/ domingo 14 de junio de 2020

Por un pacto hoy con perspectiva post Covid-19

Estamos viviendo una catástrofe a nivel mundial que trastocó de manera repentina la vida de la humanidad en todos sus ámbitos, la cual es un parteaguas para la humanidad en cuanto que nos obliga a dejar atrás un paradigma de la forma de hacer las actividades, a actuar de manera reactiva y estratégica para salir de ella, al tiempo que se empieza a diseñar con acciones estratégicas el paradigma emergente que se denomina “nueva normalidad” o “post Covid-19”.

La transición a la nueva normalidad debe sustentarse en un principio y dos premisas:

El principio de no hacer tabla rasa del pasado, en especial del paradigma que se puede denominar “pre Covid-19”, bajo el cual se desarrollaban las actividades de los diversos sectores (económicos, sociales, empresariales, educativos, gobiernos, etc.), así como las maneras de desarrollar su quehacer los mandos medios y superiores de estos sectores, sin dejar de lado a los líderes de organizaciones sociales y políticas.

La crisis ha puesto en la mira aspectos que involucran procesos que se manejan de manera tradicional, por no adjetivar con el término artesanal, dejando de lado tecnologías que hoy en la crisis, han tenido que incorporarse de manera forzada e imperativa, para mitigar los estragos de la crisis o incluso para subsistir.

El uso de tecnologías, en especial de las plataformas digitales, tiene el propósito de no detener las actividades, sustituyendo en lo posible estas por actividades a distancia o no presenciales, el ejemplo señero no detener las actividades, se da en el sector educativo de todos los países.

La primera premisa es el considerar el carácter de inédito que tiene la transición al nuevo paradigma en cuanto que se diferencia de manera enfática de anteriores transiciones, en cuanto que se requiere de ya actuar, urge su diseño y puesta en marcha en el tiempo más breve, incluso se puede expresar que ya estamos sobre el tiempo, esto es, no se puede esperar a que la crisis se aminore y, en su caso, se mitigue o erradique, se tiene que actuar sobre la marcha.

Esta transición requiere que todos los esfuerzos se focalicen de manera asertiva y armoniosa, sin dilaciones y sin prácticas que en nada contribuyen por un lado a mitigar la crisis y por otro lado a vislumbrar la nueva normalidad, ya que son distractores y generan tensiones en los ciudadanos.

La segunda premisa establece que se requiere de la solidaridad y la unidad de todos los sectores, de directivos, de líderes, etc., no basta con la solidaridad, se requiere de la unidad.

El enorme desafío de transitar a la nueva normalidad es multidimensional en cuanto que implican una amplia variedad de sectores, organizaciones e instituciones, cada una con sus inquietudes y propuestas en función de sus objetivos e intereses de disminuir al mínimo los efectos de la crisis sanitaria, lo cual pone en la mira los ritmos y tiempos para el desconfinamiento y en consecuencia diferencias que se manifiestan de muy diversa manera y niveles.

Le corresponde al gobierno y en particular a la autoridad sanitaria federal, con sustento en el trabajo del comité nacional de expertos, emitir las disposiciones con sus respectivas recomendaciones para transitar a la nueva normalidad, observando se equilibren los intereses de las diversas sectores e instancias en lo posible.

Quedando claro, tal como lo han expresado en su reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), al señalar que la crisis del Covid-19 no puede ser resuelta por la política o por ideologías, ni por un enfoque solamente económico.

Si esto es válido, lo es con carácter imperativo que los líderes nacionales, regionales o estatales, así como de organizaciones de la sociedad y de partidos políticos, su participación sea propositiva en beneficio de la sociedad, lo cual pasa por inhibir toda acción que no sea la de integrar sus capacidades, en un ambiente de unidad y solidaridad.

No se trata de sacar la política y las ideologías, ni coartar la libertad de expresión de los líderes de la discusión, se debe tener en cuenta la responsabilidad:

De promover la solidaridad como base de propuestas asertivas, claras y certeras como respuesta, sustentada en la solidaridad basada en los derechos y la dignidad humana;

Trabajar juntos, dejar de lado las diferencias y traducir nuestros coincidencias y valores comunes en acciones

Requerimos de un pacto hoy con perspectiva post Covid-19 sustentado en iniciativas innovadoras colectivas, empezando por la unidad de dirigentes y líderes de organizaciones sociales, educativas, empresariales, políticas y de gobierno, en beneficio de la sociedad que es nuestra razón de ser.

