/ domingo 17 de enero de 2021

Los tres logros de Astudillo

Se informó en la mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador, Guerrero ocupa ahora el lugar número 11 en homicidios en el país.

Quisiéramos que fuera el último lugar, pero no debemos olvidar que hace cuatro o cinco años el estado se encontraba entre los primeros, al grado que Acapulco llegó a ser considerada la segunda ciudad más violenta del mundo.

Lo publicó Consulta Mitofsky, Héctor Astudillo Flores es ya el octavo gobernador mejor evaluado por sus gobernados, el segundo que ha registrado un mayor incremento en su aprobación por parte de los ciudadanos y el tercero de los gobernadores priístas con mejor calificación.

Quisiéramos que fuera el primero, pero hay que recordar que Rogelio Ortega Martínez le entregó un estado en quiebra financiera, con multimillonarias irregularidades, con la seguridad en poder de grupos criminales y civiles armados, entre otras irresponsabilidades.

Es cierto que hubo errores al inicio de su administración, el peor de ellos fue proponer a Xavier Olea Peláez para el cargo de Fiscal General del Estado, en el que el mediático abogado no resolvía absolutamente nada y por el contrario, se dedicaba a complicar con sus exabruptos verbales los conflictos que se presentaban.

Pero particularmente de un año para acá la evaluación ciudadana medida en el ranking de gobernadores muestra una alza sostenida en la aprobación de Héctor Astudillo a la par que los índices criminales, en particular el de homicidios, va a la baja al grado de colocar al estado por primera vez en la última década fuera de los diez primeros lugares.

Ayudó sin duda la salida de Olea y que el Congreso designara a Jorge Zuriel de Los Santos Barrila como nuevo fiscal. El joven jurista le ha dado mucho impulso al trabajo de la Fiscalía que ha sido apoyada con equipamiento y capacitación, notándose no solo en la investigación de delitos sino que además en el apoyo a la seguridad pública de municipios que como Acapulco, adolecen de un trabajo serio en la materia.

Otro acierto es el nombramiento de David Portillo Menchaca como secretario de Seguridad Pública, pero sobre todo el trabajo coordinado con las autoridades militares y las corporaciones federales.

Aunque son tiempos electorales en los que las descalificaciones abundan y el reconocimiento escasea, se debe reconocer que en materia de combate a la inseguridad el gobierno federal de Morena y el de Guerrero del PRI han dejado a un lado sus diferencias políticas, y eso se ha visto reflejado en una baja en los indicadores delictivos, así como en un manejo adecuado de la pandemia por Covid-19 en el estado.

La sobriedad y seriedad de Héctor Astudillo no solo contrasta con ligereza y fantasías de sus antecesores, es un hecho que entregará mejores resultados, ya se está viendo, a diez meses de que entregue el cargo a quien resulte electo el próximo 6 de junio.

De entrada, en Guerrero hay gobernabilidad, por primera vez está fuera de los 10 estados con mayor criminalidad en el país, y ha tenido un manejo responsable de la pandemia.

Se informó en la mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador, Guerrero ocupa ahora el lugar número 11 en homicidios en el país.

Quisiéramos que fuera el último lugar, pero no debemos olvidar que hace cuatro o cinco años el estado se encontraba entre los primeros, al grado que Acapulco llegó a ser considerada la segunda ciudad más violenta del mundo.

Lo publicó Consulta Mitofsky, Héctor Astudillo Flores es ya el octavo gobernador mejor evaluado por sus gobernados, el segundo que ha registrado un mayor incremento en su aprobación por parte de los ciudadanos y el tercero de los gobernadores priístas con mejor calificación.

Quisiéramos que fuera el primero, pero hay que recordar que Rogelio Ortega Martínez le entregó un estado en quiebra financiera, con multimillonarias irregularidades, con la seguridad en poder de grupos criminales y civiles armados, entre otras irresponsabilidades.

Es cierto que hubo errores al inicio de su administración, el peor de ellos fue proponer a Xavier Olea Peláez para el cargo de Fiscal General del Estado, en el que el mediático abogado no resolvía absolutamente nada y por el contrario, se dedicaba a complicar con sus exabruptos verbales los conflictos que se presentaban.

Pero particularmente de un año para acá la evaluación ciudadana medida en el ranking de gobernadores muestra una alza sostenida en la aprobación de Héctor Astudillo a la par que los índices criminales, en particular el de homicidios, va a la baja al grado de colocar al estado por primera vez en la última década fuera de los diez primeros lugares.

Ayudó sin duda la salida de Olea y que el Congreso designara a Jorge Zuriel de Los Santos Barrila como nuevo fiscal. El joven jurista le ha dado mucho impulso al trabajo de la Fiscalía que ha sido apoyada con equipamiento y capacitación, notándose no solo en la investigación de delitos sino que además en el apoyo a la seguridad pública de municipios que como Acapulco, adolecen de un trabajo serio en la materia.

Otro acierto es el nombramiento de David Portillo Menchaca como secretario de Seguridad Pública, pero sobre todo el trabajo coordinado con las autoridades militares y las corporaciones federales.

Aunque son tiempos electorales en los que las descalificaciones abundan y el reconocimiento escasea, se debe reconocer que en materia de combate a la inseguridad el gobierno federal de Morena y el de Guerrero del PRI han dejado a un lado sus diferencias políticas, y eso se ha visto reflejado en una baja en los indicadores delictivos, así como en un manejo adecuado de la pandemia por Covid-19 en el estado.

La sobriedad y seriedad de Héctor Astudillo no solo contrasta con ligereza y fantasías de sus antecesores, es un hecho que entregará mejores resultados, ya se está viendo, a diez meses de que entregue el cargo a quien resulte electo el próximo 6 de junio.

De entrada, en Guerrero hay gobernabilidad, por primera vez está fuera de los 10 estados con mayor criminalidad en el país, y ha tenido un manejo responsable de la pandemia.