/ martes 26 de septiembre de 2017

Surrealismo Político

Los seres humanos creemos que lo sabemos todo. Y que estamos preparados para todo. Hasta que la naturaleza nos da una lección. Y a veces, una nueva lección sobre una misma experiencia.

La mañana del 19 de septiembre comenzaba con un homenaje, izando la bandera a media asta al rememorar a las 7:19 a 1985, con el dolor, con la tragedia, con los recuerdos de quienes vivimos esa fecha y su réplica, la noche del viernes 20. El día continuaba con un simulacro, instituido desde 1986 junto con la creación de un área especial para atender las circunstancias de los seres humanos con la naturaleza, las áreas de Protección Civil.

Pero a las 13 horas con 14 minutos de ese día, una nueva marca se haría presente con otro movimiento de tierra de mayor impacto a los que han continuado del sismo del 7 de este mismo mes, y con otro epicentro.

Funcionaron las lecciones de estos años? Qué ha sucedido con el conocimiento que debemos tener de la naturaleza? Qué ha sucedido con los planes que debemos implementar en y con la familia?

La naturaleza volvió a darnos una muestra del verdadero poder, de que nada, nadie de nosotros los simples mortales, podemos hacer cuando un río crece y  retoma su camino con gran caudal, que nada podemos hacer para detener el movimiento de la tierra, salvo retornar nuestra mirada al Creador y actuar según el lugar donde nos encontremos y las circunstancias y nuestra propia reacción lo permitan.

Para una sociedad que percibió un sismo, los momentos de terror cuando han estado en lugares  con afectación mayor,  pasado el primer impacto de un movimiento telúrico, viene el reconocimiento de la realidad, y a diferencia de 1985, en esta ocasión las redes sociales  jugaron un papel sobresaliente no siempre a favor de superar y enfrentar la crisis.

En 1985 no había ni celulares ni redes sociales. Eso no limitó la ayuda ciudadana que salió de manera inmediata y hasta superó la reacción del gobierno federal, como ocurrió en la hoy llamada Ciudad de México –CDMX–, antes Distrito Federal. Ni los daños, ni la respuesta al sismo son los mismos 32 años después cuando se queda un nuevo registro en el 19 de septiembre.

Por ejemplo, en esta ocasión la respuesta del gobierno federal fue inmediata y hasta podemos decir que respetuosos junto con el de la Ciudad de México, para atender la emergencia. Que, como en 1985, la ciudadanía fue quien toma la iniciativa y despliega la generosa aportación en los lugares que resintieron el sismo, menos que en 1985 –afortunadamente–, pero ocurrió algo que lastimó la reacción, el uso de las redes sociales sin compromiso y sin responsabilidad que dispersaron lo que pudo ser ayuda oportuna a zonas afectadas,  enviando mensajes sobre hechos no reales y canalizando hacia allá los servicios de emergencia. La saturación en redes de mensajes innecesarios a resolver la crisis, el uso de las llamadas selfis para decir que “esa” persona sí ayudaba y, entre otras acciones que debemos tomar como lección, empujar a los gobiernos a atender mediáticamente situaciones sin una planeación con suficiencia para resolver, centrar la atención en un punto, y dejar a la llamada provincia prácticamente sin atención.

Una lección de 1985 nos refiere que la solidaridad en forma de alimentos, ayuda médica, ayuda de elementos para paliar la crisis, tiene el riesgo del olvido cuando se retorna a las actividades cotidianas, que quienes perdieron su vivienda tuvieron que enfrentar habitar casas hechizas, y hasta perder dignidad habitando lugares prestados que fueron requeridos cuando la “normalidad” les indicó que al no ser colectivo el dolor, no había prolongación de la ayuda, como ahora con los centros de acopio.

Esto no termina hoy, esto no termina en estos días. Esta es una lección que se tiene que registrar y tomar de la misma y de las anteriores, nuevos protocolos de respuesta ciudadana, pero también nuevos protocolos gubernamentales, hasta el amarre de manos para evitar su uso en etapa electoral.

Bienvenida la solidaridad, pero bienvenida cuando no tiene uso electoral y cuando se presta por humanismo. La prueba de las emergencias también tienen tiempo, y éste nos indicará de qué estamos hechos los próximos días, semanas y meses, lo que tarda en resolverse, de fondo. Surrealismo?

