/ martes 2 de marzo de 2021

¡México necesita oxígeno!

La emergencia no ha pasado. Todos los días miles de mexicanas y mexicanos contraen el virus de Covid-19, cuya gravedad no es posible predecir, pero tampoco menospreciar, y qué decir de quienes fallecen víctimas no sólo del patógeno, sino principalmente de la indolencia de las autoridades federales.

México tuvo bastantes meses para tomar las medidas que permitieran aminorar los efectos catastróficos en las familias mexicanas. Desde el Senado impulsamos iniciativas que buscaban dotar al equipo médico de mayores capacidades de respuesta y crear programas económicos de ayuda, pero los oídos sordos de quienes dicen “primero los pobres” no se abrieron para escuchar razones. Lamentablemente, la sociedad ha pagado las consecuencias de esa grave omisión, particularmente los más pobres.

Uno de los mayores problemas que hemos enfrentado es la falta de oxígeno. Y no sólo por la generación de energía con base en combustóleo que contamina nuestras ciudades y llena los pulmones de suciedad, sino también porque el Coronavirus los colapsa. Esto lo hemos sabido desde hace más de un año y ni una acción tomó el gobierno federal para contar con los insumos necesarios que evitaran que los mexicanos murieran incapacidad pulmonar.

Frente a la negligente actuación gubernamental, han surgido malas personas que, en plena emergencia sanitaria, han encarecido la venta y renta de oxígeno medicinal, volviendo más complicado el tratamiento oportuno para evitar más muertes.

Cientos de familias se ven expuestas a los abusos no solo de los careros, sino también de los charlatanes que venden el oxígeno industrial como si fuera para el consumo humano, poniendo en riesgo la vida de quienes hoy debieran recibir el apoyo de la sociedad en su conjunto.

Con base en estas consideraciones es que he propuesto la reforma a la Ley General de Salud, con el objeto de la Secretaría de Salud posea atribuciones extraordinarias con el objetivo de decretar el congelamiento de precios de los insumos para la salud y de los servicios que, a juicio de la responsable de la salubridad general, sean necesarios para la atención básica y urgente de la salud de la población.

Al mismo tiempo, propongo agravar las sanciones de quienes injustificadamente y con fines de especulación comercial, acaparen insumos para la salud o aumente el precio de insumos para la salud o servicios de salubridad de manera injustificada.

Se trata de una iniciativa que debe ser atendida de manera inmediata con el objetivo de que concrete su proceso legislativo y pueda convertirse en una herramienta fundamental para la pandemia que, lamentablemente, está lejos de concluir o de ser resuelta, pues el ritmo de vacunación no es el necesario para inmunizar a la mayor parte de la población y los contagios podrían potenciarse de cara al periodo de Semana Mayor que se avecina.

El gobierno federal no puede seguir basando la respuesta ante el Covid-19 en una vacunación que nos llevará gran parte del año 2021 y para la cual no ha adquirido siquiera el número de jeringas suficiente. Es urgente, de una vez por todas, que amplíe el margen de acción con acciones como, la aquí descrita, con la intención de no seguir dejando solos a los mexicanos y a las mexicanas frente a la tragedia que ha representado esta pandemia.

Reitero, no vamos de salida, estamos en la cresta y depende de todos, pero particularmente del gobierno, estar a la altura de las necesidades más urgente de la población, como lo es la vida misma. ¡Oxígeno!

La emergencia no ha pasado. Todos los días miles de mexicanas y mexicanos contraen el virus de Covid-19, cuya gravedad no es posible predecir, pero tampoco menospreciar, y qué decir de quienes fallecen víctimas no sólo del patógeno, sino principalmente de la indolencia de las autoridades federales.

México tuvo bastantes meses para tomar las medidas que permitieran aminorar los efectos catastróficos en las familias mexicanas. Desde el Senado impulsamos iniciativas que buscaban dotar al equipo médico de mayores capacidades de respuesta y crear programas económicos de ayuda, pero los oídos sordos de quienes dicen “primero los pobres” no se abrieron para escuchar razones. Lamentablemente, la sociedad ha pagado las consecuencias de esa grave omisión, particularmente los más pobres.

Uno de los mayores problemas que hemos enfrentado es la falta de oxígeno. Y no sólo por la generación de energía con base en combustóleo que contamina nuestras ciudades y llena los pulmones de suciedad, sino también porque el Coronavirus los colapsa. Esto lo hemos sabido desde hace más de un año y ni una acción tomó el gobierno federal para contar con los insumos necesarios que evitaran que los mexicanos murieran incapacidad pulmonar.

Frente a la negligente actuación gubernamental, han surgido malas personas que, en plena emergencia sanitaria, han encarecido la venta y renta de oxígeno medicinal, volviendo más complicado el tratamiento oportuno para evitar más muertes.

Cientos de familias se ven expuestas a los abusos no solo de los careros, sino también de los charlatanes que venden el oxígeno industrial como si fuera para el consumo humano, poniendo en riesgo la vida de quienes hoy debieran recibir el apoyo de la sociedad en su conjunto.

Con base en estas consideraciones es que he propuesto la reforma a la Ley General de Salud, con el objeto de la Secretaría de Salud posea atribuciones extraordinarias con el objetivo de decretar el congelamiento de precios de los insumos para la salud y de los servicios que, a juicio de la responsable de la salubridad general, sean necesarios para la atención básica y urgente de la salud de la población.

Al mismo tiempo, propongo agravar las sanciones de quienes injustificadamente y con fines de especulación comercial, acaparen insumos para la salud o aumente el precio de insumos para la salud o servicios de salubridad de manera injustificada.

Se trata de una iniciativa que debe ser atendida de manera inmediata con el objetivo de que concrete su proceso legislativo y pueda convertirse en una herramienta fundamental para la pandemia que, lamentablemente, está lejos de concluir o de ser resuelta, pues el ritmo de vacunación no es el necesario para inmunizar a la mayor parte de la población y los contagios podrían potenciarse de cara al periodo de Semana Mayor que se avecina.

El gobierno federal no puede seguir basando la respuesta ante el Covid-19 en una vacunación que nos llevará gran parte del año 2021 y para la cual no ha adquirido siquiera el número de jeringas suficiente. Es urgente, de una vez por todas, que amplíe el margen de acción con acciones como, la aquí descrita, con la intención de no seguir dejando solos a los mexicanos y a las mexicanas frente a la tragedia que ha representado esta pandemia.

Reitero, no vamos de salida, estamos en la cresta y depende de todos, pero particularmente del gobierno, estar a la altura de las necesidades más urgente de la población, como lo es la vida misma. ¡Oxígeno!