/ jueves 28 de enero de 2021

Regresamos al semáforo rojo

El gobernador Astudillo anunció que regresamos al color rojo en esta pandemia. Ello significa que en la entidad hay un nivel de alerta máximo por la pandemia del coronavirus. De acuerdo al protocolo: “habrá una mayor restricción del espacio público. La ocupación hotelera al 25 por ciento y áreas comunes deben estar cerradas. Los restaurantes pueden vender comida sólo a domicilio. Las estéticas, barberías y peluquerías sólo pueden ofrecer servicio a domicilio siguiendo las medidas de higiene. El aforo de personas deberá ser de 25 por ciento en parques y plazas públicas no infantiles En mercados y supermercados, el aforo debe ser de 50 por ciento y una persona por familia. Gimnasios, cines, plazas comerciales, templos de culto o iglesias, museos y bares permanecen cerrados. Sólo se permite la operación de las industrias consideradas como esenciales. No se permitirá que personas que estén dentro de la población de riesgo se reintegren a sus actividades y sólo podrán hacerlo hasta que el semáforo esté en amarillo. Las actividades escolares presenciales no podrán ser retomadas y sólo se reanudarán cuando el semáforo del coronavirus esté en verde.” Muy bien. Pero, ¿qué van a hacer miles de personas que verán cerradas sus fuentes de trabajo, de dónde van a sacar el sustento para sus familias?

Poco puede hacer el gobierno del estado para implementar una política anticíclica, como la aplicada en la mayoría de países, incluyendo los africanos (condonación de impuestos y contribuciones a micro, pequeñas, medianas empresas; ayuda económica a los trabajadores en el pago de alquiler, servicios de agua, electricidad, entre otras medidas). Eso lo debe o debió hacer el gobierno federal pero, al grito de “que quiebre quien deba quebrar”, no lo hizo ni lo va a hacer. Según Bloomberg, el gobierno de México está considerado en el penúltimo lugar en el manejo de la pandemia y sus efectos sanitarios y económicos. Brasil está en el último.

Pero pongámonos optimistas: esta es una ventana de oportunidad para partidos y candidatos. Que nos expongan sus respectivos planes y programas de qué harían si detentaran el poder. Ello permitiría a los electores decidir por el mejor, ¿verdad?

El gobernador Astudillo anunció que regresamos al color rojo en esta pandemia. Ello significa que en la entidad hay un nivel de alerta máximo por la pandemia del coronavirus. De acuerdo al protocolo: “habrá una mayor restricción del espacio público. La ocupación hotelera al 25 por ciento y áreas comunes deben estar cerradas. Los restaurantes pueden vender comida sólo a domicilio. Las estéticas, barberías y peluquerías sólo pueden ofrecer servicio a domicilio siguiendo las medidas de higiene. El aforo de personas deberá ser de 25 por ciento en parques y plazas públicas no infantiles En mercados y supermercados, el aforo debe ser de 50 por ciento y una persona por familia. Gimnasios, cines, plazas comerciales, templos de culto o iglesias, museos y bares permanecen cerrados. Sólo se permite la operación de las industrias consideradas como esenciales. No se permitirá que personas que estén dentro de la población de riesgo se reintegren a sus actividades y sólo podrán hacerlo hasta que el semáforo esté en amarillo. Las actividades escolares presenciales no podrán ser retomadas y sólo se reanudarán cuando el semáforo del coronavirus esté en verde.” Muy bien. Pero, ¿qué van a hacer miles de personas que verán cerradas sus fuentes de trabajo, de dónde van a sacar el sustento para sus familias?

Poco puede hacer el gobierno del estado para implementar una política anticíclica, como la aplicada en la mayoría de países, incluyendo los africanos (condonación de impuestos y contribuciones a micro, pequeñas, medianas empresas; ayuda económica a los trabajadores en el pago de alquiler, servicios de agua, electricidad, entre otras medidas). Eso lo debe o debió hacer el gobierno federal pero, al grito de “que quiebre quien deba quebrar”, no lo hizo ni lo va a hacer. Según Bloomberg, el gobierno de México está considerado en el penúltimo lugar en el manejo de la pandemia y sus efectos sanitarios y económicos. Brasil está en el último.

Pero pongámonos optimistas: esta es una ventana de oportunidad para partidos y candidatos. Que nos expongan sus respectivos planes y programas de qué harían si detentaran el poder. Ello permitiría a los electores decidir por el mejor, ¿verdad?