/ viernes 17 de julio de 2020

Nuestros queridos migrantes

Por una #SociedadHorizontal

Terminó la gira relámpago de López Obrador por Washington. El saldo hasta el momento para la administración ha sido favorable. Se subrayó en público la buena relación entre quienes ocupan la Casa Blanca y Palacio Nacional. Seguramente en privado se subrayó preocupación por el cambio de reglas del juego para la inversión estadounidense. Pareció mas una gira que buscaba exibir símbolos, que plantear propuestas concretas para la relación bilateral; por ello las ofrendas a Lincoln y Juárez, el vuelo en avión comercial y el “Viva México” del discurso.

No obstante, cuando uno revisa más a fondo la visita, saltan a la vista ausencias y deficiencias importantes. Por ejemplo, fue un error no convocar a quienes formaron parte del cuarto de al lado durante las negociaciones del T-MEC. La ausencia de los integrantes de la Iniciativa Privada que a lo largo de muchísimos meses dedicaron tiempo y esfuerzo para defender los intereses de México, da muestra de que la relación del gobierno con el sector privado sigue fracturada. Líderes como Moisés Kalach debieron estar presentes en reconocimiento a su participación y sobre todo, a que sin su trabajo el T-MEC no hubiera llegado a buen puerto.

Por ello queda la impresión de que en la cena con Trump no ibamos representados como un “Equipo Méxicano”, sino como un equipo de mexicanos cercanos al presidente; hubiera sido mejor ir como un “Mexico Team” y no como un “Team of mexicans”. No nos presentamos como país en la visión más amplia e integrada de nuestras capacidades, sino que preferimos empequeñecerla a la relación de un mandatario con otro.

Un segundo ejemplo fue el trato que se le dio a nuestros paisanos que viven del otro lado de la frontera. Si bien es cierto que el presidente mexicano aprovechó su discurso para reconocer el trabajo y esfuerzo que aportan nuestros migrantes al desarrollo de Estados Unidos, su planteamiento cayó en el lugar común de siempre. Quedó con ello un hueco respecto a cómo queremos que evolucione el trato hacia ellos en Estados Unidos, pero sobre todo desde nuestro país.

Una de las grandes demandas de la comunidad migrante es que los gobiernos mexicanos se han desentendido de ellos. Reiteradamente muestran su molestia pues las autoridades mexicanas sólo los recuerdan cuando de las remesas se trata. En ese trato, el gobierno implicitamente deja de incorporarlos al proyecto nacional, en lo que por cierto, el gobierno actual no es la excepción. AMLO desaprovechó la oportunidad de hacer un planteamiento profundo; hablar de nuestros migrantes como parte fundamental de una nación integrada y no fragmentada.

Cuando señaló la existencia de 38 millones de mexicanos o hijos de mexicanos, debió describirlos como una extensión viva y participante del proyecto mexicano. Tuvo la oportunidad de decir, “somos 165 millones de mexicanos, con un componente binacional de nuestra gran nación; gracias a ellos México y Estados Unidos compartimos destino”.

Por una #SociedadHorizontal

Terminó la gira relámpago de López Obrador por Washington. El saldo hasta el momento para la administración ha sido favorable. Se subrayó en público la buena relación entre quienes ocupan la Casa Blanca y Palacio Nacional. Seguramente en privado se subrayó preocupación por el cambio de reglas del juego para la inversión estadounidense. Pareció mas una gira que buscaba exibir símbolos, que plantear propuestas concretas para la relación bilateral; por ello las ofrendas a Lincoln y Juárez, el vuelo en avión comercial y el “Viva México” del discurso.

No obstante, cuando uno revisa más a fondo la visita, saltan a la vista ausencias y deficiencias importantes. Por ejemplo, fue un error no convocar a quienes formaron parte del cuarto de al lado durante las negociaciones del T-MEC. La ausencia de los integrantes de la Iniciativa Privada que a lo largo de muchísimos meses dedicaron tiempo y esfuerzo para defender los intereses de México, da muestra de que la relación del gobierno con el sector privado sigue fracturada. Líderes como Moisés Kalach debieron estar presentes en reconocimiento a su participación y sobre todo, a que sin su trabajo el T-MEC no hubiera llegado a buen puerto.

Por ello queda la impresión de que en la cena con Trump no ibamos representados como un “Equipo Méxicano”, sino como un equipo de mexicanos cercanos al presidente; hubiera sido mejor ir como un “Mexico Team” y no como un “Team of mexicans”. No nos presentamos como país en la visión más amplia e integrada de nuestras capacidades, sino que preferimos empequeñecerla a la relación de un mandatario con otro.

Un segundo ejemplo fue el trato que se le dio a nuestros paisanos que viven del otro lado de la frontera. Si bien es cierto que el presidente mexicano aprovechó su discurso para reconocer el trabajo y esfuerzo que aportan nuestros migrantes al desarrollo de Estados Unidos, su planteamiento cayó en el lugar común de siempre. Quedó con ello un hueco respecto a cómo queremos que evolucione el trato hacia ellos en Estados Unidos, pero sobre todo desde nuestro país.

Una de las grandes demandas de la comunidad migrante es que los gobiernos mexicanos se han desentendido de ellos. Reiteradamente muestran su molestia pues las autoridades mexicanas sólo los recuerdan cuando de las remesas se trata. En ese trato, el gobierno implicitamente deja de incorporarlos al proyecto nacional, en lo que por cierto, el gobierno actual no es la excepción. AMLO desaprovechó la oportunidad de hacer un planteamiento profundo; hablar de nuestros migrantes como parte fundamental de una nación integrada y no fragmentada.

Cuando señaló la existencia de 38 millones de mexicanos o hijos de mexicanos, debió describirlos como una extensión viva y participante del proyecto mexicano. Tuvo la oportunidad de decir, “somos 165 millones de mexicanos, con un componente binacional de nuestra gran nación; gracias a ellos México y Estados Unidos compartimos destino”.