/ jueves 24 de septiembre de 2020

La renuncia de Jaime Cárdenas

Debo confesar que la renuncia de Jaime Cárdenas al Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (Indep) me sacudió. Conocí a Jaime hace casi 12 años cuando nos tocó ser diputados en la LXI legislatura. Él por el Partido del Trabajo, yo por el PRD.

Aunque en diferentes bancadas, convivimos desde la trinchera de la izquierda. En aquél entonces, para nosotros los riesgos nacionales eran el regreso del PRI con Peña Nieto, sus acuerdos con el PAN de Calderón, la inseguridad en las calles provocada por la “Guerra contra el Narco” y la violencia creciente.

Como constitucionalista, Cárdenas Gracia dejó claro ser un fiel convencido del proyecto de López Obrador. Me tocó verlo defender en innumerables ocasiones y seguramente él fue quien más subió a tribuna a lo largo de esos tres años. Aprovechaba cualquier argucia legislativa, rompía el orden del día de las sesiones para señalar el “fraude” electoral de que había sido objeto AMLO, exigir la renuncia de García Luna o invocar las “violaciones” al procedimiento legislativo en los acuerdos por parte de los que desde entonces calificaba como “PRIAN”.

Al terminar nuestro encargo como diputados, me tocó reencontrarme con él en el Senado, yo como legislador, él como asesor de Manuel Bartlett. Nuevamente, no fueron pocos los temas que él acompañó en las discusiones. Lo recuerdo presente siempre en el análisis de las reformas a los artículos 25, 27 y 28 constitucionales que conformaron la Reforma Energética. En esos días, cada uno en su trinchera (PT y PRD) votamos en contra. Por cierto, ya en ese momento todos los petistas y algunos perredistas empezaban a constituir lo que se convertiría en Morena. Claramente, Jaime Cárdenas era una figura presente en la conformación de dicho proyecto.

Ha pasado el tiempo y la mayoría de aquellos temas siguen presentes, aunque ahora en un contexto diferente. La semana pasada, el presidente firmó la solicitud de una consulta popular para enjuiciar a los expresidentes, enfocado sustantivamente en Calderón y Peña Nieto. García Luna está sujeto a juicio en los Estados Unidos, acusado de estar relacionado con el Cártel de Sinaloa y la Reforma Energética derivó en señalamientos de sobornos contra algunos senadores por parte del ex director de Pemex. A lo largo de doce años, si alguien encarnó estas discusiones, para defender la visión de AMLO fue Jaime Cárdenas.

Retomo estos antecedentes, para subrayar mi sorpresa al leer la carta de renuncia de este distinguido y cercano integrante de la 4T, en la que señala que “encontraron contratos favorables a empresas y no al Indep, manipulación de joyería y conductas de servidores públicos contrarias a las normas”, todas ellas realizadas por funcionarios que le antecedieron ya durante la administración del presidente López Obrador. ¿Qué fue lo que realmente pasó? ¿De qué magnitud es el problema para que frente a hechos de corrupción realizados durante el presente gobierno, alguien tan entregado, tan convencido y tan involucrado en el actual proyecto de gobierno tuviera que renunciar?

Por el perfil del personaje, no es un hecho que debiera minimizarse, por el contrario, el gobierno debería dar la mayor información y resolver de fondo el asunto. Las autoridades deben tener en cuenta que se pone en riesgo la credibilidad del gobierno en torno a su compromiso por combatir la corrupción del presente, no solo la del pasado. Sin duda alguna, la #SociedadHorizontal que exige transparencia plena, estará atenta.

Debo confesar que la renuncia de Jaime Cárdenas al Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (Indep) me sacudió. Conocí a Jaime hace casi 12 años cuando nos tocó ser diputados en la LXI legislatura. Él por el Partido del Trabajo, yo por el PRD.

Aunque en diferentes bancadas, convivimos desde la trinchera de la izquierda. En aquél entonces, para nosotros los riesgos nacionales eran el regreso del PRI con Peña Nieto, sus acuerdos con el PAN de Calderón, la inseguridad en las calles provocada por la “Guerra contra el Narco” y la violencia creciente.

Como constitucionalista, Cárdenas Gracia dejó claro ser un fiel convencido del proyecto de López Obrador. Me tocó verlo defender en innumerables ocasiones y seguramente él fue quien más subió a tribuna a lo largo de esos tres años. Aprovechaba cualquier argucia legislativa, rompía el orden del día de las sesiones para señalar el “fraude” electoral de que había sido objeto AMLO, exigir la renuncia de García Luna o invocar las “violaciones” al procedimiento legislativo en los acuerdos por parte de los que desde entonces calificaba como “PRIAN”.

Al terminar nuestro encargo como diputados, me tocó reencontrarme con él en el Senado, yo como legislador, él como asesor de Manuel Bartlett. Nuevamente, no fueron pocos los temas que él acompañó en las discusiones. Lo recuerdo presente siempre en el análisis de las reformas a los artículos 25, 27 y 28 constitucionales que conformaron la Reforma Energética. En esos días, cada uno en su trinchera (PT y PRD) votamos en contra. Por cierto, ya en ese momento todos los petistas y algunos perredistas empezaban a constituir lo que se convertiría en Morena. Claramente, Jaime Cárdenas era una figura presente en la conformación de dicho proyecto.

Ha pasado el tiempo y la mayoría de aquellos temas siguen presentes, aunque ahora en un contexto diferente. La semana pasada, el presidente firmó la solicitud de una consulta popular para enjuiciar a los expresidentes, enfocado sustantivamente en Calderón y Peña Nieto. García Luna está sujeto a juicio en los Estados Unidos, acusado de estar relacionado con el Cártel de Sinaloa y la Reforma Energética derivó en señalamientos de sobornos contra algunos senadores por parte del ex director de Pemex. A lo largo de doce años, si alguien encarnó estas discusiones, para defender la visión de AMLO fue Jaime Cárdenas.

Retomo estos antecedentes, para subrayar mi sorpresa al leer la carta de renuncia de este distinguido y cercano integrante de la 4T, en la que señala que “encontraron contratos favorables a empresas y no al Indep, manipulación de joyería y conductas de servidores públicos contrarias a las normas”, todas ellas realizadas por funcionarios que le antecedieron ya durante la administración del presidente López Obrador. ¿Qué fue lo que realmente pasó? ¿De qué magnitud es el problema para que frente a hechos de corrupción realizados durante el presente gobierno, alguien tan entregado, tan convencido y tan involucrado en el actual proyecto de gobierno tuviera que renunciar?

Por el perfil del personaje, no es un hecho que debiera minimizarse, por el contrario, el gobierno debería dar la mayor información y resolver de fondo el asunto. Las autoridades deben tener en cuenta que se pone en riesgo la credibilidad del gobierno en torno a su compromiso por combatir la corrupción del presente, no solo la del pasado. Sin duda alguna, la #SociedadHorizontal que exige transparencia plena, estará atenta.