/ sábado 29 de agosto de 2020

Primero el pueblo (si de sacrificar se trata)

México llegó al escenario catastrófico de la pandemia desde el fin de semana pasado cuando el número de muertes por Covid-19 superó las 60 mil víctimas y la economía sufrió un retroceso de una década con la posibilidad de caer hasta un 12.8 por ciento al cierre de este año, a decir del Banco de México (Banxico).

Además, el empleo no se recupera del todo y la reapertura gradual de diversas actividades, como el turismo, sigue empantanada. La sociedad está consciente de la vigencia del peligro a la salud y, por ello, toman con "reserva" la nueva normalidad. La evidencia más clara de que la amenaza no puede desdeñarse son las escuelas vacías al arranque de este ciclo escolar.

Lo único que no ha logrado trastocar la pandemia ni su agresiva mortandad, en contraste, es el hambre de poder político avivado por la cercanía de elecciones locales y federales.

El Movimiento Regeneración Nacional (Morena), partido que se propuso erradicar las “viejas prácticas” y anteponer los intereses populares, inició abiertamente la carrera por la gubernatura en Guerrero, a casi un año de distancia de la jornada electoral, reconociendo como única contingencia a la vista su disputa interna por la candidatura.

Emulando aquellas confrontaciones intestinas en el PRD, del que emigraron la mayoría de sus hoy militantes, Morena ha trazado como prioridad nominar al abanderado al gobierno estatal, mientras sus bases

resienten la parálisis económica en los principales sectores productivos, como si la solución a la pandemia deviniera de los resultados en las urnas.

Es cuestionable, por ello, incluso incongruente, el apresurado activismo político que emprenden en este contexto quienes se vislumbran como posible candidato o candidata, confiados quizás en que la inercia lopezobradorista les afiance el triunfo.

Así vemos, sin empacho, a la alcaldesa de Acapulco, Adela Román Ocampo, ocupada en eludir y responder al "golpeteo político" que aduce como estrategia para “tumbarla” de los eventuales aspirantes, mientras el municipio, sostén económico del estado, se cae a pedazos por servicios públicos deficientes (CAPAMA en una crisis interna y externa nunca vista) obra pública exigua y acciones fallidas para contener contagios del Covid-19.

También, después de dos años como superdelegado federal y diputado local, Pablo Amílcar Sandoval aparece mediática y públicamente por las siete regiones del estado, pero su trabajo como máximo representante del gobierno de México en Guerrero no sólo es cuestionable, sino desconocido.

Otros que también buscan la nominación son el senador y ex alcalde de Acapulco, Félix Salgado Macedonio, y su antecesor en el gobierno municipal, Alberto López Rosas, aunque con méritos escasos recientes y del pasado. Sus trienios son recordados por opacidad, obras deficientes y engrosamiento de la nómina municipal.

Se anota también en la lista de espera Beatriz Mojica Morga, ex candidata del PRD al gobierno del estado, que espera apadrinamiento del Partido del Trabajo para colarse como precandidata de su eventual alianza con Morena.

El trabajo de todos los referidos habla por sí solo, pero si algo resulta más insultante es su dedicación a garantizar su futuro político inmediato y no el bienestar de sus votantes a corto y mediano plazo.

La gran evidencia que dejará esta pandemia, además de nuestras debilidades sociales y económicas como nación emergente, es la indefensión de una sociedad frente a políticos en el poder cuyo interés primordial es el propio. Siempre el propio.

México llegó al escenario catastrófico de la pandemia desde el fin de semana pasado cuando el número de muertes por Covid-19 superó las 60 mil víctimas y la economía sufrió un retroceso de una década con la posibilidad de caer hasta un 12.8 por ciento al cierre de este año, a decir del Banco de México (Banxico).

Además, el empleo no se recupera del todo y la reapertura gradual de diversas actividades, como el turismo, sigue empantanada. La sociedad está consciente de la vigencia del peligro a la salud y, por ello, toman con "reserva" la nueva normalidad. La evidencia más clara de que la amenaza no puede desdeñarse son las escuelas vacías al arranque de este ciclo escolar.

Lo único que no ha logrado trastocar la pandemia ni su agresiva mortandad, en contraste, es el hambre de poder político avivado por la cercanía de elecciones locales y federales.

El Movimiento Regeneración Nacional (Morena), partido que se propuso erradicar las “viejas prácticas” y anteponer los intereses populares, inició abiertamente la carrera por la gubernatura en Guerrero, a casi un año de distancia de la jornada electoral, reconociendo como única contingencia a la vista su disputa interna por la candidatura.

Emulando aquellas confrontaciones intestinas en el PRD, del que emigraron la mayoría de sus hoy militantes, Morena ha trazado como prioridad nominar al abanderado al gobierno estatal, mientras sus bases

resienten la parálisis económica en los principales sectores productivos, como si la solución a la pandemia deviniera de los resultados en las urnas.

Es cuestionable, por ello, incluso incongruente, el apresurado activismo político que emprenden en este contexto quienes se vislumbran como posible candidato o candidata, confiados quizás en que la inercia lopezobradorista les afiance el triunfo.

Así vemos, sin empacho, a la alcaldesa de Acapulco, Adela Román Ocampo, ocupada en eludir y responder al "golpeteo político" que aduce como estrategia para “tumbarla” de los eventuales aspirantes, mientras el municipio, sostén económico del estado, se cae a pedazos por servicios públicos deficientes (CAPAMA en una crisis interna y externa nunca vista) obra pública exigua y acciones fallidas para contener contagios del Covid-19.

También, después de dos años como superdelegado federal y diputado local, Pablo Amílcar Sandoval aparece mediática y públicamente por las siete regiones del estado, pero su trabajo como máximo representante del gobierno de México en Guerrero no sólo es cuestionable, sino desconocido.

Otros que también buscan la nominación son el senador y ex alcalde de Acapulco, Félix Salgado Macedonio, y su antecesor en el gobierno municipal, Alberto López Rosas, aunque con méritos escasos recientes y del pasado. Sus trienios son recordados por opacidad, obras deficientes y engrosamiento de la nómina municipal.

Se anota también en la lista de espera Beatriz Mojica Morga, ex candidata del PRD al gobierno del estado, que espera apadrinamiento del Partido del Trabajo para colarse como precandidata de su eventual alianza con Morena.

El trabajo de todos los referidos habla por sí solo, pero si algo resulta más insultante es su dedicación a garantizar su futuro político inmediato y no el bienestar de sus votantes a corto y mediano plazo.

La gran evidencia que dejará esta pandemia, además de nuestras debilidades sociales y económicas como nación emergente, es la indefensión de una sociedad frente a políticos en el poder cuyo interés primordial es el propio. Siempre el propio.