/ viernes 6 de noviembre de 2020

México y la elección estadounidense

La animadversión hacia Donald Trump de parte de muchos mexicanos quedó instalada desde el 2016. No obstante, la presencia de AMLO en la Casa Blanca dio un toque especial al proceso, pues se publicitó ampliamente -a grado de propaganda- la buena relación entre los presidentes de ambos países.

A lo largo de varios meses de campaña entre Joe Biden y Donald Trump, en México pudimos ver como había personas que pensaron que el triunfo de Trump beneficiaría a AMLO “por la cercanía personal que ambos tienen”. Por su parte, muchos de los detractores de este último apostaron por el triunfo de Biden, al pensar que con eso se debilitaría el mandatario mexicano.

Más allá de simples emociones, habría que retomar la reciente carta enviada por legisladores tanto republicanos como demócratas, en la que denuncian “un patrón de obstrucción” hacia las compañías estadounidenses en el sector energético. En dicha misiva, Senadores y Congresistas subrayan que la actitud del gobierno mexicano ha amenazado la inversión y el espíritu del T-MEC. Esta es una muestra clara de que sin importar quien gobierne, la relación bilateral está determinada por profundos intereses económicos y políticos.

Ante una elección tan cerrada, donde previo a la judicialización del proceso, todo parece depender de Nevada y Pennsylvania, la pregunta real es ¿qué tanto importa para México quien gane la presidencia en Estados Unidos? En mi opinión, no mucho. Los temas serán prácticamente los mismos, así como el tratamiento que les den desde la Casa Blanca:

  • Política Energética. Los intereses de las empresas estadounidenses, han encontrado eco en el Capitolio. La situación de las inversiones realizadas en torno a la Reforma Energética del sexenio pasado, será uno de los principales temas que la Casa Blanca empujará en nuestro país en los próximos meses, haya ganado quien haya ganado.
  • Relación Estados Unidos-China. Será muy difícil que la tensión prevaleciente entre ambas naciones en materia comercial, la cual se hizo evidente durante la administración Trump, disminuya en los próximos años. Ha quedado claro que entre ambos países existe una férrea competencia económica, financiera y tecnológica por consolidarse como la principal súper potencia del planeta. Por esta razón, independientemente de quien gane, veremos la intención de regresar plantas estadounidenses a territorio americano, la decisión de articular nuevas alianzas comerciales, así como la sustitución y equilibrio de la dinámica prevaleciente con el gigante asiático. Independientemente del ganador, México será fundamental para la nueva definición geoestratégica de nuestro vecino del norte.
  • Nuevo Esquema Laboral. La obligación mexicana de elevar los salarios y las prestaciones de los trabajadores en el país, está suscrita en el nuevo T-MEC. El 46º presidente estadounidense tendrá todos los incentivos internos para obligar al cumplimiento de esta nueva condición, con el fin de garantizar un “equilibrio” de condiciones entre los trabajadores de ambas naciones.

Sirvan estas anotaciones para dejar claro que el futuro de la relación bilateral no depende de una sola persona ni del color de una administración en particular, sino de la inteligencia y la visión con la que se construya un futuro verdaderamente compartido. Más allá de la elección de ayer, la #SociedadHorizontal habrá de jugar un rol fundamental en este armado, principalmente a través del conjunto poblacional que esta elección ha vuelto a dejar claro, que es definitorio para ambos países: nuestros queridos migrantes.

La animadversión hacia Donald Trump de parte de muchos mexicanos quedó instalada desde el 2016. No obstante, la presencia de AMLO en la Casa Blanca dio un toque especial al proceso, pues se publicitó ampliamente -a grado de propaganda- la buena relación entre los presidentes de ambos países.

A lo largo de varios meses de campaña entre Joe Biden y Donald Trump, en México pudimos ver como había personas que pensaron que el triunfo de Trump beneficiaría a AMLO “por la cercanía personal que ambos tienen”. Por su parte, muchos de los detractores de este último apostaron por el triunfo de Biden, al pensar que con eso se debilitaría el mandatario mexicano.

Más allá de simples emociones, habría que retomar la reciente carta enviada por legisladores tanto republicanos como demócratas, en la que denuncian “un patrón de obstrucción” hacia las compañías estadounidenses en el sector energético. En dicha misiva, Senadores y Congresistas subrayan que la actitud del gobierno mexicano ha amenazado la inversión y el espíritu del T-MEC. Esta es una muestra clara de que sin importar quien gobierne, la relación bilateral está determinada por profundos intereses económicos y políticos.

Ante una elección tan cerrada, donde previo a la judicialización del proceso, todo parece depender de Nevada y Pennsylvania, la pregunta real es ¿qué tanto importa para México quien gane la presidencia en Estados Unidos? En mi opinión, no mucho. Los temas serán prácticamente los mismos, así como el tratamiento que les den desde la Casa Blanca:

  • Política Energética. Los intereses de las empresas estadounidenses, han encontrado eco en el Capitolio. La situación de las inversiones realizadas en torno a la Reforma Energética del sexenio pasado, será uno de los principales temas que la Casa Blanca empujará en nuestro país en los próximos meses, haya ganado quien haya ganado.
  • Relación Estados Unidos-China. Será muy difícil que la tensión prevaleciente entre ambas naciones en materia comercial, la cual se hizo evidente durante la administración Trump, disminuya en los próximos años. Ha quedado claro que entre ambos países existe una férrea competencia económica, financiera y tecnológica por consolidarse como la principal súper potencia del planeta. Por esta razón, independientemente de quien gane, veremos la intención de regresar plantas estadounidenses a territorio americano, la decisión de articular nuevas alianzas comerciales, así como la sustitución y equilibrio de la dinámica prevaleciente con el gigante asiático. Independientemente del ganador, México será fundamental para la nueva definición geoestratégica de nuestro vecino del norte.
  • Nuevo Esquema Laboral. La obligación mexicana de elevar los salarios y las prestaciones de los trabajadores en el país, está suscrita en el nuevo T-MEC. El 46º presidente estadounidense tendrá todos los incentivos internos para obligar al cumplimiento de esta nueva condición, con el fin de garantizar un “equilibrio” de condiciones entre los trabajadores de ambas naciones.

Sirvan estas anotaciones para dejar claro que el futuro de la relación bilateral no depende de una sola persona ni del color de una administración en particular, sino de la inteligencia y la visión con la que se construya un futuro verdaderamente compartido. Más allá de la elección de ayer, la #SociedadHorizontal habrá de jugar un rol fundamental en este armado, principalmente a través del conjunto poblacional que esta elección ha vuelto a dejar claro, que es definitorio para ambos países: nuestros queridos migrantes.