/ martes 16 de enero de 2018

Surrealismo Político

No digo nada nuevo cuando señalo que estos meses por venir son de un proceso electoral. Pero, ¿diré algo nuevo si señalo que este tramo puede convertirse para el periodismo en una ruta crítica?

Cuando incomoda el ejercicio periodístico los que la representan se convierten en el foco visible de lo que no se quiere decir. Y el resultado de esa actuación sigue dejando golpes y en caso extremo, luto.

Cursan los primeros días de este 2018 y hay al menos dos casos que citar: en Guerrero, el de un reportero golpeado, en una acción de contexto de violencia en La Concepción, de los Bienes Comunales de Cacahuatepec, en el Municipio de Acapulco. En Tamaulipas, las recientes horas marcaron el asesinato de Carlos Domínguez, un periodista de Nuevo Laredo.

La respuesta de las autoridades puede no dejarnos conforme, pero es la respuesta oficial.

¿Qué posibilidades tiene el gremio periodístico para que su labor sea respetada con la preservación de la vida y de la integridad de las y los periodistas?

¿Si el proceso electoral ha dejado en la Ciudad de México, a dos periodistas golpeados con saña en trifulcas de la contienda, que aún no es más que PRE? Y un periodista del medio nacional, El Universal, es víctima de la inseguridad y es asesinado? ¿Qué camino debe recorrer el gremio para que su ejercicio tenga garantías y con ellos, el del resto de las y los ciudadanos?

Frente a la contienda, cuando se deje venir la campaña, cuando empiecen a salir las investigaciones sobre perfiles e historias. Cuando se cubran actos y se intente reflejar en medios, bajará la presión que la investigación, la crítica, la memoria, crucen por los medios?

La sociedad, receptora de la fuerza periodística, con sus representantes, su credibilidad, su nombre, no ha logrado cobijarlo con fortaleza y eso la ha hecho vulnerable.

Y no es asunto de un partido, no es asunto de un periodo. Como tampoco eso es un consuelo. Porque si bien las marchas son un indicativo del gremio para que los casos se resuelvan, como también para que no se repitan, frente al contexto también de marchas que se desarrollan en nuestra entidad, sólo forma parte de la estadística y no del resultado. Y eso es delicado.

Contar las historias de un jirón del país ha convertido al gremio en un espacio de geografía de riesgo.

Si la contienda presenta ya desde ahora un contacto directo de roce entre asistentes a concentraciones, militantes o no de un partido, y ello ha mostrado tintes de violencia física, debemos esperar a que en esta ruta también se siga incluyendo a representantes de medios?

Me parece que no, tanto respeto merece la ciudadanía como quien le cuenta los sucesos para que tome decisiones. Y esto no debe ser un riesgo, esto debe ser un reflejo de que la contienda la llevan quienes consideran los partidos son sus mejores cuadros, que eligen por prendas personales, con perfiles profesionales, y a quien consideramos como ciudadanos que lo menos que respetan es la ley y la integridad ciudadana, y entre ellos, al gremio periodístico, de lo contrario, la ruta no sólo será crítica para hacer garante el artículo séptimo constitucional, sino también para que se cumpla la premisa del sexto.

¿Surrealismo?

Y acoto a lo que escribí la entrega anterior: la contienda no ha terminado. La historia política de este estado y nación nos muestra que renunciar a un proceso no quiere decir que se renuncie a la vida política.

De lo contrario, no sería Silvia Romero la propuesta a suplente de Beatriz Mojica. Y la contienda termina hasta que termina. Surrealismo?

No digo nada nuevo cuando señalo que estos meses por venir son de un proceso electoral. Pero, ¿diré algo nuevo si señalo que este tramo puede convertirse para el periodismo en una ruta crítica?

Cuando incomoda el ejercicio periodístico los que la representan se convierten en el foco visible de lo que no se quiere decir. Y el resultado de esa actuación sigue dejando golpes y en caso extremo, luto.

Cursan los primeros días de este 2018 y hay al menos dos casos que citar: en Guerrero, el de un reportero golpeado, en una acción de contexto de violencia en La Concepción, de los Bienes Comunales de Cacahuatepec, en el Municipio de Acapulco. En Tamaulipas, las recientes horas marcaron el asesinato de Carlos Domínguez, un periodista de Nuevo Laredo.

La respuesta de las autoridades puede no dejarnos conforme, pero es la respuesta oficial.

¿Qué posibilidades tiene el gremio periodístico para que su labor sea respetada con la preservación de la vida y de la integridad de las y los periodistas?

¿Si el proceso electoral ha dejado en la Ciudad de México, a dos periodistas golpeados con saña en trifulcas de la contienda, que aún no es más que PRE? Y un periodista del medio nacional, El Universal, es víctima de la inseguridad y es asesinado? ¿Qué camino debe recorrer el gremio para que su ejercicio tenga garantías y con ellos, el del resto de las y los ciudadanos?

Frente a la contienda, cuando se deje venir la campaña, cuando empiecen a salir las investigaciones sobre perfiles e historias. Cuando se cubran actos y se intente reflejar en medios, bajará la presión que la investigación, la crítica, la memoria, crucen por los medios?

La sociedad, receptora de la fuerza periodística, con sus representantes, su credibilidad, su nombre, no ha logrado cobijarlo con fortaleza y eso la ha hecho vulnerable.

Y no es asunto de un partido, no es asunto de un periodo. Como tampoco eso es un consuelo. Porque si bien las marchas son un indicativo del gremio para que los casos se resuelvan, como también para que no se repitan, frente al contexto también de marchas que se desarrollan en nuestra entidad, sólo forma parte de la estadística y no del resultado. Y eso es delicado.

Contar las historias de un jirón del país ha convertido al gremio en un espacio de geografía de riesgo.

Si la contienda presenta ya desde ahora un contacto directo de roce entre asistentes a concentraciones, militantes o no de un partido, y ello ha mostrado tintes de violencia física, debemos esperar a que en esta ruta también se siga incluyendo a representantes de medios?

Me parece que no, tanto respeto merece la ciudadanía como quien le cuenta los sucesos para que tome decisiones. Y esto no debe ser un riesgo, esto debe ser un reflejo de que la contienda la llevan quienes consideran los partidos son sus mejores cuadros, que eligen por prendas personales, con perfiles profesionales, y a quien consideramos como ciudadanos que lo menos que respetan es la ley y la integridad ciudadana, y entre ellos, al gremio periodístico, de lo contrario, la ruta no sólo será crítica para hacer garante el artículo séptimo constitucional, sino también para que se cumpla la premisa del sexto.

¿Surrealismo?

Y acoto a lo que escribí la entrega anterior: la contienda no ha terminado. La historia política de este estado y nación nos muestra que renunciar a un proceso no quiere decir que se renuncie a la vida política.

De lo contrario, no sería Silvia Romero la propuesta a suplente de Beatriz Mojica. Y la contienda termina hasta que termina. Surrealismo?