/ jueves 27 de diciembre de 2018

¿Otro año nuevo con los demonios sueltos?

¿La participación ciudadana qué podría hacer (además de comités y consejos con intereses particulares), para lograr sacar al estado de Guerrero y sobre todo (insisto) del puerto de Acapulco del atraso, la pobreza, de la marginación social, política y económica, de la corrupción, de la violencia e inseguridad en que se encuentra sumido actualmente?

Hablar de un mexicano, de un guerrerense o de un acapulqueño participativo, estoy convencida que sería lo óptimo, lo ideal y lo correcto; si la ciudadanía sintiéndose tomada en cuenta (como se está haciendo hoy en día), no se politizara. Pero como desafortunadamente esto es cada día más difícil (por no decir imposible), hoy casi al declinar el 2018, hablaremos de la ilusión.

La ilusión es la esperanza puesta en alguna cosa positiva, como un sueño, un sentimiento de alegría, en un proyecto que de verdad deseamos se realice y se cumpla. Y la ilusión óptica (ilusionismo), es una imagen mental engañosa provocada por la imaginación o por la interpretación errónea de lo que perciben los sentidos manipulados. Muy diferentes, pero al final, ambas son ilusiones.

Así que de vez en cuando, hablando de ilusión y de ilusionismo político, específicamente en este caso que nos atrae, es decir, en el nuevo gobierno del país con sus referentes en los estados y municipios; no hay más remedio que cotejar y tristemente reconocer que en estos tiempos tan avanzados en tecnología y en contraposición a otros que ya son historia, ante nuestros asombrados ojos se siguen cometiendo las mismas barbaridades, injusticias, esclavitudes; se protagonizan salvajadas, robos, engaños, delitos, tonterías igual que antes, incluyendo los terribles asesinatos algunos (los de alcurnia), con maquillaje de lujo y con aires de “sofisticación”.

No hay necesidad que sucedan desgracias naturales como terremotos, huracanes, tsunamis, o accidentes que provoca el hombre con su falta de respeto a La Madre Naturaleza o campañas electorales para hablar de pobreza y marginación, pero sobre todo para llegar a la acción de los planes de desarrollo que todos los gobiernos (sin excepción), deberían contemplar “siempre de los siempres”.

Pero sobre todo (para conseguirlo), no hay necesidad de llegar a extremos tan dramáticos, aberrantes y patéticos como los que hemos visto, leído y escuchado, tras el recién accidente aéreo que cobrara la vida de cinco personas, entre ellos el matrimonio Moreno Valle-Alonso Hidalgo (ex gobernador y gobernadora actual del estado de Puebla); para “asegurarnos” del horror de la suciedad política y de la ambición sin límites de algunos de los ¿políticos? de cualquier color que, desgraciadamente tenemos en México. Pero definitivamente no es momento para alargarme en estos fatales y sensibles acontecimientos, porque ellos se merecen poner atención aparte, sobre todo en el proceso de las investigaciones, para poder hacer un juicio personal, pero ético y relevante; y para no dejarse arrastrar por las insanas especulaciones.

Así que retomo la intención de mi artículo de hoy, que recae en los políticos de todo color, tiempo, qué en lugar de escupir todas sus acostumbradas y demagógicas manifestaciones, deberían sentir cada día, de cada año con el mismo fervor, cómo la gente se muere de hambre; cómo cada día se mueren cientos, miles de niños, sin tener ni agua, ni comida, sin atención médica, ni medicinas, sin educación, sin Derechos Humanos, es decir, sin ser tomados en cuenta, y en estos casos sin remordimientos e indagaciones.

Así que después de tanta lujuria política, y supuestos y envilecidos intentos de transición, en la actualidad tenemos nuevamente una ilusión con un gobierno (en mi personal y humilde opinión) diferente empezando, por no estar sentado en la “Silla de Los Pinos”. Un gobierno de cambio (aún) incipiente, para dar paso a la democracia que es un lujo que todavía en México no nos podemos dar.

¿Cuándo será el tiempo de los rebeldes con causa, cuándo podremos decir no al conformismo y a la inercia del tiempo irreflexivo que por gusto hemos vivido? ¿Será posible que no querremos entender que sí existe alguna manera para que volvamos a ilusionarnos en una democracia que sirva para gobernarnos hacia el “bien común”, y no para seguir encadenados al ilusionismo político en el cual “los demonios andan sueltos”? ¡Vale la pena reflexionarlo!

P.D. De corazón les deseo, que este año por llegar nos conserve la esperanza de que un mundo y una vida mejor, si es posible. FELIZ AÑO 2019.

