Cuando el año 2000 se aproximaba, el país había llegado a una condición de irritabilidad política, lo cual hizo que cuando apareció en Acapulco Zeferino y Vicente Fox en la nación, ante la probabilidad de un cambio de régimen, la ciudadanía se abalanzara sobre estos sujetos y le diera al PRI un descontón grave.
El resto es historia. A quienes creímos eran adalides de una sociedad enferma, fueron nomás charlatanes como aquellos que en el cuento de Andersen hicieron caminar desnudo al rey. Llamaron con qué ahínco a demoler las estructuras políticas del PRI y terminaron creando nuevas generaciones de corruptos con los priistas más inmorales e incompetentes. Vimos a Fox rodearse de los Lozanos y los Yunes y a Z, mejor lo dejamos en el lejano recuerdo de los acontecimientos fallidos.
El preámbulo es porque la ocupación de la alcaldía de Acapulco por Adela Román Ocampo facilita la repetición del desencanto. La vemos asediada por profesionales del argüende, canallitas, vegetativos, suplicantes de que se les incluya en la nómina, como si las oportunidades para funcionarios mayores y menores no estuvieran colmadas en el Ayuntamiento desde hace cinco trienios.
Se le acercan los que merodearon a Taja. Prosélitos de Jacko. Zeferinistas arrepentidos y muchísimos más cuyos candidatos ni el registro de sus partidos retuvieron. Adela, sin embargo, tiene frente a sí un desastre: el mal gobierno de Evodio el cual, debe ser suficiente para no tropezar en sus errores, no cometer sus faltas y pensar más en Acapulco que en la parentela y los cuates.
Gobernar es responder a sus electores con resultados benéficos. Es la capacidad personal de resolver los problemas políticos y sociales. Es atenderle a la sociedad sus demandas y tribulaciones. Es escuchar, solucionar, interactuar, no postergar ningún asunto. Dar y a veces negar lo que no es posible o no es atribución municipal. Saber decir NO con decisión y energía es otro de los valores morales de la política. Pero lo que competa a la investidura y autoridad que Adela representa debe tener solución de inmediato.
Este es el camino que conduce a la gobernabilidad.
PD: «Dar pronto es dar dos veces»: Agustín de Hipona.