumpla. De acuerdo a su dicho, la corrupción se acaba con un presidente honesto, un Gabinete honesto, un Gobernador Honesto. Presidentas y presidentes Municipales, honestos.

La corrupción, como la honestidad, son respectivamente un anti valor y un valor. Las mismas no se establecen solo por un deseo, o un decreto, son un camino que no cambia con las horas, cambia con el ejemplo, con sanciones, con nuevas rutas para andar, cortando el camino a aquello que hace permisible un acto corrupto, como alentando la oportunidad de vida digna, por el simple hecho de que un Mandatario DEBE hacerlo, y porque un ciudadano, o ciudadana ES UN SER HUMANO con ese derecho inalienable de poseerlo.

No, el día 2 no es un día del cambio radical de la esperanza generada. Aun cuando fuera el 2 de diciembre, ya ungido presidente, el que sea electo, no generará, quien gane, un cambio inmediato, notorio. Por lo tanto, el día 2 puede generar decepción. Porque un cambio lleva tiempo, y algunos se estancan en ello para justificar su permanencia, y ese, ese si es un gran riesgo que combinado con la decepción generaría caos y el caos, ¿a quién beneficia? ¿Surrealismo?