¿La participación ciudadana qué podría hacer (además de comités y consejos con intereses particulares), para lograr sacar al estado de Guerrero y sobre todo (insisto) del puerto de Acapulco del atraso, la pobreza, de la marginación social, política y económica, de la corrupción, de la violencia e inseguridad en que se encuentra sumido actualmente?

Hablar de un mexicano, de un guerrerense o de un acapulqueño participativo, estoy convencida que sería lo óptimo, lo ideal y lo correcto; si la ciudadanía sintiéndose tomada en cuenta (como se está haciendo hoy en día), no se politizara. Pero como desafortunadamente esto es cada día más difícil (por no decir imposible), hoy casi al declinar el 2018, hablaremos de la ilusión.

La ilusión es la esperanza puesta en alguna cosa positiva, como un sueño, un sentimiento de alegría, en un proyecto que de verdad deseamos se realice y se cumpla. Y la ilusión óptica (ilusionismo), es una imagen mental engañosa provocada por la imaginación o por la interpretación errónea de lo que perciben los sentidos manipulados. Muy diferentes, pero al final, ambas son ilusiones.

Así que de vez en cuando, hablando de ilusión y de ilusionismo político, específicamente en este caso que nos atrae, es decir, en el nuevo gobierno del país con sus referentes en los estados y municipios; no hay más remedio que cotejar y tristemente reconocer que en estos tiempos tan avanzados en tecnología y en contraposición a otros que ya son historia, ante nuestros asombrados ojos se siguen cometiendo las mismas barbaridades, injusticias, esclavitudes; se protagonizan salvajadas, robos, engaños, delitos, tonterías igual que antes, incluyendo los terribles asesinatos algunos (los de alcurnia), con maquillaje de lujo y con aires de “sofisticación”.

No hay necesidad que sucedan desgracias naturales como terremotos, huracanes, tsunamis, o accidentes que provoca el hombre con su falta de respeto a La Madre Naturaleza o campañas electorales para hablar de pobreza y marginación, pero sobre todo para llegar a la acción de los planes de desarrollo que todos los gobiernos (sin excepción), deberían contemplar “siempre de los siempres”.

Pero sobre todo (para conseguirlo), no hay necesidad de llegar a extremos tan dramáticos, aberrantes y patéticos como los que hemos visto, leído y escuchado, tras el recién accidente aéreo que cobrara la vida de cinco personas, entre ellos el matrimonio Moreno Valle-Alonso Hidalgo (ex gobernador y gobernadora actual del estado de Puebla); para “asegurarnos” del horror de la suciedad política y de la ambición sin límites de algunos de los ¿políticos? de cualquier color que, desgraciadamente tenemos en México. Pero definitivamente no es momento para alargarme en estos fatales y sensibles acontecimientos, porque ellos se merecen poner atención aparte, sobre todo en el proceso de las investigaciones, para poder hacer un juicio personal, pero ético y relevante; y para no dejarse arrastrar por las insanas especulaciones.

Así que retomo la intención de mi artículo de hoy, que recae en los políticos de todo color, tiempo, qué en lugar de escupir todas sus acostumbradas y demagógicas manifestaciones, deberían sentir cada día, de cada año con el mismo fervor, cómo la gente se muere de hambre; cómo cada día se mueren cientos, miles de niños, sin tener ni agua, ni comida, sin atención médica, ni medicinas, sin educación, sin Derechos Humanos, es decir, sin ser tomados en cuenta, y en estos casos sin remordimientos e indagaciones.

Así que después de tanta lujuria política, y supuestos y envilecidos intentos de transición, en la actualidad tenemos nuevamente una ilusión con un gobierno (en mi personal y humilde opinión) diferente empezando, por no estar sentado en la “Silla de Los Pinos”. Un gobierno de cambio (aún) incipiente, para dar paso a la democracia que es un lujo que todavía en México no nos podemos dar.

¿Cuándo será el tiempo de los rebeldes con causa, cuándo podremos decir no al conformismo y a la inercia del tiempo irreflexivo que por gusto hemos vivido? ¿Será posible que no querremos entender que sí existe alguna manera para que volvamos a ilusionarnos en una democracia que sirva para gobernarnos hacia el “bien común”, y no para seguir encadenados al ilusionismo político en el cual “los demonios andan sueltos”? ¡Vale la pena reflexionarlo!

P.D. De corazón les deseo, que este año por llegar nos conserve la esperanza de que un mundo y una vida mejor, si es posible. FELIZ AÑO 2019.

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