/ viernes 16 de abril de 2021

Somos todólogos

Ahora todos somos todólogas y todólogos. Al tener a nuestro alcance las redes sociales y otros medios de comunicación nos volvemos expertos para el chisme, el descrédito y la desinformación. Eso pasa en nuestra aldea global y no hay vuelta para atrás.

Por ejemplo, desenfrenadamente damos crédito a todo lo que nos dicen; con el Covid-19 surgieron decenas, por no decir cientos, de “fake news”, que muchas personas compartían sin importar qué tan cierto serán. Pero además, surgieron los que daban recetas para combatir al virus, en el caso de contagio. Así, las infusiones, las automedicaciones, y sobre todo los comentarios malintencionados invadían estas redes.

En lo que tiene que ver con la vacuna, surgieron una serie de opiniones, que dan risa: Una de ellas es que con la vacuna se van a apropiar de la mente para controlarnos; otra opinión es que la vacuna causa la muerte; otra es que la única vacuna buena es la que se aplicó aquí en Acapulco que es la “Sinovac” porque las demás contienen transgénicos, así por el estilo.

Y cuando decimos “todólogos”, estamos hablando de los que opinan de política, o de medicina, o de historia o de psicología, por mencionar algunos. De política existe una gran polarización, a tal grado, que tanto de un lado como otro nos decimos tener la verdad absoluta. Es el caso de los aspirantes o candidatos a algún cargo de elección popular, no se vale insultarlos, porque no es de nuestro partido, puesto que cada uno merece respeto.

No podemos negar que algunas personas sean expertos en sus respectivas áreas o en sus oficios o en sus profesiones; pero, aun así, se desconocen otros ámbitos y de allí que creemos que nuestro criterio es el que vale. Y como ya lo comenté, pasa con temas como el aborto, la marihuana, la religión, la política y hasta en los deportes. Es válido tener diferentes opiniones, y es bueno también saber escuchar otras formas de pensar; sin embargo, también creo que hay que documentarse para poder opinar sin apasionamiento.

Bueno, es difícil que no se sienta pasión por lo que nos gusta. Hace unos días escuché dos opiniones diferentes sobre el problema relacionado con Salgado Macedonio. Una de esas personas, que no vive en nuestro estado, decía: ¿Por qué no hacen una manifestación contra ese criminal? ¿Cómo es posible que la gente de Guerrero solape a ese imbécil? Y muchas groserías más; Quiero decirles que esa persona se precia de ser “¿pacífica?”. La otra opinión decía que conocía muy bien el problema y que no era cierto lo que se decía de este aspirante a la gubernatura; que se sabía que era coqueto y mujeriego, pero que era un gran hombre, un gran padre, carismático e incapaz de hacer daño a alguna persona.

Otro ejemplo es, cuando se trata de hablar de la legalización de la mariguana, los que están a favor comentan que no pasa nada si se legaliza, habrá menos delincuencia, debido a que los que se dedican a este negocio quebrarán y se retirarán. Los que están en contra, aducen que es fomentar la adicción a las drogas, que habrá más jóvenes tontos porque hace daño al cerebro y que además, así inician para continuar con otras drogas mortales.

La mayoría de las veces no se discute, como dicen “civilizadamente”, sino que se quiere tener razón y si no se logra convencer con argumentos a la otra persona, recurrimos a subestimarla y estigmatizarla, como lo hemos venido observando. En filosofía la buena conversación acerca de un tema o la discusión donde se confrontan algunas ideas se llama Dialéctica; aunque algunos filósofos le han variado, no deja de ser un buen ejercicio para el diálogo y para enriquecer conocimientos.

Ojalá y podamos hacer un cambio de actitudes, los ciudadanos comunes y corrientes, simplemente se trata de discutir las ideas con elementos, no fabricados; de saber escuchar, de no entrar en acaloradas discusiones ni de imponer nuestro criterio; y respetar a la otra persona en su forma de pensar. Seguramente si nos comportamos así, quienes queden como candidatos, cuando se presenten los “debates” lo que harán será proponer ideas para un mejor bienestar social y no enfocarnos únicamente en desacreditar al adversario.

