/ lunes 11 de octubre de 2021

Gobiernos, lo que prevalece

Esta semana, es la última semana de gobierno de Héctor Astudillo, y abre el Siglo XXI un episodio para que el partido del Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador gobierne la entidad y la historia registrará a la primera mujer en ocupar esta posición en este terruño del sur.

A la caída de imagen del gobernador Astudillo viene a la memoria uno de sus logros: concluir su periodo de gobierno.

La entidad, una de las que informan más noticias al país, no siempre está relacionada con gobiernos que concluyen los periodos para los cuales fueron electos. El más cercano al tiempo ya la memoria colectiva, lo representa Ángel Aguirre que no logró concluir el periodo “bisagra” de cuatro años para hacer coincidir la elección con la renovación del Senado, Congreso de la Unión y Congreso Local, así como Ayuntamientos, y tener con ello, algo de calma electoral y más trabajo de tierra.

Lo convulso de su salida en octubre de 2014, el contexto de Ayotzinapa borró lo que hizo en sus primeros años de gobierno, incluso lo que hizo en su primer ejercicio como gobernador interino, sustituyendo a Rubén Figueroa Alcocer que, dicho sea de paso, había realizado obras importantes que no supieron “vender” prevaleciendo el tema de “Aguas Blancas”, y dejaron que su caída, igual que con Aguirre, fuera estrepitosa.

Pero la última semana de Astudillo no está como él se había ufanado de decir en su voz, no con estrategia de comunicación, que tenía logros importantes su gobierno impulsado con el eslogan “Un Guerrero con orden y paz”. La falta de esa misma estrategia no logró que en tiempos de pandemia se lograrara posionar un gobierno pendiente de la salud de l @ s guerrerenses. Sentados desde una silla, en una transmisión, sus colaboradores solo referían cifras que registraban los eslabones más cercanos a la población.

La mesa para la construcción de la paz, que goza de buen título no logró conectar con la ciudadanía que luchaba por salvaguardar su salud, sobrevivir económicamente, y atender sus necesidades más cercanas, pero sin proyecto de vida de futuro inmediato que les fue arrebatada por la crisis.

La penúltima semana de su gobierno la respuesta de un amigo suyo desde la administración de finanzas habría expresado a la clase trabajadora que reclama pagos “ni porque vayan de rodillas a pedirle al Señor de Petatlán”, respuesta soberbia que nos lleva a la pregunta: ¿ habla de lo que en la realidad sintió el periodo de gobierno por ellos ?.

Un periodo de seis años que tiene el mérito de la conclusión de un gobierno electo constitucionalmente en un contexto de violencia extrema por el caso Iguala-Ayotzinapa, que mal que bien logró su antecesor, Rogelio Ortega Martínez, realizó.

Quizá logre Héctor Astudillo que el Presidente de México adelante prerrogativas para que realicen el pago más urgente de su gobierno que demandan los trabajadores. Pero la idea que queda es que él no pudo, y que la ayuda es más bien para que el cambio de poderes sea terso que por querer apoyar a quien, desde fuera así se ve, siempre le dio respeto y apoyo. Si, si no hay conducción buena, lo que prevalece de un gobierno es el final, porque Héctor termina su periodo, pero sin reconocimiento. ¿Surrealismo?

Esta semana, es la última semana de gobierno de Héctor Astudillo, y abre el Siglo XXI un episodio para que el partido del Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador gobierne la entidad y la historia registrará a la primera mujer en ocupar esta posición en este terruño del sur.

A la caída de imagen del gobernador Astudillo viene a la memoria uno de sus logros: concluir su periodo de gobierno.

La entidad, una de las que informan más noticias al país, no siempre está relacionada con gobiernos que concluyen los periodos para los cuales fueron electos. El más cercano al tiempo ya la memoria colectiva, lo representa Ángel Aguirre que no logró concluir el periodo “bisagra” de cuatro años para hacer coincidir la elección con la renovación del Senado, Congreso de la Unión y Congreso Local, así como Ayuntamientos, y tener con ello, algo de calma electoral y más trabajo de tierra.

Lo convulso de su salida en octubre de 2014, el contexto de Ayotzinapa borró lo que hizo en sus primeros años de gobierno, incluso lo que hizo en su primer ejercicio como gobernador interino, sustituyendo a Rubén Figueroa Alcocer que, dicho sea de paso, había realizado obras importantes que no supieron “vender” prevaleciendo el tema de “Aguas Blancas”, y dejaron que su caída, igual que con Aguirre, fuera estrepitosa.

Pero la última semana de Astudillo no está como él se había ufanado de decir en su voz, no con estrategia de comunicación, que tenía logros importantes su gobierno impulsado con el eslogan “Un Guerrero con orden y paz”. La falta de esa misma estrategia no logró que en tiempos de pandemia se lograrara posionar un gobierno pendiente de la salud de l @ s guerrerenses. Sentados desde una silla, en una transmisión, sus colaboradores solo referían cifras que registraban los eslabones más cercanos a la población.

La mesa para la construcción de la paz, que goza de buen título no logró conectar con la ciudadanía que luchaba por salvaguardar su salud, sobrevivir económicamente, y atender sus necesidades más cercanas, pero sin proyecto de vida de futuro inmediato que les fue arrebatada por la crisis.

La penúltima semana de su gobierno la respuesta de un amigo suyo desde la administración de finanzas habría expresado a la clase trabajadora que reclama pagos “ni porque vayan de rodillas a pedirle al Señor de Petatlán”, respuesta soberbia que nos lleva a la pregunta: ¿ habla de lo que en la realidad sintió el periodo de gobierno por ellos ?.

Un periodo de seis años que tiene el mérito de la conclusión de un gobierno electo constitucionalmente en un contexto de violencia extrema por el caso Iguala-Ayotzinapa, que mal que bien logró su antecesor, Rogelio Ortega Martínez, realizó.

Quizá logre Héctor Astudillo que el Presidente de México adelante prerrogativas para que realicen el pago más urgente de su gobierno que demandan los trabajadores. Pero la idea que queda es que él no pudo, y que la ayuda es más bien para que el cambio de poderes sea terso que por querer apoyar a quien, desde fuera así se ve, siempre le dio respeto y apoyo. Si, si no hay conducción buena, lo que prevalece de un gobierno es el final, porque Héctor termina su periodo, pero sin reconocimiento. ¿Surrealismo?