/ miércoles 18 de agosto de 2021

Respaldo turístico

En las últimas semanas ha trascendido en la prensa lo innegable, que en México hoy hay mucho más pobreza que hace un par de años. Situación que no sólo se ha acrecentado por el impacto y parálisis que por sí misma ha arrojado la pandemia del virus SARS-CoV-2, sino también por la consistente y perniciosa inexperiencia con la que ha actuado el gobierno de Morena.

De lo anterior se desprende, que de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) México cerró el primer trimestre del año con 5 millones más de personas en pobreza laboral, respecto al mismo periodo de 2020.

Es así que sea sumamente lamentable y alarmante que el número total de personas pobres supere los 55 millones de mexicanos, cifra más alta incluso que la población total de países como Argentina, Colombia o España.

Y dentro de este universo de afectaciones, se ha demostrado que su daño se ha sentido con mayor fuerza en aquellas entidades federativas cuya economía ejerce una gran dependencia a las actividades turísticas. Sobre este particular, hace unos meses, el Consejo Nacional Empresarial Turístico dio a conocer que el turismo mexicano dejó de recibir más de 20 millones de turistas extranjeros en 2020, lo que supone una caída del 46% en las visitas respecto a 2019.

Dicha decadencia, acompañada de una débil estrategia tanto sanitaria como económica por parte de las autoridades del orden federal, ha ocasionado que según las estimaciones de la industria turística recupere los niveles previos a la pandemia en tres o cuatro años.

El 2020, fue catalogado como “el peor año que se haya registrado en la historia del turismo”; y no queremos que esta tendencia se repita o supere en el año en curso. Por ello, más allá de caer en incongruentes llamados a restringir de tajo las actividades oa menospreciar las afectaciones del Covid-19; lo que verdaderamente se requiere es un papel de liderazgo por parte del gobierno federal que encabeza las acciones necesarias para revitalizar a la industria sin chimeneas, y así paliar la brecha de pobreza que se ha profundizado con el gobierno de Morena.

Y a pesar de que desde el ámbito parlamentario se hayan presentado sendas propuestas para mitigar los impactos, pareciera que las autoridades federales se resisten a apoyar a las micro y pequeñas empresas que dependen de este sector de la economía, o promover crédito especializado y funcional destinado al turismo.

Reactivar el mercado turístico interno, promover y modernizar el transporte aéreo y urbano de pasajeros, impulsar incentivos ocasionales para las afluencias turísticas, diseñar e instrumentar una política de vacunación y cuidados sanitarios especializados en estas regiones, son parte de algunos de los temas que deben ser destinos por las autoridades turísticas para transitar hacia una verdadera reactivación económica del país y revertir la decadencia de pobreza que atravesamos.

Por tales motivos, es un hecho inobjetable que la industria turística del país requiere de apoyos extraordinarios; particularmente, en aquellas latitudes cuya economía depende de la industria sin chimeneas. Situación que debe ser reconocida y pronunciada desde cualquier trinchera pública, con el firme objetivo de anclarla como una actividad prioritaria y esencial para el bienestar de millones de familias que depende del turismo nacional.


En las últimas semanas ha trascendido en la prensa lo innegable, que en México hoy hay mucho más pobreza que hace un par de años. Situación que no sólo se ha acrecentado por el impacto y parálisis que por sí misma ha arrojado la pandemia del virus SARS-CoV-2, sino también por la consistente y perniciosa inexperiencia con la que ha actuado el gobierno de Morena.

De lo anterior se desprende, que de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) México cerró el primer trimestre del año con 5 millones más de personas en pobreza laboral, respecto al mismo periodo de 2020.

Es así que sea sumamente lamentable y alarmante que el número total de personas pobres supere los 55 millones de mexicanos, cifra más alta incluso que la población total de países como Argentina, Colombia o España.

Y dentro de este universo de afectaciones, se ha demostrado que su daño se ha sentido con mayor fuerza en aquellas entidades federativas cuya economía ejerce una gran dependencia a las actividades turísticas. Sobre este particular, hace unos meses, el Consejo Nacional Empresarial Turístico dio a conocer que el turismo mexicano dejó de recibir más de 20 millones de turistas extranjeros en 2020, lo que supone una caída del 46% en las visitas respecto a 2019.

Dicha decadencia, acompañada de una débil estrategia tanto sanitaria como económica por parte de las autoridades del orden federal, ha ocasionado que según las estimaciones de la industria turística recupere los niveles previos a la pandemia en tres o cuatro años.

El 2020, fue catalogado como “el peor año que se haya registrado en la historia del turismo”; y no queremos que esta tendencia se repita o supere en el año en curso. Por ello, más allá de caer en incongruentes llamados a restringir de tajo las actividades oa menospreciar las afectaciones del Covid-19; lo que verdaderamente se requiere es un papel de liderazgo por parte del gobierno federal que encabeza las acciones necesarias para revitalizar a la industria sin chimeneas, y así paliar la brecha de pobreza que se ha profundizado con el gobierno de Morena.

Y a pesar de que desde el ámbito parlamentario se hayan presentado sendas propuestas para mitigar los impactos, pareciera que las autoridades federales se resisten a apoyar a las micro y pequeñas empresas que dependen de este sector de la economía, o promover crédito especializado y funcional destinado al turismo.

Reactivar el mercado turístico interno, promover y modernizar el transporte aéreo y urbano de pasajeros, impulsar incentivos ocasionales para las afluencias turísticas, diseñar e instrumentar una política de vacunación y cuidados sanitarios especializados en estas regiones, son parte de algunos de los temas que deben ser destinos por las autoridades turísticas para transitar hacia una verdadera reactivación económica del país y revertir la decadencia de pobreza que atravesamos.

Por tales motivos, es un hecho inobjetable que la industria turística del país requiere de apoyos extraordinarios; particularmente, en aquellas latitudes cuya economía depende de la industria sin chimeneas. Situación que debe ser reconocida y pronunciada desde cualquier trinchera pública, con el firme objetivo de anclarla como una actividad prioritaria y esencial para el bienestar de millones de familias que depende del turismo nacional.