/ martes 27 de noviembre de 2018

Médula

Andrés Manuel López Obrador tiene al enemigo en casa. No son los políticos de oposición, ni los empresarios, ni los medios de comunicación. Le hacen más daño los errores de algunos de sus colaboradores y el afán de protagonismo de otros actores, como es el caso del senador Félix Salgado Macedonio.

Muestra de ello es el exhorto que tuvo que hacer el Senado a la Cámara de Diputados y al equipo de transición para que se vuelva a invitar a los altos mandos militares a la toma de posesión del nuevo presidente a la que los habían “desinvitado”.

Unos días después, el senador Félix Salgado Macedonio amenazó con desaparecer los poderes en los estados que no acaten a los superdelegados del próximo gobierno, luego de un desplegado en el que los 12 gobernadores del PAN rechazaron esta nueva figura.

No se sabe si fue ignorancia o mero protagonismo para figurar en los medios de comunicación generando polémica, ya que coincidentemente un par de días antes fue muy difundida una entrevista que el periodista Carlos Marín hizo a su homologo priísta, Manuel Añorve Baños, sobre el tema de los militares.

En la baraja de aspirantes a suceder en el gobierno de Guerrero en el 2021 a Héctor Astudillo Flores, figuran tanto Salgado Macedonio como Añorve.

Por lo que haya sido, el político calentano metió en una situación complicada al presidente electo, ya que conflictúa aún más la situación con esos gobernadores e incluye a todos los demás al generalizar la amenaza, lo cual se suma además al desaire que el equipo de transición hizo a los militares.

Las Fuerzas Armadas son institucionales con su comandante en jefe, sea del partido que sea, pero también en la historia mundial, han sido quienes propinan golpes de Estado, y por lo menos Yucatán y Tamaulipas, algunos de los estados gobernados por los mandatarios firmantes del desplegado al que Félix Salgado dio tan desafortunada respuesta, tienen antecedentes de separatismo, ambos por las políticas centralistas de Antonio López de Santa Anna.

Desde el año 2013 existe un movimiento en redes sociales que promueve la separación de los estados del norte del país y la conformación de una nueva nación llamada Aridoamérica, que comprendería los estados Baja California, Baja California Sur, Coahuila, Durango, Nuevo León, Sinaloa y Tamaulipas.

De tal manera que la declaración a la ligera del senador de Morena, lejos de ayudar complicó el escenario a López Obrador, quien recibirá un país lleno de graves problemas como para que quienes deben apoyarlo todavía le generen peores complicaciones que tienen que ver con la gobernabilidad.

En un acto en el Campo Marte, el presidente electo tuvo que enmendarle la plana a su equipo de transición y reconoció a los mandos militares a los que pidió su apoyo, y muy seguramente tendrá algún diálogo con los gobernadores panistas.

Su actitud ha sido de reconciliación, como lo advirtió en su última visita a Guerrero, donde recalcó que “la campaña ya terminó”, y donde recibió el apoyo del priísta Héctor Astudillo quien le ofreció un edificio para consolidar su proyecto de trasladar a esta entidad la Secretaría de Salud.

La voluntad política de quien llevará las riendas del país a partir del próximo sábado 1 de diciembre fue bien apreciada en Guerrero, donde el gobernador convocó y se reunió con los 81 alcaldes de todos los partidos políticos para elaborar en conjunto el presupuesto incluyente de las obras prioritarias para cada municipio acordadas con sus respectivos alcaldes, en el entendido de que, como él lo dijo, la campaña terminó y las autoridades electas deben trabajar en conjunto por el bien de sus gobernados.

En eso consiste la reconciliación a la que llamó Andrés Manuel y que lamentablemente algunos personajes de su propio partido no han asimilado.

jalepezochoa@gmail.com


Andrés Manuel López Obrador tiene al enemigo en casa. No son los políticos de oposición, ni los empresarios, ni los medios de comunicación. Le hacen más daño los errores de algunos de sus colaboradores y el afán de protagonismo de otros actores, como es el caso del senador Félix Salgado Macedonio.

Muestra de ello es el exhorto que tuvo que hacer el Senado a la Cámara de Diputados y al equipo de transición para que se vuelva a invitar a los altos mandos militares a la toma de posesión del nuevo presidente a la que los habían “desinvitado”.

Unos días después, el senador Félix Salgado Macedonio amenazó con desaparecer los poderes en los estados que no acaten a los superdelegados del próximo gobierno, luego de un desplegado en el que los 12 gobernadores del PAN rechazaron esta nueva figura.

No se sabe si fue ignorancia o mero protagonismo para figurar en los medios de comunicación generando polémica, ya que coincidentemente un par de días antes fue muy difundida una entrevista que el periodista Carlos Marín hizo a su homologo priísta, Manuel Añorve Baños, sobre el tema de los militares.

En la baraja de aspirantes a suceder en el gobierno de Guerrero en el 2021 a Héctor Astudillo Flores, figuran tanto Salgado Macedonio como Añorve.

Por lo que haya sido, el político calentano metió en una situación complicada al presidente electo, ya que conflictúa aún más la situación con esos gobernadores e incluye a todos los demás al generalizar la amenaza, lo cual se suma además al desaire que el equipo de transición hizo a los militares.

Las Fuerzas Armadas son institucionales con su comandante en jefe, sea del partido que sea, pero también en la historia mundial, han sido quienes propinan golpes de Estado, y por lo menos Yucatán y Tamaulipas, algunos de los estados gobernados por los mandatarios firmantes del desplegado al que Félix Salgado dio tan desafortunada respuesta, tienen antecedentes de separatismo, ambos por las políticas centralistas de Antonio López de Santa Anna.

Desde el año 2013 existe un movimiento en redes sociales que promueve la separación de los estados del norte del país y la conformación de una nueva nación llamada Aridoamérica, que comprendería los estados Baja California, Baja California Sur, Coahuila, Durango, Nuevo León, Sinaloa y Tamaulipas.

De tal manera que la declaración a la ligera del senador de Morena, lejos de ayudar complicó el escenario a López Obrador, quien recibirá un país lleno de graves problemas como para que quienes deben apoyarlo todavía le generen peores complicaciones que tienen que ver con la gobernabilidad.

En un acto en el Campo Marte, el presidente electo tuvo que enmendarle la plana a su equipo de transición y reconoció a los mandos militares a los que pidió su apoyo, y muy seguramente tendrá algún diálogo con los gobernadores panistas.

Su actitud ha sido de reconciliación, como lo advirtió en su última visita a Guerrero, donde recalcó que “la campaña ya terminó”, y donde recibió el apoyo del priísta Héctor Astudillo quien le ofreció un edificio para consolidar su proyecto de trasladar a esta entidad la Secretaría de Salud.

La voluntad política de quien llevará las riendas del país a partir del próximo sábado 1 de diciembre fue bien apreciada en Guerrero, donde el gobernador convocó y se reunió con los 81 alcaldes de todos los partidos políticos para elaborar en conjunto el presupuesto incluyente de las obras prioritarias para cada municipio acordadas con sus respectivos alcaldes, en el entendido de que, como él lo dijo, la campaña terminó y las autoridades electas deben trabajar en conjunto por el bien de sus gobernados.

En eso consiste la reconciliación a la que llamó Andrés Manuel y que lamentablemente algunos personajes de su propio partido no han asimilado.

jalepezochoa@gmail.com