/ martes 29 de diciembre de 2020

Reflexiones 2020

Si en lo que va del Siglo XXI nos tomáramos la tarea de señalar un año que marcara un antes y un después en la organización social, política y económica de todo el orbe, refeririamos sin mayor titubeo al 2020. Pues como una desafortunada realidad, la mayor parte del año estuvo marcada por una de las peores crisis a las que se ha enfrentado la humanidad.

Lo anterior, obedece a la desastrosa llegada del virus SARS-CoV-2, que ha dejado a su paso un amplio catálogo de afectaciones en el terreno sanitario y en el económico.

No es menor señalar que de acuerdo con el conteo de la Universidad John Hopkins, con corte al 27 de diciembre del año en curso, el Covid-19 ha cobrado la vida de 1 millón 763 mil personas, con más de 80 millones de casos confirmados.

Mientras que en el ámbito económico, los efectos que ha implicado el virus, se han traducido en que la economía mundial se contraiga en la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, dejando muy por debajo a la crisis del año 2009.

Con este binomio de complicaciones apremiantes, se convirtió en un eje imprescindible la necesidad de que los gobiernos de todo el mundo pusieran en marcha una serie de acciones extraordinarias que no sólo sometieron a la máxima prueba a los sistemas de salud; sino también al andamiaje con el que funcionan sus economías.

Es así que en el transcurso de los meses pudimos observar acciones de todo tipo que fueron desde mitigar las severas consecuencias ocasionadas por el virus con estrategias en las que no se escatimaron los esfuerzos ni recursos por garantizar la salud y empleo de las personas; hasta aquella que dejaron mucho que desear por la lentitud y eficiencia de su vigencia.

Lamentablemente, en esta última condición se ha inscrito el manejo de la pandemia en nuestro país, toda vez que la inexperiencia y los tiempos con los que se han tomado las decisiones posicionaron a nuestro país como una de las peores localidades para afrontar la pandemia.

A pesar de las múltiples acciones que se han adoptado desde algunos gobiernos locales, así como las acciones de la sociedad concientizada y los esfuerzos de las empresas, no se ha encontrado como un congruente aliado al gobierno federal, que mucho ha tenido que ver en el incontrolable pico de contagios y en la complejidad que viven sectores económicos del país, como lo es el turístico.

Por ello, más allá de culpar o entrar en discusiones, la reflexión más grande que puede dejarnos el 2020, es la importancia de la unidad nacional que con una base de plena responsabilidad y seriedad ante los retos que enfrentamos, exija mejores respuestas y acciones en favor de un pleno ejercicio del derecho universal a la salud, así como de las libertades y garantias para que los sectores de la economía no profundicen sus caídas.

*Senador de la República

@manuelanorve

Si en lo que va del Siglo XXI nos tomáramos la tarea de señalar un año que marcara un antes y un después en la organización social, política y económica de todo el orbe, refeririamos sin mayor titubeo al 2020. Pues como una desafortunada realidad, la mayor parte del año estuvo marcada por una de las peores crisis a las que se ha enfrentado la humanidad.

Lo anterior, obedece a la desastrosa llegada del virus SARS-CoV-2, que ha dejado a su paso un amplio catálogo de afectaciones en el terreno sanitario y en el económico.

No es menor señalar que de acuerdo con el conteo de la Universidad John Hopkins, con corte al 27 de diciembre del año en curso, el Covid-19 ha cobrado la vida de 1 millón 763 mil personas, con más de 80 millones de casos confirmados.

Mientras que en el ámbito económico, los efectos que ha implicado el virus, se han traducido en que la economía mundial se contraiga en la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, dejando muy por debajo a la crisis del año 2009.

Con este binomio de complicaciones apremiantes, se convirtió en un eje imprescindible la necesidad de que los gobiernos de todo el mundo pusieran en marcha una serie de acciones extraordinarias que no sólo sometieron a la máxima prueba a los sistemas de salud; sino también al andamiaje con el que funcionan sus economías.

Es así que en el transcurso de los meses pudimos observar acciones de todo tipo que fueron desde mitigar las severas consecuencias ocasionadas por el virus con estrategias en las que no se escatimaron los esfuerzos ni recursos por garantizar la salud y empleo de las personas; hasta aquella que dejaron mucho que desear por la lentitud y eficiencia de su vigencia.

Lamentablemente, en esta última condición se ha inscrito el manejo de la pandemia en nuestro país, toda vez que la inexperiencia y los tiempos con los que se han tomado las decisiones posicionaron a nuestro país como una de las peores localidades para afrontar la pandemia.

A pesar de las múltiples acciones que se han adoptado desde algunos gobiernos locales, así como las acciones de la sociedad concientizada y los esfuerzos de las empresas, no se ha encontrado como un congruente aliado al gobierno federal, que mucho ha tenido que ver en el incontrolable pico de contagios y en la complejidad que viven sectores económicos del país, como lo es el turístico.

Por ello, más allá de culpar o entrar en discusiones, la reflexión más grande que puede dejarnos el 2020, es la importancia de la unidad nacional que con una base de plena responsabilidad y seriedad ante los retos que enfrentamos, exija mejores respuestas y acciones en favor de un pleno ejercicio del derecho universal a la salud, así como de las libertades y garantias para que los sectores de la economía no profundicen sus caídas.

*Senador de la República

@manuelanorve