/ lunes 2 de octubre de 2017

Surrealismo Político

Frente a los escenarios realizados con mucha antelación, siempre he parecido “contreras” cuando señalo que la política es de tiempo y de circunstancia y que nadie puede decirse vencedor de una contienda que ni siquiera inicia, y llamarse candidato/a de un partido hasta que no lo sea y termine la contienda.

Antes de las 13 horas de septiembre de 2017 los tableros mostraban las piezas con las que los partidos buscan definir su presencia en la jornada electoral y con ello, alcanzar la Presidencia de la República, gobiernos estatales y escaños en distintas cámaras locales y la federal. Todo indicaba que de lo que se mostraba ahí se tomaría hasta que.

El reloj marcó los primeros 14 minuto de la una de la tarde, y un movimiento de tierra subió al rango de 7.1 y con ello, una nueva realidad para las zonas siniestradas, y una nueva realidad para ese tablero político llamado política mexicana.

A diferencia de 1985, del 19 de septiembre, pero con un rango de 8.1, y una hora de 7:19, quien gobierna desde los Pinos, tomó el timón y salió, de hecho, estaba fuera, encaminado a dar seguimiento a la atención inmediata de un sismo del 7 del mes señalado, con epicentro en Chiapas. Saldría de ahí una frase que ha sido usada para descalificar sin perdonarle la situación que prevalecía y la originaba. Y virar para hacerse cargo de manera directa de la atención a esa nueva crisis que enfrentábamos en el país.

Frente al nuevo contexto de la historia, incluida la red de medios electrónicos, los partidos políticos se hicieron presentes. Decidieron que había que hacer una suma a los requerimientos económicos que los estados afectados requieren –Chiapas, Morelos, Estado de México, Puebla, Oaxaca, Guerrero- y que podrían prescindir de los recursos económicos que el propio gobierno les otorga para hacer política.

Ante el aplauso inmediato, ante el yo primero, ante el quien da más y el rostro de quien no quiso desprenderse de nada “como el INE-, se olvidó que el temblor, o los temblores, son una nueva crisis, y que hay otras que sigue viviendo el país, como la injerencia de grupos en la propia política mexicana.

Quien no cuenta con recursos para hacer campaña, y ante los escenarios que hicieron de la elección una masa electorera a la que acostumbraron a dar regalo para llevar a la urna votos, la ausencia de recursos la coloca en un dilema, aceptar o rechazar la oferta de grupos delincuenciales para hacer campaña, con los costos para la propia población, y ni que decir de los mismos que aceptaron lo que consideraron “oferta”, y en realidad es un riesgo.

Este proceso electoral con las modificaciones que han realizado los partidos políticos, y los propios nuevos partidos y las figuras independientes, conducirán a una saturación en calles y en medios de rostros, de pugnas, pero no de contenidos ni propuestas.

Cuando los partidos dicen NO a sus prebendas económicas, realmente ese dinero no lo tienen en sus arcas, están en arcas del propio gobierno y son producto de cobro de impuestos a la propia sociedad.

Por ello, este movimiento de tierra originó otro movimiento en los tableros de la clase política, quienes caminaban seguros, no lo están ya tanto. Quienes se movían con certezas están paralizados, quienes llevaban delantera han sido parados en seco por las propias circunstancias del sismo.

El sismo nos mostró que estos deben ser nuevos tiempos, que la sacudida política debe ayudar a renovar la democracia, que la democracia puede estar en riesgo con dinero malo y que la crisis anterior al S19-13:14 no se supera con las mismas reglas ni con lo mismos actores. Surrealismo?

Frente a los escenarios realizados con mucha antelación, siempre he parecido “contreras” cuando señalo que la política es de tiempo y de circunstancia y que nadie puede decirse vencedor de una contienda que ni siquiera inicia, y llamarse candidato/a de un partido hasta que no lo sea y termine la contienda.

Antes de las 13 horas de septiembre de 2017 los tableros mostraban las piezas con las que los partidos buscan definir su presencia en la jornada electoral y con ello, alcanzar la Presidencia de la República, gobiernos estatales y escaños en distintas cámaras locales y la federal. Todo indicaba que de lo que se mostraba ahí se tomaría hasta que.

El reloj marcó los primeros 14 minuto de la una de la tarde, y un movimiento de tierra subió al rango de 7.1 y con ello, una nueva realidad para las zonas siniestradas, y una nueva realidad para ese tablero político llamado política mexicana.

A diferencia de 1985, del 19 de septiembre, pero con un rango de 8.1, y una hora de 7:19, quien gobierna desde los Pinos, tomó el timón y salió, de hecho, estaba fuera, encaminado a dar seguimiento a la atención inmediata de un sismo del 7 del mes señalado, con epicentro en Chiapas. Saldría de ahí una frase que ha sido usada para descalificar sin perdonarle la situación que prevalecía y la originaba. Y virar para hacerse cargo de manera directa de la atención a esa nueva crisis que enfrentábamos en el país.

Frente al nuevo contexto de la historia, incluida la red de medios electrónicos, los partidos políticos se hicieron presentes. Decidieron que había que hacer una suma a los requerimientos económicos que los estados afectados requieren –Chiapas, Morelos, Estado de México, Puebla, Oaxaca, Guerrero- y que podrían prescindir de los recursos económicos que el propio gobierno les otorga para hacer política.

Ante el aplauso inmediato, ante el yo primero, ante el quien da más y el rostro de quien no quiso desprenderse de nada “como el INE-, se olvidó que el temblor, o los temblores, son una nueva crisis, y que hay otras que sigue viviendo el país, como la injerencia de grupos en la propia política mexicana.

Quien no cuenta con recursos para hacer campaña, y ante los escenarios que hicieron de la elección una masa electorera a la que acostumbraron a dar regalo para llevar a la urna votos, la ausencia de recursos la coloca en un dilema, aceptar o rechazar la oferta de grupos delincuenciales para hacer campaña, con los costos para la propia población, y ni que decir de los mismos que aceptaron lo que consideraron “oferta”, y en realidad es un riesgo.

Este proceso electoral con las modificaciones que han realizado los partidos políticos, y los propios nuevos partidos y las figuras independientes, conducirán a una saturación en calles y en medios de rostros, de pugnas, pero no de contenidos ni propuestas.

Cuando los partidos dicen NO a sus prebendas económicas, realmente ese dinero no lo tienen en sus arcas, están en arcas del propio gobierno y son producto de cobro de impuestos a la propia sociedad.

Por ello, este movimiento de tierra originó otro movimiento en los tableros de la clase política, quienes caminaban seguros, no lo están ya tanto. Quienes se movían con certezas están paralizados, quienes llevaban delantera han sido parados en seco por las propias circunstancias del sismo.

El sismo nos mostró que estos deben ser nuevos tiempos, que la sacudida política debe ayudar a renovar la democracia, que la democracia puede estar en riesgo con dinero malo y que la crisis anterior al S19-13:14 no se supera con las mismas reglas ni con lo mismos actores. Surrealismo?