/ lunes 30 de noviembre de 2020

Palas en búsqueda, gran error

La empatía es una palabra que muestra el nivel de consciencia que tenemos como personas hacia escenarios, condiciones, hechos, sucesos que no necesariamente tenemos que vivir en primera persona para que despierten en nosotras/os el acto humanitario que, se supone, debemos tener. No es necesario ser llorón o llorona ante un hecho, es cómo se reacciona y aún más como se reacciona desde el poder.

Frente al gran número de eventos que se concatenan en uno solo nacional bajo el #25N, que tiene toda una historia de lucha para la eliminación de la violencia contra las mujeres. Nosotras no estamos exentas de infligir violencia y estas fechas deben movernos también para formular los cambios de una cultura que ha dominado y que no tiene porqué ser ni tenemos porqué hacerla vigente.

La dificultad para que quienes ejercen el poder asuman la necesaria capacitación sobre las reglas de género que son un humanismo, debe involucrar a las propias mujeres. Sara Valle Dessen, Alcaldesa de Guaymas, Sonora, hizo volver la mirada hacia su falta de empatía, y quizá a su sordera política si alguien de su equipo quiso ayudarla a evitar lo que ahora la muestra en la historia contemporánea, su gran error al entregar en ese contexto de conmemoración, instrumentos de búsqueda de muertos, en lugar de aliento de búsqueda de vivos.

No podemos pasarlo por alto sino como una forma de revisar lo que aún nos falta construir desde nosotras, hacia el interior de nuestro hogar, y extender amorosamente hacia la sociedad.

El tema con el que en ”su criterio” pretendió “resolver” con palas y cubetas, es un tema doloroso en la geografía de impunidad del país ante la desaparición de personas, según reflejó ajeno a su cercanía personal y a su condición de Presidenta Municipal, pero que son familiares de quienes les buscan con esperanza y no precisamente de encontrarlos muertos en fosas clandestinas, sino de encontrarlos vivos, que se convierte en razón en las difíciles horas de tribulación que viven y que no le merecieron a la Alcaldesa un espacio de empatía, bastaría que conociera que la cifra alcanza los 70 mil desaparecidos, según datos del Subsecretario de Derechos Humanos, de la SEGOR, Alejandro Encinas proporcionados en enero del año en curso.

Y aún más grave encontrar en su discurso la distancia formativa para gobernar cuando dijo en el evento “Estamos trabajado para sacar adelante la visibilidad de la mujer, que se note que estamos presentes”. Sin duda muy precarias, como la del “grito” que emitió otra Alcaldesa un 15 de septiembre, que cree que un grito es un acto gutural no una arenga –ni idea de ello según mostró-, así esta otra que cree que una búsqueda es con palas.

La lección es dura. Y debemos aprender que nada está lejos si un celular está cerca y que no es culpa de los medios que solo reflejaron el hecho, sino que radica en el hecho mismo. Pero ese gran error muestra que el camino aún es largo, sinuoso, difícil, incomprendido pero que vale la pena porque se trata de construirnos como sociedad. Que cuerpo de mujer no garantiza pensamiento de mujer. Que la construcción de éste pensamiento es también un asunto de filosofía que se va concatenando con justicia y que también, como ahora con la equidad de género para las candidaturas, se estructura.


La empatía es una palabra que muestra el nivel de consciencia que tenemos como personas hacia escenarios, condiciones, hechos, sucesos que no necesariamente tenemos que vivir en primera persona para que despierten en nosotras/os el acto humanitario que, se supone, debemos tener. No es necesario ser llorón o llorona ante un hecho, es cómo se reacciona y aún más como se reacciona desde el poder.

Frente al gran número de eventos que se concatenan en uno solo nacional bajo el #25N, que tiene toda una historia de lucha para la eliminación de la violencia contra las mujeres. Nosotras no estamos exentas de infligir violencia y estas fechas deben movernos también para formular los cambios de una cultura que ha dominado y que no tiene porqué ser ni tenemos porqué hacerla vigente.

La dificultad para que quienes ejercen el poder asuman la necesaria capacitación sobre las reglas de género que son un humanismo, debe involucrar a las propias mujeres. Sara Valle Dessen, Alcaldesa de Guaymas, Sonora, hizo volver la mirada hacia su falta de empatía, y quizá a su sordera política si alguien de su equipo quiso ayudarla a evitar lo que ahora la muestra en la historia contemporánea, su gran error al entregar en ese contexto de conmemoración, instrumentos de búsqueda de muertos, en lugar de aliento de búsqueda de vivos.

No podemos pasarlo por alto sino como una forma de revisar lo que aún nos falta construir desde nosotras, hacia el interior de nuestro hogar, y extender amorosamente hacia la sociedad.

El tema con el que en ”su criterio” pretendió “resolver” con palas y cubetas, es un tema doloroso en la geografía de impunidad del país ante la desaparición de personas, según reflejó ajeno a su cercanía personal y a su condición de Presidenta Municipal, pero que son familiares de quienes les buscan con esperanza y no precisamente de encontrarlos muertos en fosas clandestinas, sino de encontrarlos vivos, que se convierte en razón en las difíciles horas de tribulación que viven y que no le merecieron a la Alcaldesa un espacio de empatía, bastaría que conociera que la cifra alcanza los 70 mil desaparecidos, según datos del Subsecretario de Derechos Humanos, de la SEGOR, Alejandro Encinas proporcionados en enero del año en curso.

Y aún más grave encontrar en su discurso la distancia formativa para gobernar cuando dijo en el evento “Estamos trabajado para sacar adelante la visibilidad de la mujer, que se note que estamos presentes”. Sin duda muy precarias, como la del “grito” que emitió otra Alcaldesa un 15 de septiembre, que cree que un grito es un acto gutural no una arenga –ni idea de ello según mostró-, así esta otra que cree que una búsqueda es con palas.

La lección es dura. Y debemos aprender que nada está lejos si un celular está cerca y que no es culpa de los medios que solo reflejaron el hecho, sino que radica en el hecho mismo. Pero ese gran error muestra que el camino aún es largo, sinuoso, difícil, incomprendido pero que vale la pena porque se trata de construirnos como sociedad. Que cuerpo de mujer no garantiza pensamiento de mujer. Que la construcción de éste pensamiento es también un asunto de filosofía que se va concatenando con justicia y que también, como ahora con la equidad de género para las candidaturas, se estructura.