/ jueves 22 de abril de 2021

Otro cuento del Mesozoico

De vez en cuando, me aprovecho de la benevolencia del periódico y del amable lector para reproducir los “cuentos” como el que hoy presento, a través del pensamiento de una persona -personalidad, actos y hechos aparte- que vivió de cerca los intríngulis del poder y que, a través de la metáfora pícara y cínica, nos hace saber las lecciones que aprendió de ello, y que considero tienen plena vigencia y actualidad. La cita está al pie de este artículo que transcribo: “Hay un tiempo para cada cosa. Hay momentos que son para gobernar y para hacer política. No todos son así y, por eso, hay que aprovecharlos de la mejor manera.

En primer lugar, hay que adivinarlos y anticiparlos. Eso se llama visión y es lo que permite estar preparados y, además, tener aviado todo lo necesario para que la gobernación sea lo más atinada que fuera posible. Como se dice, estar listo pa´ lo que se ofrezca.

De lo contrario es como ser importante y no tener nada listo para ofrecer a la bola de gorrones que van a llegar a presentar sus felicitaciones. O como andar pidiéndole sus favores a una dama y, cuando ella por fin acepta, no traer dinero ni para el hotel o no tener tiempo ni para un encuentro ‘carrereadito’.

En segundo lugar, hay que aprovecharlos y no tirarlos al caño de los desperdicios. Hay que sacarles jugo para lograr aquello que le interesa a la sociedad o, por lo menos al partido o ya, en última instancia, aunque sea nada más a nosotros mismos. Cuando la gente está contenta, hay que sacarle dinero por la vía de los impuestos. Cuando la gente está asustada, hay que sacarle votos. Cuando la gente está enojada hay que sacarles mentadas en contra de los otros.

Pero hay otros tiempos que no sirven para gobernar ni para hacer política. Esos son los tiempos en los que la gente está aburrida y hay que divertirla. En los que la gente está fastidiada y hay que entretenerla. En los que la gente está decepcionada y hay que entusiasmarla. Para eso, lo mejor que se ha inventado son las campañas electorales y los campeonatos deportivos.

Las campañas pueden ser de buen perfil o simplemente mensas. De ello depende que sirvan para divertir, para entretener o para entusiasmar. Porque una campaña donde los candidatos son puros idiotas no sirve ni para sacar un perro de una milpa.

En cambio, los campeonatos suelen ser muy atractivos, sobre todo los de futbol. Si hasta una liguilla nacional capta la atención de nuestro sufrido pueblo, con mayor razón una copa de clubes europeos, que son tan buenos. Y ya no se diga un campeonato mundial se selecciones que anestesia e hipnotiza a todo el planeta. Sobre todo cuando hay ocho o diez equipos tan buenos que puedan ser candidatos a llevarse el máximo trofeo.

Que malo que los campeonatos se interpongan cuando nos tocan buenos tiempos para gobernar y gobernantes aptos para su aprovechamiento. Pero, en buena hora cuando vienen a provocar una pausa en medio de tantas pendejadas cometidas por aquellos gobernantes que no saben ni de política ni de futbol pero que de todo opinan y a todo le entran. Vale.”

GALINDO OCHOA, Francisco. “Los campeonatos”, en EL ÚLTIMO DINOSAURIO, Academia Nacional, A.C., pp.37-39

De vez en cuando, me aprovecho de la benevolencia del periódico y del amable lector para reproducir los “cuentos” como el que hoy presento, a través del pensamiento de una persona -personalidad, actos y hechos aparte- que vivió de cerca los intríngulis del poder y que, a través de la metáfora pícara y cínica, nos hace saber las lecciones que aprendió de ello, y que considero tienen plena vigencia y actualidad. La cita está al pie de este artículo que transcribo: “Hay un tiempo para cada cosa. Hay momentos que son para gobernar y para hacer política. No todos son así y, por eso, hay que aprovecharlos de la mejor manera.

En primer lugar, hay que adivinarlos y anticiparlos. Eso se llama visión y es lo que permite estar preparados y, además, tener aviado todo lo necesario para que la gobernación sea lo más atinada que fuera posible. Como se dice, estar listo pa´ lo que se ofrezca.

De lo contrario es como ser importante y no tener nada listo para ofrecer a la bola de gorrones que van a llegar a presentar sus felicitaciones. O como andar pidiéndole sus favores a una dama y, cuando ella por fin acepta, no traer dinero ni para el hotel o no tener tiempo ni para un encuentro ‘carrereadito’.

En segundo lugar, hay que aprovecharlos y no tirarlos al caño de los desperdicios. Hay que sacarles jugo para lograr aquello que le interesa a la sociedad o, por lo menos al partido o ya, en última instancia, aunque sea nada más a nosotros mismos. Cuando la gente está contenta, hay que sacarle dinero por la vía de los impuestos. Cuando la gente está asustada, hay que sacarle votos. Cuando la gente está enojada hay que sacarles mentadas en contra de los otros.

Pero hay otros tiempos que no sirven para gobernar ni para hacer política. Esos son los tiempos en los que la gente está aburrida y hay que divertirla. En los que la gente está fastidiada y hay que entretenerla. En los que la gente está decepcionada y hay que entusiasmarla. Para eso, lo mejor que se ha inventado son las campañas electorales y los campeonatos deportivos.

Las campañas pueden ser de buen perfil o simplemente mensas. De ello depende que sirvan para divertir, para entretener o para entusiasmar. Porque una campaña donde los candidatos son puros idiotas no sirve ni para sacar un perro de una milpa.

En cambio, los campeonatos suelen ser muy atractivos, sobre todo los de futbol. Si hasta una liguilla nacional capta la atención de nuestro sufrido pueblo, con mayor razón una copa de clubes europeos, que son tan buenos. Y ya no se diga un campeonato mundial se selecciones que anestesia e hipnotiza a todo el planeta. Sobre todo cuando hay ocho o diez equipos tan buenos que puedan ser candidatos a llevarse el máximo trofeo.

Que malo que los campeonatos se interpongan cuando nos tocan buenos tiempos para gobernar y gobernantes aptos para su aprovechamiento. Pero, en buena hora cuando vienen a provocar una pausa en medio de tantas pendejadas cometidas por aquellos gobernantes que no saben ni de política ni de futbol pero que de todo opinan y a todo le entran. Vale.”

GALINDO OCHOA, Francisco. “Los campeonatos”, en EL ÚLTIMO DINOSAURIO, Academia Nacional, A.C., pp.37-39