Hace una década, México dio un paso histórico hacia la modernización y democratización de las telecomunicaciones, al crear un órgano autónomo que surgió como respuesta a la necesidad imperante de regular un sector clave para el desarrollo social y económico del país.
Hablamos del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), que el pasado 10 de septiembre cumplió su décimo aniversario, tras ser creado en términos de lo dispuesto por el artículo sexto transitorio del Decreto por el que se reformaron y adicionaron diversas disposiciones de la Constitución Política.
No es menor señalar que con anterioridad el sector de las telecomunicaciones no estaba exento de un monopolio, pues eran pocas las empresas que controlaban gran parte de la infraestructura y los contenidos de radio y televisión. Por lo que la necesidad de abrir estos mercados a la competencia y fomentar una mayor inversión en infraestructura se hizo cada vez más evidente a medida que avanzaba el desarrollo tecnológico y la demanda de servicios de telecomunicaciones y radiodifusión.
El proceso de reforma comenzó con cambios significativos en la Constitución, en la que se buscó que, a través de la creación del Instituto Federal de Telecomunicaciones como ente autónomo, se marcara un hito en la búsqueda de mayor equidad y eficiencia en el sector.
De esta forma, el IFT ha desempeñado un papel crucial al promover la competencia en telecomunicaciones, trabajar para reducir las barreras de entrada, fomentar la inversión en infraestructura y asegurar tarifas accesibles para los usuarios finales.
Dicha labor ha llevado a una disminución significativa en los precios de los servicios, un aumento en la calidad de las conexiones y una mayor disponibilidad de opciones para los consumidores. Asimismo, el IFT ha aplicado sanciones a empresas que han incurrido en prácticas anticompetitivas y ha trabajado para proteger los derechos de los usuarios, incluida la privacidad de sus datos.
Evidentemente, se trata de un caso de éxito; no obstante, un considerable aspecto a considerar es que se permita ejercer su cabal autonomía, la cual es esencial para garantizar que las regulaciones y políticas sean imparciales y beneficien a la sociedad en su conjunto.
También es menester esencial mirar hacia el futuro permanentemente, pues el sector de las telecomunicaciones sigue evolucionando con rapidez, con desafíos como la implementación de la tecnología 5G, la ciberseguridad y la garantía de acceso equitativo a servicios de calidad en todo el país.
Ante estos grandes retos, la mejor acción es que a medida que avanza hacia su segundo decenio se respalde la autonomía y eficiencia del IFT como defensor de las telecomunicaciones en México.