Ahora todos somos todólogas y todólogos. Al tener a nuestro alcance las redes sociales y otros medios de comunicación nos volvemos expertos para el chisme, el descrédito y la desinformación. Eso pasa en nuestra aldea global y no hay vuelta para atrás.

Por ejemplo, desenfrenadamente damos crédito a todo lo que nos dicen; con el Covid-19 surgieron decenas, por no decir cientos, de “fake news”, que muchas personas compartían sin importar qué tan cierto serán. Pero además, surgieron los que daban recetas para combatir al virus, en el caso de contagio. Así, las infusiones, las automedicaciones, y sobre todo los comentarios malintencionados invadían estas redes.

En lo que tiene que ver con la vacuna, surgieron una serie de opiniones, que dan risa: Una de ellas es que con la vacuna se van a apropiar de la mente para controlarnos; otra opinión es que la vacuna causa la muerte; otra es que la única vacuna buena es la que se aplicó aquí en Acapulco que es la “Sinovac” porque las demás contienen transgénicos, así por el estilo.

Y cuando decimos “todólogos”, estamos hablando de los que opinan de política, o de medicina, o de historia o de psicología, por mencionar algunos. De política existe una gran polarización, a tal grado, que tanto de un lado como otro nos decimos tener la verdad absoluta. Es el caso de los aspirantes o candidatos a algún cargo de elección popular, no se vale insultarlos, porque no es de nuestro partido, puesto que cada uno merece respeto.

No podemos negar que algunas personas sean expertos en sus respectivas áreas o en sus oficios o en sus profesiones; pero, aun así, se desconocen otros ámbitos y de allí que creemos que nuestro criterio es el que vale. Y como ya lo comenté, pasa con temas como el aborto, la marihuana, la religión, la política y hasta en los deportes. Es válido tener diferentes opiniones, y es bueno también saber escuchar otras formas de pensar; sin embargo, también creo que hay que documentarse para poder opinar sin apasionamiento.

Bueno, es difícil que no se sienta pasión por lo que nos gusta. Hace unos días escuché dos opiniones diferentes sobre el problema relacionado con Salgado Macedonio. Una de esas personas, que no vive en nuestro estado, decía: ¿Por qué no hacen una manifestación contra ese criminal? ¿Cómo es posible que la gente de Guerrero solape a ese imbécil? Y muchas groserías más; Quiero decirles que esa persona se precia de ser “¿pacífica?”. La otra opinión decía que conocía muy bien el problema y que no era cierto lo que se decía de este aspirante a la gubernatura; que se sabía que era coqueto y mujeriego, pero que era un gran hombre, un gran padre, carismático e incapaz de hacer daño a alguna persona.

Otro ejemplo es, cuando se trata de hablar de la legalización de la mariguana, los que están a favor comentan que no pasa nada si se legaliza, habrá menos delincuencia, debido a que los que se dedican a este negocio quebrarán y se retirarán. Los que están en contra, aducen que es fomentar la adicción a las drogas, que habrá más jóvenes tontos porque hace daño al cerebro y que además, así inician para continuar con otras drogas mortales.

La mayoría de las veces no se discute, como dicen “civilizadamente”, sino que se quiere tener razón y si no se logra convencer con argumentos a la otra persona, recurrimos a subestimarla y estigmatizarla, como lo hemos venido observando. En filosofía la buena conversación acerca de un tema o la discusión donde se confrontan algunas ideas se llama Dialéctica; aunque algunos filósofos le han variado, no deja de ser un buen ejercicio para el diálogo y para enriquecer conocimientos.

Ojalá y podamos hacer un cambio de actitudes, los ciudadanos comunes y corrientes, simplemente se trata de discutir las ideas con elementos, no fabricados; de saber escuchar, de no entrar en acaloradas discusiones ni de imponer nuestro criterio; y respetar a la otra persona en su forma de pensar. Seguramente si nos comportamos así, quienes queden como candidatos, cuando se presenten los “debates” lo que harán será proponer ideas para un mejor bienestar social y no enfocarnos únicamente en desacreditar al adversario.

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