Estamos viviendo una catástrofe a nivel mundial que trastocó de manera repentina la vida de la humanidad en todos sus ámbitos, la cual es un parteaguas para la humanidad en cuanto que nos obliga a dejar atrás un paradigma de la forma de hacer las actividades, a actuar de manera reactiva y estratégica para salir de ella, al tiempo que se empieza a diseñar con acciones estratégicas el paradigma emergente que se denomina “nueva normalidad” o “post Covid-19”.

La transición a la nueva normalidad debe sustentarse en un principio y dos premisas:

El principio de no hacer tabla rasa del pasado, en especial del paradigma que se puede denominar “pre Covid-19”, bajo el cual se desarrollaban las actividades de los diversos sectores (económicos, sociales, empresariales, educativos, gobiernos, etc.), así como las maneras de desarrollar su quehacer los mandos medios y superiores de estos sectores, sin dejar de lado a los líderes de organizaciones sociales y políticas.

La crisis ha puesto en la mira aspectos que involucran procesos que se manejan de manera tradicional, por no adjetivar con el término artesanal, dejando de lado tecnologías que hoy en la crisis, han tenido que incorporarse de manera forzada e imperativa, para mitigar los estragos de la crisis o incluso para subsistir.

El uso de tecnologías, en especial de las plataformas digitales, tiene el propósito de no detener las actividades, sustituyendo en lo posible estas por actividades a distancia o no presenciales, el ejemplo señero no detener las actividades, se da en el sector educativo de todos los países.

La primera premisa es el considerar el carácter de inédito que tiene la transición al nuevo paradigma en cuanto que se diferencia de manera enfática de anteriores transiciones, en cuanto que se requiere de ya actuar, urge su diseño y puesta en marcha en el tiempo más breve, incluso se puede expresar que ya estamos sobre el tiempo, esto es, no se puede esperar a que la crisis se aminore y, en su caso, se mitigue o erradique, se tiene que actuar sobre la marcha.

Esta transición requiere que todos los esfuerzos se focalicen de manera asertiva y armoniosa, sin dilaciones y sin prácticas que en nada contribuyen por un lado a mitigar la crisis y por otro lado a vislumbrar la nueva normalidad, ya que son distractores y generan tensiones en los ciudadanos.

La segunda premisa establece que se requiere de la solidaridad y la unidad de todos los sectores, de directivos, de líderes, etc., no basta con la solidaridad, se requiere de la unidad.

El enorme desafío de transitar a la nueva normalidad es multidimensional en cuanto que implican una amplia variedad de sectores, organizaciones e instituciones, cada una con sus inquietudes y propuestas en función de sus objetivos e intereses de disminuir al mínimo los efectos de la crisis sanitaria, lo cual pone en la mira los ritmos y tiempos para el desconfinamiento y en consecuencia diferencias que se manifiestan de muy diversa manera y niveles.

Le corresponde al gobierno y en particular a la autoridad sanitaria federal, con sustento en el trabajo del comité nacional de expertos, emitir las disposiciones con sus respectivas recomendaciones para transitar a la nueva normalidad, observando se equilibren los intereses de las diversas sectores e instancias en lo posible.

Quedando claro, tal como lo han expresado en su reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), al señalar que la crisis del Covid-19 no puede ser resuelta por la política o por ideologías, ni por un enfoque solamente económico.

Si esto es válido, lo es con carácter imperativo que los líderes nacionales, regionales o estatales, así como de organizaciones de la sociedad y de partidos políticos, su participación sea propositiva en beneficio de la sociedad, lo cual pasa por inhibir toda acción que no sea la de integrar sus capacidades, en un ambiente de unidad y solidaridad.

No se trata de sacar la política y las ideologías, ni coartar la libertad de expresión de los líderes de la discusión, se debe tener en cuenta la responsabilidad:

De promover la solidaridad como base de propuestas asertivas, claras y certeras como respuesta, sustentada en la solidaridad basada en los derechos y la dignidad humana;

Trabajar juntos, dejar de lado las diferencias y traducir nuestros coincidencias y valores comunes en acciones

Requerimos de un pacto hoy con perspectiva post Covid-19 sustentado en iniciativas innovadoras colectivas, empezando por la unidad de dirigentes y líderes de organizaciones sociales, educativas, empresariales, políticas y de gobierno, en beneficio de la sociedad que es nuestra razón de ser.