/ viernes 25 de diciembre de 2020

¿QUÉ FESTEJAR?

Estas celebraciones navideñas y de fin de año serán muy amargas para millones de familias. ¿Qué habrán de festejar 12.4 millones de familias cuyos miembros perdieron el empleo, junto al 1.5 millones de micro, pequeños y medianos empresarios que ya no pudieron pagar la nómina y a sus proveedores, teniendo que cerrar su negocio? No hay nada qué festejar para las familias que perdieron a un miembro de ella por efecto del coronavirus. No será nada agradable la reunión de 15 millones de familias que cayeron de la clase media a la pobreza, más 10 millones de pobres quepasaron a la pobreza extrema.

Cuando se recuerdan las palabras del señor López -antes que llegara la pandemia a nuestro país- arengando a los ciudadanos a salir a las calles y a abrazarse, minimizando los efectos del COVID-19, no puede uno dejar de pensar en irresponsabilidad por decir lo menos. O de las recomendaciones de usar “detentes” para protegerse del contagio; o de que con solo “no mentir, no engañar y no robar” se producía inmunidad; más tarde, que la pandemia ya estaba “domada”, o de que “nos cayó como anillo al dedo”. Son ocurrencias de burla y ofensa a la inteligencia de las personas.

Definitivamente no haya nada qué festejar, salvo que aún estamos vivos y no tenemos que respirar con un ventilador médico.

Estas celebraciones navideñas y de fin de año serán muy amargas para millones de familias. ¿Qué habrán de festejar 12.4 millones de familias cuyos miembros perdieron el empleo, junto al 1.5 millones de micro, pequeños y medianos empresarios que ya no pudieron pagar la nómina y a sus proveedores, teniendo que cerrar su negocio? No hay nada qué festejar para las familias que perdieron a un miembro de ella por efecto del coronavirus. No será nada agradable la reunión de 15 millones de familias que cayeron de la clase media a la pobreza, más 10 millones de pobres quepasaron a la pobreza extrema.

Cuando se recuerdan las palabras del señor López -antes que llegara la pandemia a nuestro país- arengando a los ciudadanos a salir a las calles y a abrazarse, minimizando los efectos del COVID-19, no puede uno dejar de pensar en irresponsabilidad por decir lo menos. O de las recomendaciones de usar “detentes” para protegerse del contagio; o de que con solo “no mentir, no engañar y no robar” se producía inmunidad; más tarde, que la pandemia ya estaba “domada”, o de que “nos cayó como anillo al dedo”. Son ocurrencias de burla y ofensa a la inteligencia de las personas.

Definitivamente no haya nada qué festejar, salvo que aún estamos vivos y no tenemos que respirar con un ventilador médico.