/ domingo 14 de junio de 2020

Semáforos en México

En la vida, a tod@s se nos hace necesario hacer un alto, para avanzar. Las formas de ese “alto” varían, a veces se presenta como enfermedad y otras más como vacaciones. La pandemia de COVID 19 llevó al planeta a realizarlo de manera colectiva, aunque no de la misma forma, influyó en ella más que la presión de los gobiernos, el sentido común y cuando éste falló, volvió a actuar la autoridad y recayó en la máxima de un país las reglas a seguir. Y para regular ese flujo de avance y parar, México usó un Semáforo.

El recurso fue puesto en marcha en la década de 1860 con la aparición de los trenes, cinco años después (1865) John Peake Knight, ingeniero inglés responsable de diseñar sistemas de señales uso el sistema de brazos para indicar el avance o el alto. Posteriormente y con el flujo vehicular, la medida se convirtió en un referente de ayuda para control el movimiento que generaba el número de vehículos, sin duda, condiciones caóticas para el mejor desempeño social y hay expertos en el manejo que permiten un desarrollo social más armónico.

El Gobierno Mexicano decidió usar este recurso para generar un estado visual-mental del momento como un indicativo del COVID 19 con el grado de riesgo de la entidad donde vive. Y luego de que ordenara un “quédate en casa” con datos no tan claros entre el número oficial de contagios y decesos, la multiplicación de las cifras con el 8.3 del uso del programa “centinela” y las cifras que, desde el exterior, muchas con investigación periodística, nos dan, la atención formal de los Gobiernos Estatales y Municipales se ha movido con el recurso de control del flujo de la actividad con el famoso Semáforo y los 4 colores: Rojo, Naranja, Azul y Verde. Donde el rojo es el alto total y a partir de las otras señales el movimiento indica más seguridad en la preservación de la salud.

De una forma, a mi parecer, súbita, sin suficiente información sobre su sustento científico tratándose de un asunto de salud, y luego de que el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador prácticamente rompiera el confinamiento general del país al realizar la primera semana de junio de 2020 –mes que transcurre- una gira por 5 Estados del Sureste, y no precisamente sobre la revisión de las condiciones de su pueblo en materia de salud, sino en el tema del Tren Maya; y anunciar para ésta semana un recorrido por otras cinco entidades, donde, hasta cuando esto escribo, el tema es el de Seguridad, el Semáforo ha cambiado para casi la mitad del país y da con ello, formalmente, se entiende como autorización a salir de casa para realizar actividades, más generales.

Así los Estados que tienen ya el color naranja son: Aguascalientes, Baja California Sur, Campeche, Chihuahua, Coahuila, Durango, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nuevo León, Quintana Roo, San Luis Potosí, Tabasco, Tamaulipas, Yucatán y Zacatecas. En tanto las entidades que mantienen la alerta de riesgo con el semáforo Rojo son: Baja California, Chiapas, Ciudad de México, Colima, Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Veracruz.

Los movimientos sociales que han presentado por el caso Georg Floyd, en Jalisco por el caso de Geovanny, en Ciudad de México por el de Melanie, en todos ellos por la actuación negativa de elementos de seguridad, en los dos primeros la pérdida de vida, nos indican que las formas, entendibles, de protesta, no variaron. La presión natural para salir, ejercida contra la autoridad más cercana a la población, por la gran necesidad de llevar alimentos a las casas, también es entendible. Queda en medio de todo ello el discernimiento para determinar el grado de riesgo personal, familiar, social y queda, así parece, en la responsabilidad estatal, y en el sentido común de la sociedad, la atención a la emergencia.

En la vida, a tod@s se nos hace necesario hacer un alto, para avanzar. Las formas de ese “alto” varían, a veces se presenta como enfermedad y otras más como vacaciones. La pandemia de COVID 19 llevó al planeta a realizarlo de manera colectiva, aunque no de la misma forma, influyó en ella más que la presión de los gobiernos, el sentido común y cuando éste falló, volvió a actuar la autoridad y recayó en la máxima de un país las reglas a seguir. Y para regular ese flujo de avance y parar, México usó un Semáforo.

El recurso fue puesto en marcha en la década de 1860 con la aparición de los trenes, cinco años después (1865) John Peake Knight, ingeniero inglés responsable de diseñar sistemas de señales uso el sistema de brazos para indicar el avance o el alto. Posteriormente y con el flujo vehicular, la medida se convirtió en un referente de ayuda para control el movimiento que generaba el número de vehículos, sin duda, condiciones caóticas para el mejor desempeño social y hay expertos en el manejo que permiten un desarrollo social más armónico.

El Gobierno Mexicano decidió usar este recurso para generar un estado visual-mental del momento como un indicativo del COVID 19 con el grado de riesgo de la entidad donde vive. Y luego de que ordenara un “quédate en casa” con datos no tan claros entre el número oficial de contagios y decesos, la multiplicación de las cifras con el 8.3 del uso del programa “centinela” y las cifras que, desde el exterior, muchas con investigación periodística, nos dan, la atención formal de los Gobiernos Estatales y Municipales se ha movido con el recurso de control del flujo de la actividad con el famoso Semáforo y los 4 colores: Rojo, Naranja, Azul y Verde. Donde el rojo es el alto total y a partir de las otras señales el movimiento indica más seguridad en la preservación de la salud.

De una forma, a mi parecer, súbita, sin suficiente información sobre su sustento científico tratándose de un asunto de salud, y luego de que el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador prácticamente rompiera el confinamiento general del país al realizar la primera semana de junio de 2020 –mes que transcurre- una gira por 5 Estados del Sureste, y no precisamente sobre la revisión de las condiciones de su pueblo en materia de salud, sino en el tema del Tren Maya; y anunciar para ésta semana un recorrido por otras cinco entidades, donde, hasta cuando esto escribo, el tema es el de Seguridad, el Semáforo ha cambiado para casi la mitad del país y da con ello, formalmente, se entiende como autorización a salir de casa para realizar actividades, más generales.

Así los Estados que tienen ya el color naranja son: Aguascalientes, Baja California Sur, Campeche, Chihuahua, Coahuila, Durango, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nuevo León, Quintana Roo, San Luis Potosí, Tabasco, Tamaulipas, Yucatán y Zacatecas. En tanto las entidades que mantienen la alerta de riesgo con el semáforo Rojo son: Baja California, Chiapas, Ciudad de México, Colima, Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Veracruz.

Los movimientos sociales que han presentado por el caso Georg Floyd, en Jalisco por el caso de Geovanny, en Ciudad de México por el de Melanie, en todos ellos por la actuación negativa de elementos de seguridad, en los dos primeros la pérdida de vida, nos indican que las formas, entendibles, de protesta, no variaron. La presión natural para salir, ejercida contra la autoridad más cercana a la población, por la gran necesidad de llevar alimentos a las casas, también es entendible. Queda en medio de todo ello el discernimiento para determinar el grado de riesgo personal, familiar, social y queda, así parece, en la responsabilidad estatal, y en el sentido común de la sociedad, la atención a la emergencia.