Los seres humanos creemos que lo sabemos todo. Y que estamos preparados para todo. Hasta que la naturaleza nos da una lección. Y a veces, una nueva lección sobre una misma experiencia.

La mañana del 19 de septiembre comenzaba con un homenaje, izando la bandera a media asta al rememorar a las 7:19 a 1985, con el dolor, con la tragedia, con los recuerdos de quienes vivimos esa fecha y su réplica, la noche del viernes 20. El día continuaba con un simulacro, instituido desde 1986 junto con la creación de un área especial para atender las circunstancias de los seres humanos con la naturaleza, las áreas de Protección Civil.

Pero a las 13 horas con 14 minutos de ese día, una nueva marca se haría presente con otro movimiento de tierra de mayor impacto a los que han continuado del sismo del 7 de este mismo mes, y con otro epicentro.

Funcionaron las lecciones de estos años? Qué ha sucedido con el conocimiento que debemos tener de la naturaleza? Qué ha sucedido con los planes que debemos implementar en y con la familia?

La naturaleza volvió a darnos una muestra del verdadero poder, de que nada, nadie de nosotros los simples mortales, podemos hacer cuando un río crece y  retoma su camino con gran caudal, que nada podemos hacer para detener el movimiento de la tierra, salvo retornar nuestra mirada al Creador y actuar según el lugar donde nos encontremos y las circunstancias y nuestra propia reacción lo permitan.

Para una sociedad que percibió un sismo, los momentos de terror cuando han estado en lugares  con afectación mayor,  pasado el primer impacto de un movimiento telúrico, viene el reconocimiento de la realidad, y a diferencia de 1985, en esta ocasión las redes sociales  jugaron un papel sobresaliente no siempre a favor de superar y enfrentar la crisis.

En 1985 no había ni celulares ni redes sociales. Eso no limitó la ayuda ciudadana que salió de manera inmediata y hasta superó la reacción del gobierno federal, como ocurrió en la hoy llamada Ciudad de México –CDMX–, antes Distrito Federal. Ni los daños, ni la respuesta al sismo son los mismos 32 años después cuando se queda un nuevo registro en el 19 de septiembre.

Por ejemplo, en esta ocasión la respuesta del gobierno federal fue inmediata y hasta podemos decir que respetuosos junto con el de la Ciudad de México, para atender la emergencia. Que, como en 1985, la ciudadanía fue quien toma la iniciativa y despliega la generosa aportación en los lugares que resintieron el sismo, menos que en 1985 –afortunadamente–, pero ocurrió algo que lastimó la reacción, el uso de las redes sociales sin compromiso y sin responsabilidad que dispersaron lo que pudo ser ayuda oportuna a zonas afectadas,  enviando mensajes sobre hechos no reales y canalizando hacia allá los servicios de emergencia. La saturación en redes de mensajes innecesarios a resolver la crisis, el uso de las llamadas selfis para decir que “esa” persona sí ayudaba y, entre otras acciones que debemos tomar como lección, empujar a los gobiernos a atender mediáticamente situaciones sin una planeación con suficiencia para resolver, centrar la atención en un punto, y dejar a la llamada provincia prácticamente sin atención.

Una lección de 1985 nos refiere que la solidaridad en forma de alimentos, ayuda médica, ayuda de elementos para paliar la crisis, tiene el riesgo del olvido cuando se retorna a las actividades cotidianas, que quienes perdieron su vivienda tuvieron que enfrentar habitar casas hechizas, y hasta perder dignidad habitando lugares prestados que fueron requeridos cuando la “normalidad” les indicó que al no ser colectivo el dolor, no había prolongación de la ayuda, como ahora con los centros de acopio.

Esto no termina hoy, esto no termina en estos días. Esta es una lección que se tiene que registrar y tomar de la misma y de las anteriores, nuevos protocolos de respuesta ciudadana, pero también nuevos protocolos gubernamentales, hasta el amarre de manos para evitar su uso en etapa electoral.

Bienvenida la solidaridad, pero bienvenida cuando no tiene uso electoral y cuando se presta por humanismo. La prueba de las emergencias también tienen tiempo, y éste nos indicará de qué estamos hechos los próximos días, semanas y meses, lo que tarda en resolverse, de fondo. Surrealismo?